El Diario de El Paso

El clima extremo puede volverse normal en Texas

Analizan científico­s incendios forestales, tormentas, inundacion­es, tornados que han arrasado el estado en solo la mitad del año

- Alejandra Martínez y Yuriko Schumacher / The Texas Tribune

Texas no es ajeno al clima extremo, pero no ha pasado ni un año. Grandes incendios forestales, intensas tormentas, inundacion­es generaliza­das, tornados y una tormenta tropical han arrasado el estado.

Y 2024 está sólo a mitad de camino.

En febrero y marzo, el incendio forestal más grande en la historia de Texas quemó más de 1 millón de acres, matando ganado, destruyend­o cultivos y destruyend­o infraestru­ctura en el Panhandle al noreste de Amarillo. A principios de mayo, tormentas consecutiv­as azotaron el sureste de Texas, crecieron ríos y arroyos e inundaron comunidade­s cercanas.

Más tarde ese mes, tornados azotaron partes del norte de Texas y una poderosa tormenta de viento conocida como ‘derecho’ azotó la región de Houston con vientos de 100 millas por hora, causando apagones generaliza­dos y daños a la propiedad. Más recienteme­nte, la tormenta tropical Alberto tocó tierra en el noreste de México y arrojó fuertes lluvias en el sur de Texas, pero no las suficiente­s para llenar los embalses del Río Grande, afectados por la sequía.

Los científico­s y académicos del clima dicen que a medida que las emisiones de gases de efecto invernader­o que atrapan el calor continúan elevando las temperatur­as, es probable que empeore el clima severo en el estado.

Añaden que Texas probableme­nte verá una brecha cada vez mayor entre las partes húmedas del estado y las partes secas a medida que el cambio climático altere los patrones de precipitac­ión y caliente los océanos.

Un área donde la brecha ha aumentado es la de las precipitac­iones. Este año, Huntsville registró más de 9 pulgadas de lluvia el 2 de mayo, tres meses de lluvia en solo un día, mientras que Wichita Falls, Dallas y Waco ya han visto casi el doble de la cantidad de lluvia que normalment­e reciben durante la primera mitad del año. año.

“Las precipitac­iones se están concentran­do en estas tormentas de muy alta intensidad”, dijo Avantika Gori, profesora asistente de ingeniería civil y ambiental en la Universida­d Rice en Houston.

Gori, cuya investigac­ión se centra en inundacion­es costeras y urbanas y cambios en el riesgo de inundacion­es debido al cambio climático, dijo que las áreas de Texas que normalment­e son húmedas se están volviendo más húmedas. “Y luego, en las zonas históricam­ente secas, la falta de precipitac­iones también se está amplifican­do”, dijo.

John Nielsen-gammon, el climatólog­o estatal, dijo que Texas ha experiment­ado un aumento a largo plazo en las precipitac­iones en general y se están volviendo más intensas y erráticas. Dijo que las lluvias extremas en el norte y este de Texas este año han sido inusuales.

“Es mala suerte que toda la lluvia se haya concentrad­o en la mitad del estado”, dijo Nielsengam­mon.

Feifei Pan, hidrólogo y profesor de la Universida­d del Norte de Texas en Denton, dice que se necesitan dos ingredient­es para la precipitac­ión: el aumento de las temperatur­as y la humedad en la atmósfera.

Las temperatur­as más cálidas debido al cambio climático hacen que se evapore más agua de la tierra y los océanos, lo que aumenta el riesgo de inundacion­es en Texas.

El aire más cálido también puede contener más vapor de agua, lo que puede generar lluvias más intensas cuando choca con el aire frío y produce tormentas eléctricas severas, dijo Pan.

Los meteorólog­os predicen que La Niña, un patrón climático que hace que la temperatur­a de la superficie del agua del océano se enfríe y tiende a disminuir la velocidad del viento, permitirá que se desarrolle­n más tormentas

tropicales este año en el Atlántico. Se espera que los cambios de viento y las temperatur­as oceánicas más cálidas que el promedio sean los principale­s impulsores de las 17 a 25 tormentas con nombre previstas para este año, incluidos al menos cuatro huracanes importante­s.

La otra cara de la moneda de las temperatur­as más altas es que las sequías pueden desarrolla­rse más rápidament­e, dijo Nielsen-gammon, climatólog­a del estado.

La actual sequía en el oeste de Texas ha provocado que los niveles de agua en dos importante­s embalses del Río Grande, Amistad y Falcon, caigan en picado a niveles casi históricos. Amistad se encuentra al 27% de su capacidad, por debajo del promedio del 68% de los últimos 30 años. Falcon está al 14% de su capacidad este año, 24 puntos porcentual­es menos que en el mismo período.

Robert Mace, director ejecutivo y director de política hídrica del Centro Meadows para el Agua y el Medio Ambiente de la Universida­d Estatal de Texas en San Marcos, dijo que un tratado de 1944 entre Estados Unidos y México requiere que México entregue agua a Estados Unidos desde los seis afluentes que alimentan hacia el Río Grande. Pero esas entregas están retrasadas, dijo Mace, debido a la propia sequía de México.

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