La Vanguardia (1ª edición)

Un oro como una catedral

Dos goles de Camello en la prórroga coronan a la España de Fermín ante Francia

- Juan Bautista Martínez París Enviado especial

Y entonces llegó él. Sergio Camello, de 23 años. Y entonces apareció el delantero del Rayo para levantar el balón con hilo de seda sobre el portero Restes. Justo en el minuto 100, en plena prórroga, en pleno asedio francés, cuando la fiesta ya estaba mastic·ndose en el Parque de los Príncipes. Pero Camello dijo que tenía que ser el día de su vida y no tenía bastante. Aún metería el quinto en el último suspiro, inmenso, para convertir en campeona olímpica a la España de Fermín. Una España irreductib­le, trabajador­a y corajuda que se levantó varias veces y que tuvo que ganarse el oro hasta en dos ocasiones.

Porque cuando lo tenía en la mano, un penalti muy discutible llevó el partido a la prórroga. Allí España se impuso, consiguió el segundo oro en fútbol de su historia tras el de Barcelona’92 y logró

El barcelonis­ta hizo un doblete en un partido electrizan­te que se fue al tiempo extra con un penalti polémico

el primer título olímpico de un equipo desde el waterpolo masculino de 1996. Sudó y se lo ganó como nadie. Porque España, con hasta siete jugadores formados en la Masia, había reaccionad­o al gol inicial de Millot con tres zarpazos en diez minutos, dos obras de un desatado Fermín, que termina el torneo con seis tantos, y otro de Baena. Con esos mandobles gestionó España el partido y le debió bastar para ganar, pese a los arreones franceses, pero la polémica estaba servida.

El colegiado brasileño Ramon Abatti había dicho que Kalimuendo se levantara. Corría el 90 y España tenía el oro en la punta de los dedos, pero Abatti fue conminado a acudir al videoarbit­raje y con todo el estadio gritando “penalti, penalti”, la decisión fue la que satisfacía a la grada. ¿Hubo contacto y ligero agarrón de Miranda? Sí. Suficiente. Depende. Pero hoy en día los penaltis televisivo­s son frecuentes y Arsène Lupin apareció por el Parque de los Príncipes para echar un cable a los anfitrione­s, que habían estado contra las cuerdas ante una España mejor. Capaz de resistir un primer envite y de remontar con tres goles en diez minutos, dos de ellos del incombusti­ble Fermín. Una reacción que le debió llevar al oro sin prórroga si no se hubiera echado tan atr·s, con lo que Francia recortó distancias, y si no hubiera intervenid­o el VAR, gracias al cual el equipo de Henry empató. Mateta marcó de penalti el 3-3 y desató la locura. Aunque la prórroga estuvo cerquita de no jugarse porque Turrientes disparó al larguero.

En el tiempo extra, ya sin sus mejores jugadores, como Fermín y Baena, relevados, la empresa se presentaba como un Gólgota para España. Quien m·s quien menos pensaba que el desenlace estaba claro, pero Camello volvió a adelantar a los de Denia con el 3-4 tras asistencia de Sergio Gómez. Marcó y salió corriendo mientras todos los jugadores se desparrama­ban de euforia. No estaba ganado, y m·s teniendo en cuenta el partido electrizan­te que se estaba viviendo. Hasta que el propio Camello coronó la manita y entonces el jolgorio ya no tenía vuelta atr·s.

Antes, mucho antes, en el recinto, lleno y espléndido, se desplegó una lona acompañada del lema “Décrocher la medaille” (conseguir la medalla). Mientras, La marsellesa se cantaba a todo trapo y en las gradas se coreaba el “Allez les bleus”. Se las prometía felices la afición local, que quería llevar en volandas al conjunto de Thierry Henry. Bajo ese influjo, la selección francesa salió envalenton­ada. Jugando al límite y aprovechan­do que España arrancó tímida, los franceses se adelantaro­n. 40 años después de que el maravillos­o Arconada cometiera un error a lanzamient­o de Platini en este mismo estadio en la final de la Euro’84, Arnau Tenas no supo desviar un balón tras remate de Millot. Se resarciría después y con creces. Los jugadores de Santi Denia parecían nerviosos. En esos instantes de naufragio nada podía hacer imaginar que poco después España le iba a dar la vuelta al encuentro. Con un protagonis­ta absoluto, Fermín. Si en la Eurocopa, hace unas semanas, fue Lamine Yamal el que neutralizó la ventaja francesa, en París fue Fermín, en racha total, cada vez m·s crecido, cada vez m·s importante, el que capitalizó la reacción. En el día que el Baráa oficializa­ba el fichaje de Dani Olmo, Fermín dijo aquí estoy yo. España había girado la situación y había dejado grogui a Francia y al público. M·s lo estaría cuando Baena transformó un libre directo con una ejecución perfecta. En diez minutos, del 18

al 28, la selección había sido un hurac·n. Un equipo con bandas, sobre todo la izquierda, con velocidad, con verticalid­ad y con un juego entre líneas indetectab­le.

Claro que todavía restaba un mundo y que cualquier signo de recuperaci­ón francesa encendía el estadio. El paso por los vestuarios devolvió al campo a una Francia que quería. Confiaba en que empujando podría atosigar a España. Fue cuando se olvidó de tener un poquito el balón cuando sufrió m·s, se retrasó y permitió a Francia creer. Iban los bleus asu modo y con su gente, y España daba síntomas de agotamient­o. Denia quitó, por ejemplo, a Fermín, que había recibido varios golpes, y al final, ni que fuera por insistenci­a, llegó el arrebato. De tanto rondar el ·rea con centros se produjo el 2-3 en una falta de Akliouche que entró tras un rebote. Era el 79, pero teniendo en cuenta los añadidos que se establecen aún había tiempo. Porque se había retroalime­ntado la fe de Francia, que protestaba. Como en el penalti que le pitaron a Miranda y que llevó el encuentro a la prórroga. Con todo en contra emergió Camello. Qué partido. Qué final. Qué oro.c

 ?? LUIS ROBAYO / AFP ?? Euforia. Los jugadores de la selección española celebran la consecució­n del título olímpico ante Francia
LUIS ROBAYO / AFP Euforia. Los jugadores de la selección española celebran la consecució­n del título olímpico ante Francia

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain