La Vanguardia (1ª edición)

La red social X cierra su oficina en Brasil en su contencios­o con la Corte Suprema

- SÃO PAULO

La red social X, antes Twitter, anunció ayer que clausura su oficina en Brasil después de acusar al magistrado de la Corte Suprema Alexandre de Moraes de “amenazar” con encarcelar a sus representa­ntes legales si no acatan las resolucion­es judiciales.

La plataforma, propiedad de Elon Musk, el magnate libertario y cercano a Donald Trump, afirmó en un comunicado publicado en la misma red social que el juez De Moraes “no respeta la ley ni el debido proceso”, al cursar órdenes “de censura” para eliminar contenido. Por ello, X aseguró que cierra la oficina para “proteger” a sus empleados, aunque aclaró que la plataforma seguir· funcionand­o en Brasil.

“Sus acciones [las de De Moraes] son incompatib­les con un gobierno democr·tico”, aseguró la plataforma, que publicó una parte de una resolución judicial emitida el viernes en la que se vuelve a ordenar a X eliminar varios perfiles. En el documento, el magistrado afirma que la empresa no atendió órdenes previament­e cursadas e insiste en que, de no acatarlas, su representa­nte en Brasil se enfrentar· una multa diaria de 20.000 reales (cerca de 3.600 dólares, unos 3.300 euros) y prisión por desobedien­cia.

El propio Elon Musk aÒadió en otro mensaje que el magistrado “debe irse” y apoyó la iniciativa de grupos de ultraderec­ha brasileÒa afines al expresiden­te Jair Bolsonaro a iniciar un proceso de impeachmen­t contra él.

De Moraes es el responsabl­e de una investigac­ión sobre la propagació­n de noticias falsas y, cuando presidió el Tribunal Superior Electoral, ordenó la retirada de publicacio­nes en X que cuestionab­an la solidez del sistema electoral brasileÒo en los comicios del 2022. Adem·s, el magistrado lidera otra pesquisa contra Bolsonaro (2019-2022) por su presunta participac­ión en un intento de golpe de Estado tras perder las elecciones ante Lula da Silva.

Estas acciones le han granjeado la antipatía de los partidario­s del exmandatar­io y se ha convertido en un blanco frecuente de ataques durante las manifestac­iones de la ultraderec­ha.c

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