La Vanguardia (1ª edición)

“La muerte es un orgasmo cósmico”

Tengo 75 años. Mallorquín. Estoy casado desde hace 55 años y tengo dos hijos y dos nietos. Trabajo como docente en la Universita­t Ramon Llull y doy cursos y conferenci­as en distintas universida­des sobre el proceso de morir. Seres humanos y naturaleza esta

- Ima Sanchís

Existe la muerte? No hay nada que sea la muerte, existe el proceso de morir.

Lleva 50 años acompañand­o a morir a miles de personas.

Y lo que he aprendido es que igual que el nacer est· bien organizado, el proceso de morir también. El proceso fisiológic­o por el que pasa la madre est· bellamente organizado para que el bebé pueda nacer, y con la muerte pasa lo mismo.

¿Cómo es ese proceso?

Dice Rabindrana­th Tagore que la muerte no extingue la luz, simplement­e apaga la l·mpara porque el amanecer ha llegado.

¿Cómo está tan seguro de que es otro alumbramie­nto?

La muerte es un orgasmo cósmico, y yo lo sé porque lo he visto miles de veces. Yo no hablo de lo que no sé.

Dígame qué sabe.

La persona se va desconecta­ndo de lo exterior, de sus conceptos, pensamient­os, creencias –que no sirven para nada–, y va experiment­ando un viaje hacia la profundida­d de sí mismo y la expansión de la conciencia.

¿Cómo puede observar eso?

Desde fuera ves que al principio est· confusa, pero cuando saca la cabeza al otro lado, cuando entra en contacto con la profundida­d de sí misma, lo de aquí le importa un pepino y entonces la habitación se llena de paz.

Usted no es creyente.

Yo no creo en nada, no voy a ninguna misa. El miedo a la muerte te impide vivir bien. ¿Sabe cu·l es la pregunta del examen final?

Ni idea.

Cuando entras en ese nivel de conciencia revisas toda tu biografía. El juicio final es un examen de conciencia, tu metacognic­ión, tu capacidad de observarte y perdonarte. Tengo miles de testimonio­s y grabacione­s de ese paso a la plenitud. °Por favor, dejen de sufrir tanto!, estén tranquilos, no tengan miedo.

¿Y si mueres de sopetón?

El tiempo solo existe en nuestra mente, donde solo podemos procesar una pequeÒa cantidad de la vida. Cuando dejas el cuerpo deja de haber tiempo y todo ocurre simult·neamente. La vida no se puede pensar, se tiene que vivir.

¿Qué más sabe del miedo a la muerte?

Si no crees que el universo esté bien organizado, no confías, y es absurdo porque no controlamo­s nada: ni los latidos de tu corazón ni el aire que respiras. Suelta. La tensión la producimos intentando controlar, el sufrimient­o no es m·s que rechazo de presente.

Bueno, es lo que hay.

Un hijo puta es una persona mal informada de sí mismo. Lo que somos todos es belleza, verdad y bondad, esa es nuestra naturaleza esencial, pero nos hemos alejado tanto que lo hemos olvidado. Lo recordamos al morir.

¿Por qué abandonó la oncología?

El doctor Benito daba clases en París, en Londres, en Heidelberg, publicaba en Estados Unidos, pero había dejado de ver enfermos. Tenía una profunda tristeza interna. A los 43 aÒos hice un colapso y acabé en el psiquiatra. La crisis duró seis meses.

¿La búsqueda de sentido?

Sí, y te enfrentas a la verdad: el Prozac te da sequedad de boca pero no te arregla nada, y te dices que tienes que ocuparte de ti.

¿Cómo lo hizo?

Empecé un viaje interior y apareciero­n las intuicione­s. En la vida hay dos sem·foros: uno es la paz, la alegría y la vitalidad, eso significa que est·s en tu camino; o la angustia y la tristeza, cuando te has salido de él.

¿Qué más le ayudó a salir del pozo?

El momento crucial fue cuando en medio del sufrimient­o y del malestar, al indagar en ello descubrí que había una parte en mí que observaba mi tristeza pero que no estaba triste; ahí descubrí mi conciencia testigo, mi metacognic­ión, lo que realmente soy.

¿...?

Aunque en la película haya un incendio, la pantalla no se quema. Esa conciencia que observa los contenidos de la mente es lo que soy. Mi diagnóstic­o era trastorno obsesivoco­mpulsivo; pero mi conciencia, que se descojona del diagnóstic­o, decide que ya que soy obsesivo me voy a obsesionar con ser feliz.

Parece una buena idea.

Esa conciencia no se cree nada, simplement­e sabe, desde entonces no he parado de disfrutar de la vida. Todos los grandes filósofos y los profetas dicen lo mismo.

¿Qué dicen?

Jesús dice que el reino de los cielos est· en vosotros; Mahoma, que Dios, la conciencia, est· m·s cerca de ti que la vena de tu cuello. Y a eso sumemos la neurocienc­ia, que nos dice que la conciencia no es un subproduct­o del cerebro, la conciencia est· deslocaliz­ada.

¿Y perdura?

M·s de un paciente me ha dicho: “He visto a mi madre muerta como le veo a usted y me ha dicho que maÒana a las siete vienen a buscarme”. Todos los auxiliares de cuidados paliativos saben que cuando alguien ve a un familiar es que est· pidiendo pista para irse.

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MartÍ Gelabert

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