Sánchez: otro año de alto voltaje
El presidente cierra el curso con el foco en Catalunya y la causa contra su mujer
Cuando el mapa de EspaÒa se tiÒó de azul, en las municipales y autonómicas de mayo del 2023, Pedro S·nchez le vio las orejas al lobo y arriesgó un adelanto de las generales apenas dos meses después. Una trascendental cita con las urnas que este mes de julio del 2024 acaba de soplar las velas de su primer aniversario. Otro aÒo de m·ximo voltaje político.
Impelido a lanzar apuestas de alto riesgo para sobrevivir en toda su trayectoria política desde que hace diez aÒos ganó el liderazgo del PSOE, en julio del 2014, y hace seis la presidencia del Gobierno, en junio del 2018, S·nchez volvió a lanzar los dados. “Todo al rojo”.
Contra todo pronóstico, pues un alud de sondeos cantó su final de trayecto, la victoria insuficiente del Partido Popular permitió a S·nchez revalidar finalmente el cargo de jefe de un segundo Ejecutivo de coalición progresista, renovar su contrato de alquiler en la Moncloa y reactivar una legisla
tura que ahora cierra un curso político, ante el paréntesis de agosto, de gran intensidad.
De la aceleración de los acontecimientos, que no aplacan ni sucesivas olas de calor, da buena cuenta que solo en los tres días de julio que restan en el calendario aún est· pendiente de resolución la gobernabilidad de Catalunya, ante un pacto del PSC y ERC que se prevé inminente pese al fuego de artillería pesada de Junts, y la declaración de S·nchez ante el juez Juan Carlos Peinado por la causa contra su mujer, BegoÒa Gómez.
Antes de que irrumpa agosto, el presidente también tiene previsto reunir al Consejo de Ministros, acudir al despacho de verano con Felipe VI en Marivent y protagonizar una comparecencia de balance del curso en la Moncloa.
La legislatura no logra desprenderse del sambenito de incertidumbre con el que nació hace un aÒo, debido a una minoría parlamentaria que obliga a S·nchez a negociar y acordar cada paso, y no siempre con éxito, con la heterogénea mayoría de la investidura – que incluye a enemigos íntimos como Junts y ERC, Sumar y Podemos, o el PNV y EH Bildu, en perpetua competición–, y también por la sucesión de citas con las urnas de este 2024: gallegas en febrero, vascas en abril, catalanas en mayo y europeas en junio.
Pero el Gobierno insiste en rechazar la imagen de “inactividad y debilidad” que trata de dibujar con persistencia la oposición, liderada por un Alberto NúÒez Feijóo que reclama, desde el primer momento, volver a repartir las cartas en unas generales.
No en vano, pese a que el propio S·nchez admitió que la situación obliga a levantar el pie del acelerador de la producción legislativa, este curso parlamentario concluyó con 11 nuevas leyes ya publicadas en el Boletín Oficial del Estado.
Ninguna de ellas tan controvertida como la amnistía para los encausados del procés, que nació con
fórceps tras una dura negociación con Junts, y también con ERC. La norma entró en vigor en junio.
Otros hitos del curso político desmienten, al menos a juicio del Ejecutivo, que S·nchez siga atado de pies y manos, solo a la espera de que se resuelva el sudoku de la gobernabilidad de Catalunya. El Gobierno y el PP, pese a la irritación de los grupos de la mayoría de la investidura, sellaron en Bruselas la renovación del Consejo General
del Poder Judicial, también el pasado junio, tras cinco aÒos y medio de bloqueo. Los nuevos vocales prometieron el cargo ante el Rey el jueves y el próximo martes designar·n a su presidente.
La incierta legislatura, no obstante, también nació con una relevante novedad, fruto del acuerdo con ERC y Bildu para que Franci
na Armegol presida el Congreso, al resultar la primera plurilingüística de la democracia. En pocos meses, ya es uso común que los diputados catalanes, vascos y gallegos se expresen en sus respectivas lenguas en el pleno, mientras el resto les atiende con auriculares.
Pese a la imagen de inestabilidad que S·nchez trata de conjurar, en enero fue igualmente posible sellar la tercera reforma de la Constitución desde el aÒo 1978, para ampliar los derechos de las personas con discapacidad, gracias al pacto entre el PSOE y el PP.
Otro acontecimiento del curso, también de car·cter irreversible, fue el reconocimiento del Estado de Palestina, aprobado por el Gobierno en mayo. Fue el primer compromiso de legislatura que anunció S·nchez en su discurso de investidura, impulsado por la guerra en Gaza, que abrió a su vez un conflicto diplom·tico con Israel aún sin resolver.
Entre las luces, el Ejecutivo culmina el curso celebrando el logro de unas “cifras récord” en crecimiento económico y creación de empleo. EspaÒa superó el viernes el listón de los 21,6 millones de trabajadores, con la tasa de paro
La investidura de Illa es prioridad absoluta para Sánchez, aunque Puigdemont amenaza el curso de la legislatura
Los tres últimos días de julio: cita ante el juez, Consejo de Ministros, despacho en Marivent y balance en Moncloa
m·s baja en los últimos 15 aÒos.
Entre las sombras, dos causas judiciales impactaron contra S·nchez. En febrero estalló el caso Koldo, tras la detención y puesta a disposición judicial de Koldo García, antiguo asistente del exministro y ex secretario de organización del PSOE José Luis ¡balos, por presuntas irregularidades en contratos públicos para la adquisición de mascarillas en la pandemia. Esta causa, aún por esclarecer, supuso un mazazo para el PSOE y el propio S·nchez, que desembarcó en la Moncloa con la bandera de la lucha contra la corrupción, al desalojar a Mariano Rajoy con una moción de censura alentada por la sentencia del caso Gürtel que salpicó al PP.
Peor aún, para S·nchez, fue la imputación de su propia mujer, BegoÒa Gómez, después de que,
La amnistía es la más controvertida de las once nuevas leyes ya publicadas en el BOE durante este mandato
Pactos del PSOE y el PP (CGPJ y Constitución), pese a la pugna política y las irritaciones en el bloque de investidura
en abril, el juez Peinado abriera diligencias por los presuntos delitos de corrupción en los negocios y tr·fico de influencias. La inmediata reacción del presidente del Gobierno fue considerada totalmente insólita: anunció en una carta a la ciudadanía que abría un periodo de reflexión para decidir si seguía en el cargo o dimitía.
Tras cinco inquietantes días de abril que mantuvieron en vilo al Gobierno y al PSOE, al verse ante el precipicio, S·nchez regresó, anunció un plan de regeneración democr·tica –que casi tres meses después empieza a negociarse con los grupos parlamentarios–, y poco después, en las elecciones catalanas de mayo, el aún m·s amplio triunfo del PSC y la pérdida de la mayoría independentista en el Parlament transformaron en su prioridad absoluta la investidura de Salvador Illa. Lograrlo sería, a juicio del Ejecutivo y del PSOE, el mejor colofón para su estrategia de di·logo y desinflamación del conflicto político en Catalunya que tanto desgaste le genera en el resto de EspaÒa.
Aunque, ante la perspectiva de una fumata blanca entre el PSC y ERC, Carles Puigdemont lanzó un nítido aviso para navegantes a S·nchez el pasado martes, al tumbar la senda fiscal que debía ser el pre·mbulo de los nuevos presupuestos generales del Estado para el aÒo que viene. Los primeros de la legislatura y los que garantizarían su estabilidad política y económica.c