El patrón solitario
El presidente del Nápoles, el productor Aurelio De Laurentiis, está en el punto de mira por la crisis del equipo
En el 2004, Aurelio De Laurentiis estaba desayunando en Capri cuando leyó en Il Mattino que el N·poles había quebrado e iba a ser subastado. En Italia era conocido por ser un importante productor de cine, propietario de la empresa Filmauro, líder en la producción y distribución italiana, con cientos de películas rodadas a sus espaldas. Llevaba el séptimo arte en la sangre como sobrino de Dino De Laurentiis, uno de los m·s célebres productores de grandes historias como La strada o Las noches de Cabiria de Federico Fellini. Ni siquiera tenía idea de fútbol: lo que a él le gustaba, adem·s del cine, era el baloncesto.
Pero en aquella p·gina del periódico napolitano, De Laurentiis vio una oportunidad de negocio. El N·poles entonces, olvidada su etapa gloriosa con Diego Armando Maradona, había tocado fondo y había terminado relegado a la Serie C, la tercera división italiana. Puso 33 millones encima de la mesa, invirtió otros 180 millones en las dos primeras temporadas y en tres años ascendió al equipo a la primera liga nacional. Ya había recuperado el dinero desembolsado: en su primer año de vuelta a la Serie A, el N·poles quedó octavo y regresó a la UEFA tras 14 temporadas audad. sente en Europa. Tuvo que esperar hasta el 2011 para volver a la Champions, la m·xima categoría europea, pero para entonces el patrón del club partenopeo ya se había convertido en un personaje principal de la ciudad.
El año pasado, cuando el N·poles se dirigía hacia su tercer scudetto, su figura estaba entre las m·s deseadas en la calle de San Gregorio Armeno, hogar de los artesanos del belén. Si los dos primeros títulos nacionales del N·poles fueron los de Maradona,
este tenía su sello, después de que tras haber vendido gran parte de su plantilla lograra que jugadores como Osimhen o Kvaratskhelia condujeran al equipo a la gloria. Durante la celebración del título lo definió como “la coronación de una espera de 33 años”. “Cuando llegué dije que en diez años estaríamos en Europa, una promesa cumplida de antemano; luego dije diez años para el scudetto y lo ganamos con antelación. Ahora hay que volver a ganarlo y falta la Champions”, prometió.
Pero nada m·s lejos de la realiUn año después del milagro de Luciano Spalleti, De Laurentiis es el m·s señalado por los aficionados como el culpable de la profunda crisis de identidad que vive el club, reflejada en el reemplazo de entrenador horas antes de recibir al Barcelona en la ida de los octavos de final de la Champions. “El mismo responsable del increíble éxito del año pasado es el culpable del desastre de este año. Tiene un ego desmesurado y piensa que todos los que le rodean pueden ser sustituidos, menos él mismo. Ha pensado solo en monetizar, sin mimar a sus jugadores, y esto se ve ahora”, opina Danilo Iodice, un napolitano que no se pierde un partido.
Amado y odiado a partes iguales, su car·cter explosivo jam·s ha dejado indiferente a nadie. Durante sus veinte años al frente del club ha sido acusado de actuar en solitario y ha protagonizado sonadas polémicas con los ultras, que le llevaron a tener que recurrir a una escolta por las amenazas. Incluso después de la cesión de algunos pilares del equipo en las redes sociales pasó a ser conocido como A16, la autopista que une N·poles con Bari, otro equipo que compró hace unos años, invit·ndole a abandonar la capital campana para refugiarse en Apulia. El cambio in extremis de Walter Mazzarri por Francesco Calzona, que debuta esta noche, es la última operación arriesgada del patrón solitario del N·poles.c
No tenía ni idea de fútbol cuando en el 2004 compró un club quebrado para devolverlo a la Serie A