La visita que no molesta
Enésima derrota rojiblanca a domicilio, ante un rival notable y que se aferra a las opciones de permanencia • Juanmi hace los dos goles • El equipo de Simeone cae sin dignidad alguna
El Atlético es esa visita que nunca molesta. Que llega a su hora, que trae un regalo (o varios), que apenas consume, que no se pone pesada, que se marcha temprano. Incluso que cuando ya se ha ido te parece entrañable. Ideal, vamos. Lo sabe el Nuevo Mirandilla, donde el pasado curso concedió un gol en la primera jugada y otro en la última, donde volvió a despachar esta vez un esperpento traducido en la enésima derrota de la temporada a domicilio. Salvo lo que sería sorpresa mayúscula el miércoles, a las cosas por su nombre, la campaña rojiblanca consistirá en comprobar si da para Champions ganar siempre en casa y perder siempre fuera.
No había pasado gran cosa hasta el ecuador del primer acto, pero es que con este equipo no hace falta que pase gran cosa. Culebreó Navarro sin que nadie se diera por aludido, la puso sin oposición Sobrino desde la izquierda, cabeceó absolutamente solo Juanmi en boca de gol. Los futbolistas del Atlético se miraban unos a otros buscando culpables en vez de soluciones, porque a estas alturas la cosa está tal que así: la defensa es una verbena, el mediocampo exhibe un trote infame por lo físico y una falta absoluta de creatividad por lo futbolístico, la delantera de la ‘doble M’ roza la comedia.
El Cádiz no hacía prisioneros, cuestión que por lo visto, jugándose la vida como anda el equipo amarillo, debió sorprender a su rival. Cada balón dividido era local, cada acción en contra se solucionaba con falta táctica, cada duelo venía marcado por la intensidad exigida por Pellegrino. Y ante todo eso, apenas muecas. De hecho aún pudo ser peor en clave rojiblanca, porque Paulista flirteó con el penalti tras una de esas manos que el personal no sabe ya si lo son o no... pero que en todo caso lo parecen. En el otro área, algún disparito si acaso. La nada.
CAMBIOS PARA CASI NADA
Hay de todo en la viña del Metropolitano. Por ejemplo jugadores a los que, refugiados en un contrato absurdo, se les fue en su día la fuerza por la boca. Por ejemplo jugadores con los que se ha exagerado absolutamente más allá de que exhiban la dignidad de la que carece algún compañero. Por ejemplo jugadores que desconocen el significado de jerarquía, así les va a la que el fútbol obsequia con el primer golpe. Tampoco es que el banquillo ande especialmente lúcido buscando soluciones: tras el descanso aparecieron Nahuel, Riquelme y Correa, pero los dos primeros dimitieron antes siquiera de asumir el cargo.
Angelito hizo un giro con puntín a las manos de Ledesma, algo es algo, pero fue cuestión de esperar a la nueva tropelía. Porque siempre llega. En este caso de Paulista, contagiado ya por lo que se ve, desplazado por Juanmi con un toque que no daba para falta y que dejó al punta mano a mano con Oblak en lo que había sido balón largo a ver qué pasa. Porque el Cádiz andaba preocupado por conservar el primero... y resulta que encontró el segundo. Fue entonces cuando el inquilino del banquillo gaditano hizo a su vez un triple cambio de refresco.
A buenas horas, El Cholo se acordó de que existe Vermeeren. A buenas horas, El Cholo tiró de la cantera en forma de El Jebari. Tanto iba a dar, porque aquello no lo solucionaba ni un Griezmann caído por la causa que se presentara en Cádiz de repente. Mauricio también agotó su carrusel en el tramo final, mientras su equipo no es que recuperara el sabor de la victoria tanto tiempo después, sino que lo hacía con toda la tranquilidad del mundo. Es lo que tiene una visita como la de esta buena gente del Atlético. A su afición se le cae la cara de vergüenza, está por ver lo que sienten ellos. Si es que sienten algo...