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VIDAS PARALELAS

- @avalencias­aiz ⏷ ÁNGEL VALENCIA

COMO ustedes recordarán, Plutarco en sus Vidas Paralelas, escribió una serie de biografías de griegos y romanos famosos, elaborada en forma de parejas con el fin de comparar sus virtudes y defectos morales comunes. Como él mismo explica en el primer párrafo de su Vida de Alejandro, Plutarco no pretendía tanto escribir historias como explorar la influencia del carácter sobre las vidas y los destinos de los hombres famosos. “No escribimos historias, sino vidas; no es en las acciones más ruidosas donde se manifiesta­n la virtud o el vicio, sino que muchas veces una situación pasajera, un dicho o una niñería sirven más para declarar un carácter que batallas en que mueren millares de hombres, numerosos ejércitos y sitios de ciudades”. Plutarco buscaba el carácter moral del personaje y, por ello, en sus ‘Vidas’ imperan el desarrollo narrativo porque su propósito es explicar el ethos, el carácter humano.

Hoy, podríamos escoger dos vidas paralelas, unidas únicamente por el éxito profesiona­l pero en las que sería difícil encontrar similitude­s en el carácter moral. Una sería la vida de alguien de mucho talento que admiramos por su obra pero que preferimos no conocer por su carácter. La otra, sería la vida de alguien, muy conocida en su ámbito profesiona­l pero no por el público y que su historia trasciende por una distinción o u acto extraordin­ario.

Los escritores, músicos o artistas que admiramos pertenecer­ían a esa primera categoría. Con notables excepcione­s. Muchos de los que admiramos, si los conociéram­os nos decepciona­rían. Probableme­nte, querríamos estar lejos de un escritor como Céline o de un pintor como Caravaggio con lo que sabemos de sus vidas. Isabel Coixet nos habla en un artículo reciente publicado en el País de Gerard Depardieu, un “monstruo sagrado del cine que se comporta como un monstruo” en la mesa, con la gente, con las mujeres y también como ciudadano –recordemos que se fue Rusia para pagar menos impuestos que en Francia- que ahora ha sido acusado de abusos sexuales, si bien, se ha firmado un manifiesto de defensa en Le Figaro hacia él que ha sido firmado hasta por el presidente Macron. Si el personaje de ahora es así de repelente, preferimos la sencillez del personaje de Olmo Dalcó, aquel campesino comunista que interpretó de manera memorable en Novecento.

A Plutarco hoy, este segundo caso, quizás se preguntarí­a por qué, a veces, funciona bien o no tan bien la meritocrac­ia –como a Michael Sandel–. Este es el caso, de La científica española Eva Nogales, una biofísica madrileña de 58 años que trabaja en la Universida­d de Berkeley desde hace muchos años y se formó en la Universida­d Autónoma de Madrid en los años 80. “Mi padre era pastor de ovejas y mi madre era bordadora. No pudieron acabar la educación básica porque se tuvieron que poner a trabajar con 11 o 12 años”. Ha obtenido un premio de más de un millón de euros, el Shaw, entregado en Hong Kong y considerad­o el Nobel oriental. Uno de cada siete galardonad­os ha terminado ganando también el Nobel. Al contrario que Depardieu, su carácter y su ejemplo, no sólo es valioso para futuras científica­s, sino en general para todos. Sin duda, nos quedamos con Eva.

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