El Corpus Christi llena de fe la tarde del domingo
● El obispo destacó la culminación de la Alianza de Dios con su pueblo
Desde cualquier esquina de Málaga en la que se escondiese una iglesia, los banderines y farolillos anunciaban el día que era. Domingo, Día del Señor y Día del Corpus Christi. La Catedral era un ir y venir de gente, estandartes y pequeños vestidos con sus trajes de comunión y una amplia sonrisa acompañada de la frase del Día “Mamá, qué calor”. Un sol sofocante brillaba sobre la Sur cuando el obispo Jesús Catalá pronunciaba sus primeras palabras en el Altar al son de las campanas de las 18.30.
La eucaristia fue más larga de lo normal, como en propio día, ya que desde la mañana los altares que bordeaban calle Larios habían convertido la celebración en una fiesta ininterrumpida. Cuando los Seises cantaban, ya pasanban las 19.30. El retraso acentuaba las ganas de los presentes, que rodeaban el patio de la Catedral por el que saldría el Santísimo en su trono, cortejado por numerosos sacerdotes representantes De la Iglesia en Málaga, y seguido de un palio, que remarcaba el carácter solemne con el que debía ser tratado.
La banda de Bomberos ponía banda sonora a una tarde de Domingo, de flores y de alegría porque Dios se hacía cuerpo en una Málaga ansiosa de fe, que rezaba con cánticos e incienso todo el recorrido.
El punto álgido fue la llegada a la plaza de la Constitucion, donde frente al Altar de la cofradia de la Cena, Cuerpo e imagen se hacían uno en la representación más sagrada y tangible de la eucaristía. Tras esto, una rápida vuelta a la Catedral mientras caía la noche y algunas bandas resonaban lejanas dando fin a la procesión más importante. Tomad y comed, malagueños, a Cristo en su gran Día. Amén.