Marca Bilbao

El asesino ordena pelear

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–¡¡Paulinoooo!! ¡A boxeaaaaar!

El alarido de ‘El Pavo’ retumbó en el cementerio de españoles: en Mauthausen.

–¿Dónde estás? ¡Ven aquí! ¡Paulinoooo­oo, tienes que pelear!

El que gritaba era Franz Ziereis, el comandante del campo de concentrac­ión, un SS cruel y sin escrúpulos, un asesino al que los republican­os allí encerrados, encarcelad­os, habían apodado así por su arrogancia: ‘El Pavo’. Estirado, soberbio, malvado, el nazi tenía ganas de disfrutar.

Hablaba en alemán, pero todos lo entendían a la perfección. Sabían a quién buscaba. No hacía falta traducción. El SS llamaba a Segundo Espallarga­s, el prisionero con el número 5.897 y un triángulo azul; el invencible republican­o español.

Había llegado el momento de pelear. “Cuando se aburría, los domingos, el comandante venía y me decía: ‘Paulino, venga, instala el ring’. Y me hacía boxear en el campo. Contra un adversario, contra dos, contra tres...”, rememora Segundo en la entrevista que concedió el 22 de febrero de 2006 a la Asociación Memoria Viva, una conversaci­ón que se conserva en la actualidad en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca*.

La vida de Paulino dependía de aquellos combates.

UNOS 90.000 ASESINADOS

En Mauthausen se ejecutaba por puro placer. Para los nazis la vida de un preso carecía de cualquier valor, pero como allí nada se podía explicar... El asesino ordenaba pelear. “En un lugar como aquel, tan siniestro, en el que todo era matar y asesinar, los SS se dedicaban a organizar combates de boxeo... ¡Una locura!”, recuerda Marcelino Bilbao, preso 4.628, en el libro ‘Bilbao en Mauthausen’.

Una ‘milagrosa’ locura...

“A mi padre, el boxeo fue lo que le permitió sobrevivir”, dice Linda.

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