Marca Léon

El Getafe incendia el Pizjuán

- Por Alberto Fdez.

PASÓ POR ENCIMA DEL SEVILLA El conjunto azulón disfrutó de dos penaltis por sendas manos de Juanlu

Diego Alonso aguantó escasa media hora, desde que terminase el partido del Sevilla, hasta ser destituido. El Getafe había incendiado y puesto partas arriba el Sánchezpiz­juán. Una goleada que terminó con el crédito del entrenador uruguayo, al que la bajada de brazos de los suyos ante el equipo de Bordalás le dejó sin el único apoyo que le quedaba: los jugadores.

El primer gol azulón llegó con algo de polémica, ya que Pulido Santana señalaba un penalti con la gente aún sentándose en sus asientos. Mano de Juanlu, que detuvo un disparo de Jaime Mata que primero botó en la hierba y parece que le toca antes en la pierna. Muy protestado. Borja Mayoral engañó a Dmitrovic para arrancar la victoria madrileña.

El Sevilla se dedicó, por culpa de la presión azulona, a jugar balones en largo hacia Ocampos o En-nesyri. No existía otro argumento. Nada que hacer. Ni media llegada peligrosa. Equipo roto y sin ideas. Lo normal es que llegase el segundo en cualquier acción. Latasa desperdici­ó un mano a mano en una carrera donde superó en velocidad a Gudelj. La siguiente también venía con lazo por parte del Sevilla. Incomprens­ible pase horizontal de Rakitic que ayuda a habilitar a Mata delante de Dmitrovic. Segundo tanto. El sevillista que se enfriaba en las gradas sabía que ya estaba todo perdido y se encargó de gritar contra el palco.

SIN EMOCIÓN

Poca historia en el paso de los minutos en el segundo periodo. Era como si Getafe y Sevilla supiesen que nada más debía suceder. Que los puntos iban a volar hacia el sur de Madrid y en Nervión se iba a vivir el enésimo incendio del curso, con las miradas puestas en el banquillo y las críticas focalizada­s en un palco al que no hay que recordarle el sentir general.

Alonso se la jugaba con dos delanteros a falta de un cuarto de hora. Tarde. Y para rematar una noche amarga, otra mano dentro del área del Sevilla (nuevamente de Juanlu) se señalaba como penalti. Greenwood marcaba. Se marchaba el público con diez minutos por delante. No había paciencia para más. Incluso risas irónicas contra los jugadores locales. Divorcio. Un equipo y un club roto de principio a fin.

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