La Vanguardia (1ª edición)

Una noche con Monet y Renoir

París celebra los 150 años del impresioni­smo con una muestra y un show de realidad virtual

- Eusebio Val ís. C esp ns l

Un paseo por el bulevar de los Capuchinos, la noche del 15 de abril de 1874, esquivando carruajes y caballos. Un encuentro con Monet, Degas, Renoir y otros pintores en el que discuten sobre su estilo artístico. La observació­n, desde un andén, del trasiego en la estación de SaintLazar­e en la época de las locomotora­s a vapor. Esas son algunas de las etapas del prodigioso viaje en el tiempo que propone el Museo de Orsay, en París.

La experienci­a inmersiva en la realidad virtual, que dura 45 minutos y se ofrecer· hasta el 11 de agosto, jornada de clausura de los Juegos Olímpicos, es un complement­o de lujo para la exposición París 1874. Inventar el impresioni­smo, inaugurada la pasada semana y que permanecer· abierta hasta el 14 de julio.

Los padres del impresioni­smo nunca hubieran imaginado que el movimiento que crearon, pistoletaz­o de salida de las vanguardia­s, tendría un éxito tan extraordin­ario que un siglo y medio después el público se seguiría extasiando ante sus cuadros y que las reservas estarían a tope para visitar el Museo de Orsay.

En 1874 el impresioni­smo ya se practicaba desde hacía algunos años, pero no tenía aún ni nombre ni reconocimi­ento. Monet,

Degas, Renoir, Pissarro, Sisley, Cézannne y otros decidieron montar una exposición independie­nte para desafiar los c·nones estéticos imperantes. La muestra, que estuvo abierta un mes, resultó un fracaso comercial absoluto. Apenas se adquiriero­n cuatro cuadros sobre los 102 que estaban a la venta.

Louis Leroy, periodista de un medio satírico, Le Charivari, se mofó del estilo, aunque, sin saberlo, introdujo el término “impresioni­sta”, en tono despectivo. A otros críticos, sin embargo, les gustó. Jules Castagnary, de Le Siècle, insistió en el concepto, con acento positivo. “Son impresioni­stas en el sentido de que no plasman el paisaje, sino la sensación producida por ese paisaje”, escribió. Fue una primera definición muy adecuada y todavía vigente. Entre los admiradore­s de primera hora de la corriente figuraba …mile Zola.

En la génesis del nombre también influyó una obra emblem·tica, Impresión, sol naciente, que pintó Monet el 13 de noviembre de 1872 desde el balcón de la habitación del hotel donde se hospedaba, frente al puerto de Le Havre, en Normandía. Este óleo, una de las joyas de la actual exposición, es muy ilustrativ­o de la filosofía del movimiento, que surgió en una época histórica muy convulsa –por la guerra franco-prusiana y la revolución de la Comuna de París– y de r·pida transforma­ción. En vez de limitarse a plasmar el pintoresqu­ismo rural, Monet elige para este cuadro un emplazamie­nto industrial y comercial. El artista logra ennoblecer las grúas y las chimeneas, de perfiles difuminado­s en un tono anaranjado, casi japonés. Hizo algo parecido con la estación de Saint-Lazare. Era revolucion­ario convertir en objetos casi poéticos, en catedrales de la era industrial, unos escenarios que no parecían concebidos –o ese era el sentir de la sensibilid­ad dominante– para el placer estético. Rompía moldes.

Los impresioni­stas consolidar­on una evolución del arte en la que el reflejo fiel de la realidad dejaba paso a la construcci­ón de una atmósfera, al difícil retrato del instante efímero.

La exposición, que viajar· a la Galería Nacional de Washington en otoño, ha sido posible gracias a las cesiones de museos de todo el mundo y de coleccione­s privadas. Hay cuadros muy bellos, como La lectura ,y Al escondite, ambos de 1873, de Berthe Morisot, la única mujer del grupo, Helada blanca, de Pisarro, o Baile del Moulin de la Galette, de Renoir, que cierra la muestra. La exposición incluye un óleo de Cézanne, Una moderna Olimpia, que causó esc·ndalo al aparecer una prostituta, una sirvienta negra y un cliente.

En la experienci­a inmersiva en realidad virtual

Los impresioni­stas inauguraro­n las vanguardia­s con su modo de plasmar el instante y la atmósfera

aparecen 12 personajes. El proyecto ha requerido un gran trabajo técnico y de investigac­ión histórica para elaborar los textos puestos en boca de los pintores y para caracteriz­arlos del modo m·s fiel posible en lo físico y en su car·cter. El resultado es excelente, si bien exige del visitante bastante concentrac­ión y habilidad para moverse en un entorno en tres dimensione­s que sabe ficticio pero que su cerebro percibe como absolutame­nte real, en cierta manera un nuevo impresioni­smo de la era digital.c

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Mohamm d Badra / EFE El cuadro fundaciona­l Impresión, sol naciente, que pintó Claude Monet en 1872, forma parte de los expuestos en el Museo de Orsay

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