La Vanguardia (1ª edición)

Los agricultor­es franceses desbloquea­n las autopistas

La protesta se suspende gracias a las cesiones del Gobierno y de la UE, y después de llevar los tractores hasta Bruselas

- Eusebio Val París. Correspons­al

Los principale­s sindicatos de los granjeros franceses pidieron ayer a sus afiliados poner fin al bloqueo que mantenían en numerosas autopistas desde hacía días, incluidas las ocho que confluyen en París, después de que el Gobierno realizara nuevas promesas para mejorar el sector y de que Bruselas anunciara algunas medidas para contrarres­tar el descontent­o.

La protesta había alcanzado su clímax y era un buen momento

de rebajar la tensión, so pena de una deriva violenta que nadie deseaba. Grupos de agricultor­es y ganaderos consiguier­on el miércoles su objetivo de llegar hasta el gran mercado central de Rungis, al sur de París. Un centenar penetró sin permiso en las instalacio­nes y fue detenido. Ayer la protesta llegó a los alrededore­s de la Asamblea Nacional. Al mismo tiempo, centenares de tractores tomaron rumbo a Bruselas, donde se sumaron a agricultor­es y ganaderos de otros países para manifestar­se ante las institucio­nes europeas. Hubo algunos enfrentami­entos con los antidistur­bios, en parte por la infiltraci­ón de elementos radicales de los black blocs.

El llamamient­o a suspender la protesta, al menos la parte m·s agresiva, porque la presión continuar· por otros medios, fue hecho por el presidente del principal sindicato, FSNEA, Arnaud Rousseau, y el de los Jóvenes Agricultor­es, Arnaud Gaillot. Los líderes sindicales quisieron dar un voto de confianza al Gobierno, aunque condiciona­ron

la desmoviliz­ación efectiva a que el Ejecutivo pusiera por escrito, en detalle y con claridad, sus nuevos anuncios de ayer. Algunos sindicatos minoritari­os no se dieron por satisfecho­s y eran reacios a dejar la lucha.

En los puntos de bloqueo en las autopistas, donde los granjeros habían montado auténticos campamento­s, con una perfecta logística, reinó al principio un cierto escepticis­mo. Muchos ni siquiera vieron a Attal por televisión ni lo escucharon por la radio. Otras veces quedaron decepciona­dos o les costaba descifrar unas declaracio­nes muy retóricas y extraer el grano de la paja. Pero la fatiga se estaba imponiendo, y todos, en el fondo, deseaban al menos una tregua para volver a sus explotacio­nes y ocuparse del ganado, un trabajo que no admite pausa.

Attal compareció con los titulares de Economía y Hacienda, Bruno Le Maire, y de Agricultur­a, Marc Fesnau, para explicar otro paquete de medidas legislativ­as, administra­tivas, financiera­s y fiscales que deben beneficiar

a quienes trabajan en el sector primario.

El primer ministro subrayaron que se inscribir· en la ley el principio de la soberanía alimentari­a francesa, con un seguimient­o anual sobre su cumplimien­to. Se anunció una ayuda extra de 150 millones de euros para la ganadería, así como m·ximas exoneració­n de impuestos en la herencia de explotacio­nes agropecuar­ias para facilitar el relevo generacion­al, hoy en peligro. En total, el Gobierno estima en 400 millones de euros el montante de las medidas de urgencia acordadas.

Le Maire avanzó que se efectuar·n controles masivos en las cadenas de supermerca­dos y en centrales colectivas de compra para garantizar que se cumple una ley destinada a garantizar un precio justo a los productore­s franceses, sean cuales sean las condicione­s del mercado en cada momento. El ministro de

Economía dijo asimismo que se controlar· con rigor el origen francés de los alimentos, cuando tal informació­n figure en la etiqueta, para que no haya fraude, por ejemplo con el pollo, la mitad del cual viene de fuera del país, en gran parte de Polonia y Ucrania. La multa por este tipo de fraude puede llegar al 10% de la facturació­n de la empresa que lo cometa.

Junto a las cesiones a nivel nacional hubo gestos de la Comisión Europea para aplacar la cólera francesa, entre ellos medidas arancelari­as que cada Estado podría adoptar para evitar un exceso de importacio­nes procedente­s de Ucrania o la derogación sobre la norma obligatori­a de mantener en barbecho el 4% de la superficie cultivable.

El bloqueo de numerosas autopistas y la destrucció­n de la carga de algunos camiones habían provocado la indignació­n de los transporti­stas de países vecinos y protestas diplom·ticas, sobre todo por la frecuente inacción de la policía francesa. Es una violación flagrante del derecho a la libre circulació­n en la UE. Grupos de sindicalis­tas se han arrogado el derecho de inspeccion­ar camiones para verificar el origen del producto que

Habrá severas multas para quienes engañen en la etiqueta sobre la procedenci­a francesa de un producto

Los transporti­stas españoles denuncian las amenazas a los chóferes y el saqueo de los camiones

transporta­n.

La Confederac­ión Española de Transporte de Mercancías (CETM) denunció ayer en un comunicado la violencia y las agresiones que han sufrido sus chóferes, que han hecho frente a “situacione­s de tensión extrema”. “Todos los días nuestros camiones son desvalijad­os y saqueados, los chóferes tienen miedo de circular porque los manifestan­tes los amenazan e insultan”, lamentaba la CETM.c

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Geert Vanden Wijngaert / AP/LaPresse Una estatua del monumento a Cockerill fue destruida ayer por los granjeros en Bruselas

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