La Vanguardia (1ª edición)

Dos muertes para una gran guerra

- X v M s de X xàs

Israel ha descabezad­o a Hamas y Hizbulah, enemigos a los que no tardarán en crecerles nuevas cabezas, sobre todo ahora que la espiral de violencia y venganza está fuera de control.

Matar a Ismail Haniye, líder político de Hamas, en su casa de Teherán y acabar también con Fuad Shukr, jefe militar de Hizbulah, en su piso de Beirut, son golpes de audacia, ejemplos de la eficacia de la inteligenc­ia militar israelí, pero también de una decisión política que difícilmen­te protegerá a Israel. El primer ministro, Beniamin Netanyahu, atiza las brasas de un conflicto que, desde su inicio el pasado 7 de octubre, quiere largo y cruento.

La muerte de Haniye y de Shukr no forzará una tregua en Gaza y Líbano y, aún menos, la claudicaci­ón de Hamas y Hizbulah.

Hasta ahora, Irán ha reaccionad­o con prudencia e ineficacia a cada ataque de Israel, pero todo estratega sabe que la paciencia tiene un límite y que de los errores se aprende.

Oriente Medio sigue ardiendo bajo la canícula estival y no hay bomberos a mano. La diplomacia ha agotado sus opciones de mediación, tanto con Israel como con sus enemigos, y ahora solo el agotamient­o, el cálculo sopesado de uno

y otro bando, la valoración de si es mejor golpear en caliente o en frío, decidirá el tiempo y el blanco de la próxima tragedia.

La desgracia para los pueblos de Oriente Medio es que la sangre caliente suele imponerse a la cabeza fría. Los palestinos y los libaneses lo saben muy bien, llevan décadas

sobrevivie­ndo entre los escombros que dejan los generales, los presidente­s y los líderes espiritual­es, jerarcas que no se cansan de exigir sangre fresca.

El 7 de octubre, advertido por Estados Unidos y sus propios estrategas militares, Israel sabía que no podría aplastar a Hamas en Gaza,

pero aun así lanzó una ofensiva militar devastador­a.

Podría no haber entrado en la franja. Israel podría haberle dicho a Arabia Saudí, a los Emiratos y a Qatar, Egipto y Jordania, que la paz tiene unas obligacion­es, ninguna más importante que ahogar a Hamas, a la Yihad Islámica y a Hizbulah. Si querían un nuevo Oriente Medio, uno que pudiera acabar con la teocracia iraní y ofrecer a los palestinos su legítimo derecho a la autodeterm­inación, los árabes debían aliarse con Israel para erradicar las milicias proiraníes del Arco de la Resistenci­a.

La inteligenc­ia militar israelí acabaría con sus líderes, a los que se les cortaría el acceso a las armas y el dinero desde las capitales árabes. La estrategia no podía fallar: fuerza para aplastar a los violentos

La muerte de Ismail Haniye no hará más seguro Israel

y diálogo para fortalecer a los pacíficos.

Israel impuso, sin embargo, la ley del talión, la retribució­n del ojo por ojo. Hamas lo sabía. Cuando cometió la atrocidad del 7 de octubre, sabía cuál sería la respuesta de Israel. Solo debía esperar a que el mundo contemplar­a los cadáveres de las mujeres y los niños, de los inocentes aplastados bajo las ruinas, para demostrar que el único camino era la resistenci­a armada, la estrategia de asesinar entre el río y el mar a tantos judíos como fuera necesario, la aniquilaci­ón completa de un Estado que reproducía en el pueblo palestino las atrocidade­s que había sufrido a manos de los nazis.

Israel cayó en esta trampa, se dejó llevar por la ira –igual que Estados Unidos después del 11-S– y quedó atrapado en la ratonera de Gaza, territorio que ha destruido casi por completo, una ruina humana y física de la que no podrá desentende­rse hasta que Palestina alcance la autodeterm­inación.

Las guerras no han traído la paz. Israel las ha ganado para sobrevivir, pero no para coexistir. Sin un proyecto político para compartir el territorio y el destino con sus vecinos, está condenado a las trincheras y a los muros, al aislamient­o y la intransige­ncia, a ver cómo la cabeza de la serpiente se regenera después de cada hachazo.c

 ?? Ayman Al Hassi / Reuters ?? Israel mató ayer a dos periodista­s de Al Yazira al bombardear su coche en la ciudad de Gaza
Ayman Al Hassi / Reuters Israel mató ayer a dos periodista­s de Al Yazira al bombardear su coche en la ciudad de Gaza

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