UN GOL DE BRAHIM PARA ENMARCAR
Seguro que ni en sus pensamientos más optimistas pensaba el Madrid en un partido tan placentero. Porque lo fue. También fue muy superior, desde la a hasta la zeta. La temporada pasada, por ejemplo, el Villarreal le ganó los dos partidos. No anda ahora igual de bien que entonces, pero al Madrid, por lo que fuere, no se le suele dar muy bien. El caso es que no hubo color. El Madrid le dio un repaso de padre y muy señor mío. Y hasta se quedó corto en el marcador. Debió llegar a la media docena como mínimo. Y eso que no tiene gol. Bueno, no tenía gol hasta hace poco tiempo, pero desde que se empezó a llenar su enfermería no hace más que meter goles a mansalva.
Ancelotti, en fin, va a tener que darle muchas vueltas a la almohada para hacer un once titular cuando los tenga recuperados a todos.
La estrella del partido fue el equipo por encima de todo, aunque es justo destacar dos cosas. Una de ellas es el golazo de Brahim. Un gol para enmarcar. Un gol de genio. Un gol de Juan Palomo, o sea, yo me lo guiso y yo me lo como. Para quitarse el sombrero. Y para recordarle a Ancelotti que Brahim existe.
También destacó Bellingham, pero eso ya no es noticia. La noticia, en cambio, es que el árbitro, Figueroa Vázquez, le sacó de quicio. Le hicieron faltas a mantas y vio la tarjeta por un supuesto codazo que no fue tal. Bellingham se enfadó: elemental. Y hasta pudo ver una segunda tarjeta por persistir en sus protestas y en unos gestos hacia el público que el del silbato no interpretó bien.
También destacó el VAR, al dar un gol (el 2-0 de Rodrygo) que Figueroa Vázquez se había comido con patatas.