¿Cómo y qué reducción de la jornada laboral?
La propuesta gubernamental de reducción en 2024 de la jornada laboral a 38,5 horas a la semana sin rebaja del salario, reduciéndola hasta las 37,5 h/sem. en 2025, con la amenaza de que, si no hubiera acuerdo, se llevaría a cabo con los sindicatos, podría suponer un lastre que empeoraría la productividad de las empresas, principalmente de las pymes.
En las negociaciones que están llevando a cabo los interlocutores sociales para negociar la reducción de la jornada laboral semanal, cuyo resultado (si llegan a buen puerto) parece que necesariamente tiene que contar con el visto bueno del Ministerio de Trabajo, se deberían tener en cuenta cuestiones tan esenciales como que la reducción de la jornada (porque parece que la rebaja se considera inevitable), se calcule como un promedio en cómputo anual, tal como establece el art. 34 ET, para que los sectores y convenios colectivos puedan distribuir las horas efectivas de acuerdo con sus necesidades, de forma que la referencia debe ser el promedio anual y no el mensual.
En definitiva, lo relevante es la ordenación del tiempo de trabajo, la posibilidad de realizar la distribución y el aumento de la flexibilidad de la jornada a lo largo del año, en la no sustracción de esta materia o de alguno de sus aspectos a la negociación colectiva, como es la reciente ampliación de la duración de los permisos, la existencia de límites a la jornada diaria; la tendencia cada vez mayor a que la conciliación de la vida laboral y familiar termine en la instauración de una jornada a la carta, o el aumento creciente de los índices de absentismo, al ser ésta una variable clave de la productividad y que origina la pérdida de más de un 6% de las horas de trabajo pactadas en nuestro país, factores todos ellos que minoran la jornada laboral anual efectiva, y suponen un incremento de los costes laborales que merman la productividad de las empresas.