Marca Bilbao

La noche que soñó un portero

EL ATLÉTICO, A CUARTOS: OBLAK ES DECISIVO EN LA TANDA El esloveno para dos penaltis y Lautaro echa fuera el decisivo • Griezmann y un excelso Memphis remontan antes la diana de Dimarco para un Inter superado casi todo el encuentro

- Alberto R. Barbero @albertorba­rbero

El Atlético sigue de pie. Se apunta el equipo de Simeone a un baile más después de superar sobre la pista al que se suponía era uno de los mejores danzarines del momento. Suena la música, en este caso la de la Champions, y esta tropa se convierte en lo que fue, en lo que es y en lo que será para plantarse entre las ocho mejores del continente. Puede que haya sido engordar para morir, el tiempo lo dirá, es caso es que esta noche no se la quita nadie a la buena gente rojiblanca. Por una vez, la pena no es máxima: por penaltis se certifica una clasificac­ión que tuvo que certificar­se antes.

Y en la tanda, un héroe. Jan Oblak. Sacando primero el de Alexis. Sacando después el de Klaassen. Con una determinac­ión que otras veces se echó en falta, pero a quién le importa el pasado habiendo un presente. El quinto del Inter lo echa fuera Lautaro para que ni siquiera haga falta tirar el quinto, para que nadie se acuerde ya del que ha errado Saúl. Durante el partido el esloveno ha parado unas cuantas ya, que no todo es la visita al punto.

Los cuartos habían estado antes en la pierna derecha de Riquelme, uno de los que por cierto marca en la tanda. El balón que le había puesto Griezmann tenía que ser gol. El partido estaba en la prolongaci­ón y aquello suponía el pase. Pero la Champions siempre encuentra una manera nueva de burlar a este equipo. Y el canterano la pegó cuando sólo tenía que acompañarl­a. Y se le marchó alta para certificar una prórroga en la que el Atlético no pudo y en la que el Inter no quiso.

Mucho antes de todo eso el arranque del Atlético fue aparente y enseguida se tradujo en un Lino contra el mundo en el que Lino pudo con todos menos con Sommer. El equipo rojiblanco amagaba con presionar la salida, pero daba la sensación de que eso precisamen­te era también lo que buscaba la escuadra italiana, atraer al rival para luego buscar su espalda.

Fue sin embargo Morata el que desató otra vez las hostilidad­es, aunque lamentable­mente lo hiciera de cara a su propia portería. Porque una pérdida absurda del ariete provocó el primer despliegue del Inter para que Dumfries encontrara ese latifundio que venía buscando antes de topar precisamen­te con el portero esloveno. Y no una, sino dos veces. Un disparo lejano de Lautaro que se envenenó provocó también la intervenci­ón de Jan para desequilib­rar momentánea­mente el balance de ocasiones.

Lo peor estaba por llegar, sin embargo. Apenas superada la media hora el Inter combinó sin que el Atlético observara convenient­e molestar para que Barella asistiera y Dimarco embocara desde cerca.

RIQUELME FALLA UNA OCASIÓN CLARA PRÁCTICAME­NTE EN LA ÚLTIMA JUGADA

Doblaba la ventaja de la ida la tropa de Inzagui, pero al fútbol no hay quien lo entienda: enseguida pifió Bastoni en el área para que Grizi primero disparara y después preguntara. La tecnología respondió que sí: que era el empate.

Un futbolista como el 7 tiene estas cosas. Se estaba notando su inactivida­d o lo que fuera, el caso es que de repente había firmado el primero y aún pudo firmar el segundo antes del refrigerio si no llega a presentars­e allí Pavard. Cuando Marciniak dijo que hasta aquí la cosa estaba como 46 minutos antes, pero desde la perspectiv­a local existía cierta sensación de que se había salvado una primera bola de partido.

Efectivame­nte, la reanudació­n trajo cuarto de hora de acoso sin derribo. El esfuerzo rojiblanco resultaba encomiable y daba para meter al Inter en el refugio, pero Griezmann falló la que le puso Llorente y Morata la que pedía a gritos que dejara pasar la pelota para que Antoine, completame­nte solo, se las viera otra vez con el de las manoplas. Cada minuto más era un minuto menos.

Al primer movimiento de Simeone, doble con Co

rrea y Riquelme, respondió el primer movimiento de Inzaghi. Y al segundo, doble con Memphis y Barrios, respondió el segundo de Inzaghi. Y de los ocho, uno reclamó los focos: el neerlandés. Que tuvo una primera. Que topó con el palo en la segunda. Que, por fin, cuando el partido languidecí­a, provocó el éxtasis empalando un servicio de Koke. Luego, la prórroga. Luego, los penaltis. Siempre hay que creer.

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GETTY IMAGES EL QUE LOS SACA, EL QUE LOS METE Oblak se hace un selfie con el trofeo que le acredita como MVP del partido y junto a su compañero Griezmann, que había marcado el primer gol local.
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