La Vanguardia (1ª edición)

Steve Harley, prisionero de la libertad

Muestras de Mihail Moldoveanu, Alceu Ribeiro y Robert Wilson

- Arte y artes

En el ·mbito de las galerías de arte de Barcelona se han producido novedades: Mayoral ha ampliado su espacio para abrirse al arte actual, y Joan Prats ha cerrado su local de Balmes para fusionarse con Nogueras Blanchard. La nueva galería Prats Nogueras Blanchard abrir· el 6 de abril en la zona de Trafalgar (Méndez Núñez, 14) con una muestra de Muntadas.

En la oferta actual destaca la generosa selección de fotografía­s que Mihail Moldoveanu expone en Montagut Gallery hasta el 10 de mayo, con el título Vestigios adoptados. La Sala Dalmau celebra su 45.º aniversari­o con una muestra de Alceu Ribeiro, uno de los mejores discípulos de Torres-García. Y, en la zona de Trafalgar, destacan dos muestras de pintura, las de Víctor Silva en Pigment y Campano en Carles Taché, mientras que Senda expone dibujos de Robert Wilson en torno a su escenograf­ía para El Messies.

La reciente muerte de Steve Harley (1951-2024) ha puesto de manifiesto, una vez m·s, que vivimos en una época tan distraída por el exceso de informacio­nes que, en términos culturales, est· ya al borde del aturdimien­to. Ser· quiz·s esa “memoria perdida de las cosas” de la que hablaba el filósofo Eugenio Trías. No solo la prensa española le ha dedicado poco o ningún espacio, sino que algún crítico especializ­ado en música pop ha demostrado no saber casi nada sobre su obra, m·s all· de la canción que fue su gran éxito: Make me smile. Steve Harley & Cockney Rebel fueron, en la primera mitad de los años setenta, los mejores exponentes del llamado glam rock, junto con David Bowie, Roxy Music y T. Rex. Pero cualquier etiqueta estereotip­ada les quedaría pequeña. En la historia del rock existe una línea brit·nica que enlaza a The Beatles y The Kinks con Blur –cuyo último disco, The ballad of Darren, es una maravilla–, y esa línea pasa por Steve Harley & Cockney Rebel, autores de una obra maestra llamada The psychomodo (1974), un ·lbum tan imprescind­ible como lo fueron Hunky Dory de Bowie o los primeros discos de Roxy Music.

Algunas canciones de Steve Harley me hacen pensar en una especie de circo imaginario, alegre y feroz, tan eufórico como desquiciad­o: algo así como una mezcla de dramas, tragedias y comedias de Shakespear­e, pero en un contexto moderno, contempor·neo. Su rara combinació­n de tonos siniestros, festivos, cotidianos y oníricos es comparable a la de algunos dibujos del genial Guillem Cifré. Y, al mismo tiempo, puede evocar el tono complejo de los mejores espect·culos de Pina Bausch, los que sabían incluir en el drama alguna dosis de sentido del humor, capaz de compensar ciertas verdades desnudas. Incluso hay dos obras maestras de Steve Harley & Cockney Rebel que pueden suscitar reflexione­s sociológic­as en torno al sensaciona­lismo, o en la línea del ensayo de Guy Débord La sociedad del espectácul­o. Una es

Mr. Raffles (Man, it was mean), donde se relatan fiestas salvajes que suceden en Barcelona y en Amsterdam. Y otra es la poco conocida Ritz, de tono melancólic­o y espectral, con el espléndido violín de Jean-Paul Crocker. Compuesta hace medio siglo, incluye im·genes que hoy pueden parecer una visionaria vanitas predigital.

De su registro m·s melancólic­o, destacaré Tumbling down, Sebastian y The best years of our lives. Sus canciones m·s eufóricas por ritmo y melodía pueden tener, sin embargo, letras inquietant­es y oscuras. El ejemplo m·s claro es la acelerada

The psychomodo, a la que sigue la circense Mr. Soft. Otras piezas suyas que saben contagiar euforia son Hideaway y Freedom’s prisoner. Harley fue capaz de componer declaracio­nes de principios ideológico­s y filosófico­s a ritmo funky, bailable, como sucede en (I don’t believe) God is an anarchist. Su repertorio abarca muchos tonos, desde la felicidad de The coast of Amalfi hasta la evocación infantil e inquietant­e de Innocence and guilt, una canción que Iv·n Zulueta empleó certeramen­te en su película Arrebato.c

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Sa a Da mau Constructi­vo 31, de Alceu Ribeiro

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