La Vanguardia (1ª edición)

Trump, ante sus peores instintos

Los estrategas republican­os temen un arrebato sexual y racista contra Harris

- France c Pe rón Nueva York. Correspons­al

Una cita, atribuida a Lenin, sostiene que “hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas”.

Esa frase describe a la perfección el seísmo político que se ha producido entre el domingo de la semana pasada y el de esta, cuyas réplicas no hacen m·s que amplificar todas las cosas extraordin­arias que han ocurrido en estos siete días de julio.

Lo que era una batalla en la cumbre entre dos abuelos –término literal–, entre Joe Biden, de 81 aÒos, y Donald Trump, de

78, ha sufrido un giro radical.

Ahora es una batalla de sexos, de género, pero también de raza y de edad, cuando existe la posibilida­d de que la antorcha pase de manos de la gerontocra­cia a generacion­es m·s jóvenes, como una amplia mayoría de ciudadanos han estado reclamando durante tiempo.

Los republican­os, en su Arcadia de la convención de Milwaukee, donde coronaron a su rey absoluto, ya se veían ganadores en noviembre. Estaban seguros de que delante no había nadie, que Biden era un espantap·jaros de votantes tras su desastroso debate con Trump el 27 de junio. Abatidos y cabizbajos,

los demócratas parecían resignados a lo peor, envueltos en una batalla interna.

Y de pronto les salió el sol y vuelven a sonreír con la irrupción de la vicepresid­enta Kamala Harris como la candidata a las elecciones de noviembre.

Harris, de 59 aÒos, se hizo con las riendas del partido en 48 horas. Su ascensión –mujer de origen afrocaribe­Òo (paterno) y del sur de Asia (materno)– supone una sorpresa, algo totalmente inesperado para los republican­os. Esto los ubica en unas aguas donde, sobre todo Trump y su elegido para la vicepresid­encia, J.D. Vance, naufragan. Han de hacer campaÒa no solo contra una mujer m·s joven, que les rompe el esquema, sino que adem·s no es blanca.

No parece que haga falta recordar como el showman de la telerreali­dad y empresario inmobiliar­io calificó de presidente ilícito a Barack Obama, el primer negro titular de la Casa Blanca, con la falsedad de que había nacido en ¡frica.

Trump y su equipo llevaban un par de aÒos cultivando una confrontac­ión electoral contra un presidente blanco, de aspecto fr·gil y con una capacidad mental debilitada por la edad, cuestión por la que muchos estadounid­enses expresaban dudas en los sondeos de que pudiera cumplir otros cuatro aÒos de mandato en gobierno.

Enfrente había un candidato republican­o caracteriz­ado de energético de cuerpo y mente, a pesar de sus múltiples lagunas, de sus obsesiones enfermizas con los tiburones, los molinos de viento o el novelesco psicópata Hannibal Lecter.

De pronto, Trump se ha de enfrentar a una mujer casi 20 aÒos m·s joven, con sus fuerzas y debilidade­s, pero con aire fresco. Revigoriza­do el partido, con un resurgimie­nto del apoyo entre mujeres, latinos y negros, Harris ya ha dejado claro que va

Cambio de partida y Trump se ha de enfrentar a alguien casi 20 años más joven y mujer no blanca

El expresiden­te confirma los temores y descalific­a a Kamala Harris como simple cuota de diversidad

a jugar fuerte el papel de la fiscal (origen de su carrera) contra el criminal convicto.

“No voy a ser amable”, avisó Trump. Los estrategas republican­os temen su respuesta y la de sus acólitos. Asusta que caiga en los insultos de género y racistas, que pueden decantar en contra grandes bolsas de votantes independie­ntes e indecisos.

Sus miedos se justificar­on este mismo viernes. Tras recibir al primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu, en su mansión de Mar-a-Lago (Florida) y asegurar que a su nueva rival “no le gustan los judíos” (su marido lo

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Marco Bello / Reuters Donald Trump en un acto en West Palm Beach (Florida) el viernes

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