EL EPO TAJE
El país africano sufrió en el 2023 un cuarto de las muertes por yihadismo del mundo
A principios de marzo, la muerte golpeó con saña Burkina Faso. Aquel día, tres aldeas en el norte del país africano amanecieron con un brutal ataque: hombres armados asaltaron mezquitas e iglesias y ejecutaron a 170 civiles en pocas horas. Hace nueve años, un terror así habría sido impensable en Burkina Faso, hasta entonces un bastión de paz en el Sahel: en el 2014 no sufrió ni un solo ataque yihadista. Ya no. Años de lucha ineficaz contra los extremistas, sumada a la zozobra política, con dos golpes de Estado en el 2022, y el establecimiento de manera permanente en suelo burkinés de grupos afiliados a Al Qaeda y el Estado Isl·mico llegados de Mali o Níger han convertido al país en el epicentro mundial de la violencia terrorista. Según el Índice de Terrorismo Global (ITG), que monitoriza las víctimas de yihadismo en el planeta, Burkina Faso fue el año pasado el estado donde se produjeron m·s víctimas mortales por ataques de grupos fundamentalistas (1.907 muertos), casi un cuarto de las ocurridas en el mundo, un total de 8.352 fallecidos. Es la primera vez desde que se empezó a elaborar el informe hace 13 años que ni Afganist·n ni Irak lideran la lista.
Para la analista catalonomarfileña Vivan Ogou, una conjunción de motivos est· detr·s de esa deriva mortífera. A la inacción tanto nacional como internacional cuando el yihadismo empezó a extenderse en territorio burkinés, Ogou añade “un ejército infradotado” y el “caldo de cultivo para los extremistas de la pobreza, las sequías y las crisis humanitarias”.
Pese a ese escenario proclive a la expansión del fundamentalismo, la actual ola antifrancesa en Burkina Faso ilustra años de una lucha ineficaz. Uno de los principales argumentos para dar el golpe de Estado en el 2022 de los militares actualmente en el poder, liderados por el capit·n Ibrahim Traoré, fue el fracaso de la sostenida presencia militar francesa en suelo burkinés para hacer retroceder al yihadismo. Por ahora, su gobierno no ha conseguido revertir la situación. Pese a esa retórica antifrancesa de Traoré, la cifra de muertes por terrorismo ha subido el último año, ya con él como presidente, un 68%.
Según Ogou, la junta militar burkinesa est· repitiendo el error de dar “solo una respuesta militar que perpetúa la violencia estructural cuando el problema es m·s profundo”.
La región del Sahel preocupa a Occidente por el avance sin freno de grupos yihadistas, pero también por la pérdida de influencia de Francia. Rusia, a través del grupo de mercenarios Wagner, ha aprovechado y ha avivado con propaganda el enfado social con París, y es ahora el socio principal de las juntas golpistas de Burkina Faso, Mali y Níger.
El analista Fahriaman Rodrigue Koné, experto en el Sahel del Instituto de Estudios de Seguridad, también señala un cóctel de motivos para explicar la caída libre del llamado país de los hombres íntegros. Koné subraya la crisis política “que ha desviado la respuesta ante los grupos violentos y la capades
Burkina Faso, socio de Moscú, ha pasado de no sufrir ataques en el 2014 a contar 1.907 muertes en el 2023
cidad para hacerles frente” y años de degradación social y que ha permitido a los yihadistas “aprovecharse de los conflictos comunitarios para expandirse”.
La tendencia no mejora este año. El proyecto de Localización y Datos de Conflictos Armados señaló que, solo en enero, Burkina Faso registró 439 asesinatos por violencia yihadista.