La Vanguardia (1ª edición)

Superrico, idiota y brillante

- John Carlin

PExiste una inusual química entre esos dos célebres chiflados que son Elon Musk y Donald Trump

erdón. Interrumpo las vacaciones de agosto con otra clase de inglés. Como la de hace un par de semanas en este espacio, se centra en una palabra. Aquella, inventada hace mil aÒos, era weird, que significa “raro”, pero con matices. La de hoy, m·s f·cil, es bromance, recién salida del horno, acuÒada en este mismo siglo XXI.

Un compuesto de brother (hermano) y romance, se refiere al amor entre dos hombres. Pero de sexo, nada. Bromance describe una relación íntima, pero no carnal. Ejemplos: Sherlock Holmes y el doctor Watson; Vladímir Putin y Kim Jong Un; Leo Messi y Luis Su·rez.

Mi razón por explicar la palabra bromance deriva de la feroz pasión platónica que se acaba de revelar entre Elon Musk y Donald Trump. Ocurrió el lunes por la noche y el escenario fue la plataforma Spaces de la red social X, conocida como Twitter antes de que Musk se diera el capricho de comprarla hace un par de aÒos por 44.000 millones de dólares.

El hombre m·s rico del mundo conversó con el hombre m·s ridículo del mundo durante dos horas. Confieso que no aguanté hasta el final, pero sí lo suficiente como para constatar que existe una inusual química entre estos dos célebres chiflados.

“Creo que estamos en una encrucijad­a respecto al destino de la civilizaci­ón y creo que tenemos que elegir el camino indicado y creo que usted es el camino indicado”, babeó Musk. “Tu apoyo significa mucho para mí”, respondió Trump, con una ternura nunca vista.

¿A qué se debe este brote de amor entre el presidente naranja de 78 aÒos y el magnate p·lido, candidato ideal a sus 53 aÒos para el papel del villano en la siguiente película de James Bond? (Pienso en el asesino p·lido de Casino Royale, o en Javier Bardem en Skyfall.)

Musk –dueÒo de cohetes espaciales, satélites y una empresa de vehículos eléctricos– había votado por los demócratas Barack Obama, Hillary Clinton y Joseph Biden en las últimas cuatro elecciones presidenci­ales. Pero acaba de recibir un flechazo. O, quiz· mejor, un balazo.

Ocurrió el día en el que Trump sufrió un intento de asesinato. “Su valentía bajo fuego fue increíblem­ente inspirador­a”, dijo Musk. “Eso fue lo que me inspiró a darle mi apoyo”. Curioso que un tipo con un cerebro tan reconocida­mente superdotad­o se hubiese convertido al trumpismo de manera tan poco racional. Quiz· la explicació­n resida en que nació y se crió en Sud·frica durante el apartheid, época en la que el ideal del hombre blanco era un macho alfa racista, papel ejercido de manera ejemplar por su pap·.

En el caso de Trump, su nueva figura paterna, el bromance es m·s f·cil de entender. Uno piensa en la única razón posible por la que Ivana, Marla y Melania se habrían casado con él: su dinero.

“Estoy a favor de los coches eléctricos”, había declarado Trump ante sus fieles a principios de mes. “Tengo que estarlo, saben, porque Elon me ha dado su fuerte apoyo. O sea, que no tengo opción”. No la tiene, aunque previament­e había expresado su preferenci­a por la gasolina sobre la electricid­ad como fuente de propulsión motriz, porque la alternativ­a sería declinar los millones que Musk le est· dando para su campaÒa electoral.

No estamos hablando de individuos muy sutiles aquí. El talento que Musk tiene para la ingeniería y los negocios no se extiende a otros terrenos. Fíjense en las tonterías que ha repetido a sus 194 millones de seguidores en su cuenta X sobre los brotes de violencia en Alemania e Inglaterra contra inmigrante­s musulmanes.

“La guerra civil en Europa es inevitable”, escribió en octubre del aÒo pasado; unos días después: “Europa se dirige a una guerra civil”; en noviembre: “Europa parece que se encamina a la guerra civil”; este mes: “La guerra civil es inevitable” en el Reino Unido.

Ignorante, adem·s de espectacul­armente irresponsa­ble, Musk no solo alienta la violencia ultraderec­hista, delata su mentalidad apartheid (otras etnias: ¡fuera!) y no disimula su deleite ante la fantasía de una Europa baÒada en sangre.

Me pregunto: ¿yo querría ser el hombre m·s rico del mundo? ¿Me gustaría también poseer una fortuna de 200.000 millones de euros? Tendría su gracia. Pero valoro m·s un mínimo de buen juicio que una colosal cantidad de dinero. Si el precio que hubiese que pagar fuera convertirs­e en un idiota brillante como Elon Musk, no. Creo que no.c

 ?? Alex Brandon / Ap-LaPresse ??
Alex Brandon / Ap-LaPresse

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain