DÉPOR VIVO
SEIS VICTORIAS CONSECUTIVAS HAN RELANZADO AL CONJUNTO GALLEGO, QUE VUELVE A SOÑAR CON EL ASCENSO Y EL REGRESO AL FÚTBOL PROFESIONAL
¿Será éste el año? Es la pregunta recurrente de los coruñeses en los últimos veranos cuando se ponen en la fila para renovar el abono de Riazor. Cada socio tiene su teoría. No hay que olvidar que en los tres cursos anteriores el desenlace fue diferente y en algún caso cruel, siempre con la conclusión de permanecer una temporada más en Primera RFEF. Es decir, en la tercera categoría del fútbol español.
Esta temporada se iniciaba con Lucas Pérez capitaneando al equipo. El punta coruñés decidió volver a su equipo del alma en el mercado invernal de la campaña pasada, abonando parte del traspaso con su dinero después de pasarlo mal para salir del Cádiz. A la primera no pudo conseguir el ascenso soñado, pero este curso lidera un equipo sólido y al que Imanol Idiakez ha transformado tras varias pruebas sin éxito en una primera vuelta mala, durante la que llegó a verse a muchos puntos, demasiados, del primer puesto.
La irrupción y crecimiento de dos chavales de la cantera han sido la clave para que despegase el conjunto deportivista. Mella y Yeremay, Yeremay
y Mella, son la esperanza de Riazor. “Los pequeños son muy buenos, es muy fácil entenderse con ellos… nos van a dar muchas alegrías”, aseguraba precisamente un Lucas Pérez que lleva ocho goles y nada menos que 13 asistencias en lo que va de curso.
Remontándose en el tiempo, durante el primer curso después del descenso a Segunda B, con aquel conflictivo desenlace ante el Fuenlabrada, estuvo al frente del equipo Fernando Vázquez. Fue un campeonato atípico: se salía poco a poco de la pandemia y la Federación propuso dos grupos. La afición del Dépor había conectado con Fernando, un técnico de la casa que siempre revitalizó al equipo cuando fue entrenador, pero el club terminó fulminándolo tras caer derrotado en Zamora. Lo sustituyó Rubén de la Barrera y el final de temporada fue convulso, al borde incluso de un descenso que finalmente se evitó.
El Dépor iniciaba meses después su segundo año consecutivo en la tercera división nacional. Eligió para pilotar la nave a un técnico que ya había conseguido dos ascensos: Borja Jiménez aterrizó en A Coruña tras haber ascendido al Cartagena y al Mirandés. El técnico confeccionó una plantilla a su semejanza, incluso llamando él mismo y convenciendo a futbolistas de la categoría que conocía. Tras una primera vuelta espectacular, con ocho puntos de diferencia respecto al segundo clasificado, el Racing de Santander, se firmó una segunda parte del campeonato nefasta, con una derrota clave en Riazor ante el equipo cántabro.
El estadio herculino siempre tiene hueco para grandes hazañas, pero también para grandes desilusiones. El frustrado ascenso ante el Rayo Vallecano en los 80, el penalti de Djukic ante el Valencia que hubiera valido un título de Liga... y quizás se puede incluir la derrota ante el Albacete en el playoff de retorno a Segunda. Tras meterse en la final con goleada al Linares, el destino quiso que el equipo de Rubén de la Barrera, preci
samente de él, batiese a los de Borja Jiménez en una prórroga maldita para un feudo que por supuesto se había llenado y en el que quien más quien menos acabó desolado.
Pero los fracasos motivan mucho a una afición ejemplar. Sin duda, es una de las más fieles de España. En esta tercera categoría tiene nada menos que 28.000 abonados y es muy complicado no ver en cada desplazamiento una media de 500 o 1.000 personas siguiendo al equipo. La tercera temporada se iniciaba otra vez con un Borja Jiménez cuestionado por la afición por el fracaso postrero del curso anterior. Efectivamente, tan sólo duró siete jornadas en su segunda campaña en el club. Un empate en Majadahonda acabó con su etapa deportivista y el nuevo inquilino del banquillo fue Óscar Cano.
El andaluz construyó un equipo sólido, sobre todo en Riazor, pero su gran asignatura pendiente fue el rendimiento a domicilio. Ni siquiera un Alberto Quiles en plan goleador pudo ayudar a que el equipo lograse el ascenso. “El año fue raro. Fuera de casa nos costó mucho cuando en Riazor éramos muy superiores. No pudimos ganar fuera en la segunda vuelta y en el playoff nos penalizó no haber quedado más arriba”, asegura el propio Quiles cuando echa ahora la vista hacia atrás.
Al técnico tampoco le ayudaron las ruedas de prensa. Con la afición en contra, Cano fue destituido para darle por segunda ocasión el banquillo... a Rubén de la Barrera. Con él se llegó de nuevo a los playoffs. En esta ocasión quedó eliminado en la primera eliminatoria frente al Castellón, tras un encuentro épico en Castalia (4-3), de nefasto recuerdo para Ian Mackay, que además de fallar en algún gol acabó expulsado dejando al equipo blanquiazul con un jugador menos en la prórroga.
No cabe duda de que el periplo del Deportivo en esta Primera RFEF ha sido muy irregular. Nada menos que cinco entrenadores, haciendo balance, han pasado por el banquillo gallego. Fernando Vázquez, Rubén de la Barrera (dos etapas), Borja Jiménez, Oscar Cano e Imanol Idiakez han dirigido al Dépor en esta división. El vasco incluso llegó a confirmar que salvó un matchball en Barcelona ante el filial azulgrana, porque una derrota hubiera derivado en su destitución.
Álvaro García Diéguez se mostraba ayer mismo satisfecho, tras un acto del ‘Dépor Genuine’: “Estoy como aficionado y también como presidente del consejo de administración más contento de lo que estuvimos otros años, eso es indudable, porque están saliendo bien las cosas. Pero me quedo con el mensaje del entrenador, de ir partido a partido y veremos dónde nos deja esto al final de temporada”.
3,5 GOLES POR PARTIDO
Desde que se cayó el 14 de enero en el feudo de la Cultural, 1-0, todo han sido alegrías en clave deportivista: tres como locales (2-0 a la Ponferradina, 4-1 al Fuenlabrada y 4-1 al Tarazona) y otras tantas como visitantes (1-2 al Celta B, 0-5 al Logroñés y 0-4 al Osasuna B este mismo domingo). O sea, 21 goles firmados en seis partidos, a 3,5 por duelo. Traducido a la clasificación, aquel Deportivo que penaba no hace tanto ya es segundo, con 47 puntos y apenas a uno de la Ponferradina, léase del primer puesto del grupo que marca el ascenso directo. Si se mira hacia abajo, habría una diferencia de seis puntos con la Cultural, primer equipo que estaría fuera del playoff.
Nicolás Fedor, Miku, fue también jugador del Dépor varias temporadas. Se trata de alguien que tiene mucho cariño a una ciudad y a un club al que sigue siempre. El actual ‘9’ de Academia Puerto Cabello en la Primera venezolana, que está disputando la Copa Libertadores, admite que siempre fue muy complejo el camino del Dépor en Primera RFEF. “Tiene estructura de Primera división, tiene salarios más altos que muchos equipos de Segunda, es un club con mucha historia y lleva un escudo que pesa mucho para los futbolistas. Encima, es el rival a batir desde el inicio de liga. Todos los jugadores de todos los equipos tienen marcado en el calendario el duelo para hacerlo lo mejor posible, de manera que tenga repercusión y ayude en sus carreras… para mí es la mayor dificultad sin duda”, expresa.
Richard Barral, exdirector deportivo del club, también participa del debate: “El fútbol no son matemáticas y no sólo se trata de un factor. Pero pienso que hay dos aspectos que han ayudado para que esté ahora bien el equipo. En los malos momentos se mantuvo la tranquilidad y no se tomaron medidas rupturistas. Y, segundo, no hubo ningún equipo que se marchara claramente en la clasificación”.
El Dépor, en fin, es el mejor equipo de las tres principales categorías del fútbol español en 2024, con un balance de siete victorias (a todas las mencionadas hay que añadir la que se firmó ante la Real Sociedad B en el primer partido del año) y una sola derrota. 21 puntos por delante de los 20 del Real Madrid o los 19 del Barça. El año que se consiguió el título de Liga, aquel glorioso 2000, siempre se veían cabezas de ajos en los saques de esquina que se ejecutaba en Riazor. ¿Volveremos a verlas a partir de ahora? Los últimos equipos que lograron una racha de seis triunfos, Racing y Amorebieta, ascendieron ese curso. Un club, una afición y una ciudad sueñan ahora con volver al fútbol profesional. El Deportivo está vivo.