Marca Bilbao

A IMANOL SE LE SALTABAN LAS LÁGRIMAS

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La segunda prueba del Mundial de Fórmula 1 se disputó en San Sebastián sin previo aviso. El bólido, un toro azul, llevaba botas de fútbol y respondía en la parrilla de salida si alguien gritaba Kylian Mbappé. El delantero ganó la Q1, la Q2 y la Q3 en el Reale Arena. La Real Sociedad debió trampear el terreno de juego y estrecharl­o como si fuera Atocha, aquel cajón donde los aficionado­s podían oler el perfume de un futbolista.

Más allá de que la Real Sociedad perdió contra el Michael Jordan de la época, hay derrotas que dejan imágenes que se contarán durante lustros. En los últimos veinte minutos, cuando el prototipo estaba en boxes preparado para otra descarga en el siguiente punto del mapa de Europa, una corriente de agradecimi­ento recorrió las gradas del Reale Arena.

Así, sin parar hasta el final, la afición donostiarr­a reconoció a los suyos los años de felicidad. Es fácil y sencillo animar cuando hay un 3-0 a favor en el marcador. Lo difícil es mostrar una complicida­d envidiable cuando la temporada se ha hecho bola.

Si alguien encendiera la televisión en ese momento pensaría que la Real había remontado la eliminator­ia ante el PSG. Esa atmósfera era propia de noches de niebla y canciones en Anfield. El Reale Arena pasó de ronda en esta última edición de la Champions antes del engendro de formato que se ha parido para la próxima temporada, más propio de una noche loca de Koldo y los colegas.

A la Real de Imanol, cuando los entornos fabrican excusas, sí que no se le puede pedir más. Todavía aparecerá algún vigía desubicado para hablar de fracaso. Cuando en el último minuto la cámara enfocó a Imanol dio la impresión de que estaba al borde del llanto. No era extraño. Mbappé no fue el único triunfador de la noche.

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EFE Los jugadores de la Real aplauden a su afición.

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