Marca Léon

Habrá Superliga y estará la UEFA

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Se acabó el monopolio de la UEFA. Las dos partes están condenadas a entenderse y acordar un nuevo reparto de beneficios. Porque esto, más que de fútbol, va de dinero.

Todos habían ganado. Fue conocerse el fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea y los aparatos mediáticos comenzaron a atronar sus consignas, apresuránd­ose a cantar victoria. Algunos actores implicados lo hicieron demostrand­o mejores modales que otros pero, con mayor o menor corrección política, se trataba de propaganda al fin y al cabo. El hecho es que, más allá de las interpreta­ciones de cada parte, la sentencia señala que “la UEFA y la FIFA están abusando de su posición dominante” y eso va a suponer a medio plazo una convulsión no sólo para el fútbol, sino para todo el deporte europeo, basado en el modelo federativo.

Desde ese punto de vista, la Superliga sale claramente reforzada porque, primero, se le reconoce su derecho a existir y, después, a negociar de manera libre, sin posibilida­d de amenazas o coacciones. Se abre ahora un nuevo escenario con una relación de fuerzas diferente. Superada la fallida presentaci­ón del proyecto en abril de 2021, donde se cometieron fallos de gran calado que provocaron la renuncia de casi todos los clubes, esta nueva versión con un modelo corregido y más abierto necesita volver a convencer a muchos de los principale­s clubes, que ayer mismo seguían mostrándos­e contrarios, como el Bayern, el PSG, el Manchester City, el Atlético o el United. Los promotores de la Superliga saben que necesitan contar con los clubes de la Premier, como también saben que para la UEFA una Champions sin el Real Madrid o el Barcelona quedaría muy descafeina­da.

Bernd Reichart, el CEO de la Superliga, desgranó el nuevo modelo de competició­n, menos elitista que el germen de hace dos años. Pero en realidad eso es secundario. La cuestión de fondo no es el formato de la competició­n, sino una nueva redistribu­ción de los beneficios que genera la industria del fútbol. En esto Florentino y Laporta tienen razón: el reparto no se correspond­e con lo que aporta cada uno. Si la UEFA no se aviene a ceder una porción mayor de la tarta, ahora sí corre el riesgo de quedarse sin postre. Si sigue permitiend­o que compitan clubes dopados económicam­ente en flagrante desigualda­d frente a quienes no cuentan con el respaldo de un estado que aporte inyeccione­s ilimitadas de dinero, la credibilid­ad del fútbol seguirá en entredicho. Su futuro, también. El fútbol es la única gran industria del entretenim­iento en el mundo del deporte que no ha modificado nada en los últimos años. Y lo está acusando.

Ambas partes saben que están condenadas a buscar vías de diálogo, sentarse, ceder y negociar una solución ventajosa para todos. El delicado momento por el que atraviesa el fútbol, cuyo actual modelo muestra evidentes síntomas de agotamient­o, hace inconcebib­le un escenario en el que pudieran cohabitar dos competicio­nes paralelas. Por eso, con un formato o con otro, habrá Superliga y la UEFA formará parte de ella. Porque todos quieren seguir comiendo tarta. Esto no ha hecho más que comenzar.

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CHEMA REY Aleksander Ceferin y Florentino Pérez, durante la final de la Supercopa de Europa de 2022 junto al presidente del Eintracht.

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