“Pensamos en un plantón”
Los triatletas supieron que se disputarían sus carreras al alba, al despertarse y recibir un e-mail con la confirmación
Lector, imagínese la escena. Se ha pasado usted cinco semanas en las alturas de Font Romeu nadando, pedaleando y corriendo a 2.000 metros de altitud.
Imagínese soñando con la cita olímpica, dejándose la piel, calculando vatios, comiendo lo que toca, practicando transiciones y contando las horas de sueño para irse a la cama en la víspera de su gran cita y no saber si, al amanecer, su prueba va a disputarse.
(...)
En la madrugada de ayer, Anna Godoy (acabó 17.ª; se impuso la francesa Cassandre Bougrande, vaya festín se están dando nuestros anfitriones) no sabía qué iba a ser de ella.
No sabía si competiría, ¿sí o no? La culpa era del Sena, cómo no: estas aguas siempre están en el epicentro de esta historia.
La organización ha pasado semanas extrayendo muestras del río, comprobando el nivel de bacterias, el E. coli, los enterococos. 1.400 millones de euros han invertido el Ayuntamientoylaprefecturaenhigienizar las aguas, pues se veían condicionados por las lluvias del fin de semana y, a mayor abundamiento, por la tormenta eléctrica de esa noche.
Cuando se metió en la cama, a las ocho de la tarde del martes, Anna Godoy siguió el plan: dormir todo lo que pudiera y centrarse psicológicamente en la carrera. Y si no se disputase, ya veríamos...
–Me desperté a las cuatro de la mañana (la prueba arrancaba a las 8 horas), y a las 4.10 horas recibí el e-mail confirmando que se competiría.
(A esa hora, el cielo tronaba). –Y eso es un disparate –me contaba en la zona mixta, pequeña y compacta, portento de resistencia física y mental–. Y aprovecho para hacer un llamamiento: creo que la Federación Internacional de Triatlón debe mejorar muchas cosas. Ya se sabía que estos Juegos serían en París, así que tenía que haber buscado una solución mucho antes.
–Los expertos llegaron a pensar en convertir el triatlón en duatlón – le observé.
–Nos hubiéramos plantado. Porque ese ya no es nuestro deporte. ¿Usted se imagina a un nadador compitiendo en salto de trampolín?
–No quería llegar a esa situación. Quería que esto fuera un triatlón, y por suerte ha sido así. Pero estoy de acuerdo con mi compañera, porque somos triatletas y nadamos, pedaleamos y corremos, y el triatlón es otra cosa. Es un deporte duro y nos adaptamos a todo, pero hay unos límites –asentía Alberto González (26), eufórico porque había peleado por el podio hasta los siete últimos kilómetros (al final acabó octavo; ganó el británico Alex Yee, fino y elástico como un mediofondista)–. Durante un rato me lo había creído. Me había venido arriba en la primera vuelta de la carrera a pie, aunque aún debo desarrollar más capacidades.c
“Hacer del triatlón un duatlón hubiera sido un disparate, como hacer saltar a un nadador”, dice Anna Godoy