“Todavía no me retiro”
Michael Douglas recibe de la reina Letizia el premio Masters of Cinema
Mucha gente tiene un oficio por herencia familiar”. Michael Douglas ha mamado el cine desde que era un bebé: “Mi padre hacía seis o siete películas al año. En aquella época no había televisor, pero yo iba al cine a verlas. Y también me paseaba por los platós en verano mientras él rodaba”.
Un día de 1952 el pequeño Michael, que tenía ocho años, se fue a dar una vuelta por el set de Vincente Minnelli, que estaba rodando Cautivos del mal con Lana Turner y Kirk Douglas. “De repente, todo estaba a oscuras y mi padre me pidió que me retirara, estaba grabando una escena de amor con Lana”. Es uno de los primeros recuerdos cinematográficos de Michael, hijo de Kirk, miembro de una dinastía de actores y uno de los intérpretes más celebrados del Hollywood del último tercio del siglo XX.
Michael, que está a punto de cumplir 80 años, recibió anoche el recibe el premio Masters of Cinema que otorga el Atlàntida Mallorca Film Fest, de manos de la reina Letizia. “Es un honor recibir este galardón en Mallorca, a donde vengo desde hace 35 años y donde disfruto de mi tiempo como en ningún otro lugar”, explicó ayer el actor en una rueda de prensa que ofreció antes de la gala de clausura del certamen cinematográfico que ya ha alcanzado su edición número 14.
Aquella visita al plató de Minnelli
se convirtió en la rutina vital de Douglas, que se dio a conocer para el gran público en una serie de televisión de los años setenta, Las calles de San Francisco, donde era un policía que apatrullaba la ciudad acompañado de su colega, al que daba vida Karl Malden.
Douglas ha protagonizado un sinfín de buenas películas de acción, thrillers, dramas, muy po
quita comedia y solo un musical,
A chorus line (Richard Attenborough, 1985). Y sin embargo ayer dejó muy claro que el musical es su género favorito. Explicó que las películas que más le gustan de todos los tiempos son
Lilí (Charles Walters, 1953) y
Siete novias para siete hermanos (Stanley Donen, 1954) y no tuvo reparo en cantar uno de los temas de Lilí con una fantástica entonación para deleite de la prensa que ha cubierto el Atlàntida Mallorca Film Fest.
Tras tantos años ante las cámaras, Douglas es un auténtico maestro del cine, pero se toma este reconocimiento con modestia, porque “el éxito de una película depende de muchas
personas, de un equipo de actores, de la dirección, de los técnicos y, sobre todo del guionista, de un mal guion no puede salir una buena cinta. En Europa se da más importancia al director y en Estados Unidos se prioriza al productor”.
El actor sabe de eso porque se
El Atlàntida Mallorca Film Fest llega a su edición 14 y logra un récord de 38.000 asistentes
“Es un honor recibir este galardón en Mallorca, a donde vengo cada verano desde hace 35 años”
“No me ha importado si la película tenía éxito, pero he buscado roles que dejaran pensando al espectador”
llevó un Oscar por su tarea como productor en Alguien voló sobre el nido del cuco (Milos Forman, 1975). También conoce bastante Europa, pues veranea en Mallorca desde hace 35 años, aunque “hablo un español terrible, pero me encanta este lugar del que cada vez disfruto más.
Ahora tengo intención de quedarme aquí seis o siete meses al año, aunque eso no significa que me haya retirado. Lo que pasa es que a finales del 2022 terminé el rodaje de la serie Franklin y luego ya no trabajé. Seguí descansando en 2022 y fui muy feliz. Pero no me he ido, le he dado instrucciones a mi representante para que me llame solo si surge algún papel muy especial”.
Porque Michael Douglas siempre ha mirado con lupa los papeles que ha interpretado. “Nunca me ha importado si la película tenía éxito o no, pero siempre he buscado roles que dejaran pensando al espectador, que le removieran. Lo que más me gusta de un personaje en que no sea héroe ni villano, que navegue entre los grises que van del blanco al negro”.
En todos estos años ha dado vida a personajes tan interesantes como Jack Colton, el pillo protagonista con mejores sentimientos de lo que parecía de Tras el corazón verde (Robert Zemeckis, 1984) y La joya del Nilo (Lewis Teague, 1985) dos cintas de aventuras que entusiasmaron a los jóvenes de los ochenta.
Fue también el marido infiel que se veía obligado a afrontar la persecución de su enajenada amante, Glenn Close, en Atracción fatal (Adrian Lyne, 1987) y el policía que no podía evitar caer en las redes de la principal