La Vanguardia (1ª edición)

La gran renovadora del fado

- Ramon Súrio

Ha muerto Mísia, la artista que salpicó el fado con toda clase de músicas e influencia­s, de Iggy Pop a Ute Lemper

Mísia es el nombre artístico con el que era conocida Susana Maria Alfonso de Aguiar, una célebre cantante portuguesa de fados nacida en Oporto en 1955.

Aunque, más allá de buscar la pureza del género, siempre persiguió una apertura de miras que la llevó a otros estilos, e incluso a otras disciplina­s artísticas. En esta actitud tuvieron una gran influencia su madre y su abuela, ambas de origen catalán, que trabajaron como bailarinas, clásica y de cabaret, lo cual sirve para comprender los diferentes estilos que incorporó a su repertorio, yendo con soltura del tango al bolero y otras fusiones que daban cabida a instrument­os ajenos al fado, como el acordeón, violín o piano. Motivo que hizo que desde el principio de su carrera se sintiese cómoda cantando tanto habaneras como cuplé o temas de comedias musicales, figurando entre sus grandes referentes Marlene Dietrich, Judy Garland o Édith Piaf, aunque en su personal estilo tuviese una gran importanci­a la herencia de la reina del fado, la gran Amália Rodrigues.

Siguiendo la tradición familiar, se fogueó en el mundo del espectácul­o como bailarina de El Molino de Barcelona, ciudad donde vivía su abuela. Pasaría su juventud entre esta ciudad y Madrid, donde se impregnó del espíritu de la movida. Cogió su nombre artístico inspirada por el de una musa del pintor Josep Maria Sert. No empezaría a dedicarse al fado hasta volver a Portugal, pasada ya la trentena.

Publica su primer álbum Mísia en 1991. En su segundo trabajo, Fado (1993), graba en catalán una versión de La gavina de Marina Rossell e incluye una relectura de As time goes by, un estándar que se hizo célebre gracias a la película Casablanca.

Además de portugués, cantaba en inglés, francés, castellano, catalán o napolitano, y a lo largo de una quincena de álbumes pudo colaborar con artistas muy diversos.

Su álbum Drama box (2005), dedi

cado a su madre, es un compendio de tangos, boleros y fados cantados en portugués y castellano en el que se describe cómo una bailarina de cabaret que vive con sus músicos en el Drama Box Hotel. En él colaboran las actrices y cantantes Fanny Ardant, Carmen Maura, Maria de Medeiros y Ute Lemper. Más adelante, en el doble álbum Ruas (2009) muestra una encrucijad­a que siempre determinó su talante artístico; por una parte, incluye un primer disco, llamado Lisboarium, que se nutre del imaginario fadista, y un segundo, Tourists, que propone excursione­s a otras culturas; en el primero da voz a queridos poetas y escritores como Fernando Pessoa, Mário de Sá-Carneiro, António Botto, Ary dos Santos, además de versionar a Pedro Ayres de Magalhaes (Madredeus) e incursiona­r en la morna de Cabo Verde.

En el segundo propone sorprenden­tes viajes a la música turca, con la ayuda de la flauta ney de Kudsi Erguner, al rock industrial de Nine Inch Nails, al flamenco, a la chanson francesa o al pospunk con una recreación del Love will tear us apart

de Joy Division.

Otra muestra de su gran eclecticis­mo la encontramo­s en el álbum

Delikatess­en café concerto (2013), una compilació­n personalís­ima de géneros, cantados en tres idiomas, con la ayuda de ilustres intérprete­s. Así, la brasileña Adriana Calcanhott­o hace un dúo con ella en Qué será y la temible iguana de Detroit, el ilustre Iggy Pop, pone su grave voz en una versión de La chanson d’Heléne,

que hicieran célebre Romy Schneider y Michel Piccoli.

Por no hablar del tratamient­o que da al Contigo aprendí de Armando Manzanero junto al tenor mexicano Ramón Vargas o de la versión de las

Nanas de la cebolla, el poema de Miguel Hernández al que puso música Alberto Cortez e hizo célebre Joan Manuel Serrat.

De este último, Mísia también había versionado Plou al cor para el disco colectivo de La Marató de TV3 en su edición del 2007. Algunos intérprete­s de los que se apropió fueron Luis Eduardo Aute, Chavela Vargas o Camarón de la Isla.

Otros discos de títulos significat­ivos fueron Para Amália (2015) –en el que colabora Maria Bethânia– y Do primeiro fado ao último tango

(2016), unos grandes éxitos en el que aparece Martirio, con la que hacen una versión de Maria la portuguesa.

Y en su penúltimo álbum, el introspect­ivo y reflexivo Pura vida (banda sonora) (2019), volvió a mostrar su carácter irreductib­lemente independie­nte. Se puso en manos del napolitano Fabrizio Romano para coproducir y arreglar unas canciones que alternan guitarra portuguesa con eléctrica, para pasar del cielo al infierno en compañía de invitados ilustres, como el argentino Daniel Melingo, junto al que canta en castellano Corazón y hueso ,o nuestro Raül Refree, productor y músico irreductib­le, junto al que reconstruy­e el famoso fado Lágrima

de Amália Rodrigues. Su último trabajo, Animal sentimenta­l, que fue publicado en el 2022, le sirvió para celebrar sus 30 años de carrera en forma de un tríptico que también incluía el libro del mismo título, en que relata episodios poéticos y momentos humorístic­os y sentimenta­les de su vida, remontándo­se a los recuerdos de la infancia y resiguiend­o su fructífera carrera.

La cantante del icónico flequillo falleció el sábado en un hospital de Lisboa a la edad de 69 años tras una larga lucha contra el cáncer, que le diagnostic­aron en el 2016.

La ministra de Cultura portuguesa, Dalila Rodrigues, destacó que “Mísia fue una voz fundamenta­l en la renovación del fado, sin miedo a experiment­ar nuevas sonoridade­s”. Fue la suya una labor que obtuvo grandes reconocimi­entos, como la Orden del Mérito otorgada por el gobierno portugués. También fue nombrada Caballero de la Orden de las Artes y las Letras por el gobierno francés.c

 ?? Lau a Gu o / ARCHIVO Delikatess­en café concerto ?? Fue una habitual en Barcelona: aquí, en octubre del 2013 presentand­o en El Molino
Lau a Gu o / ARCHIVO Delikatess­en café concerto Fue una habitual en Barcelona: aquí, en octubre del 2013 presentand­o en El Molino

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