El Girona vuelve a ser líder
El conjunto de Míchel sigue firme en la pelea liguera pese a acabar con diez hombres tras ofrecer un partido discreto, sin empaque, en su visita al colista
Algo de fuelle ha perdido el super Girona, atascado esta vez en Almería, conjunto pequeño que no juega a nada, moribundo parece en esta máxima categoría, pero aún pelea.
No apareció ayer la mejor versión del Girona, sino otra más terrenal, contenida e incluso resabiada, poco vertical, poco comprometida en el terreno del colista.
Es curioso.
Ningún partido ha ganado el Almería en lo que va de curso, solo uno ha perdido el Girona (en Montilivi, ante el Madrid), pero ayer fueron los almerienses quienes se quedaron más cerca de la victoria, necesitados como están.
Más curioso aún: incluso disputando un partido terrenal, el Girona cerró la semana como líder de la Liga.
No dio mucho de sí el espectáculo. Ningún contendiente fue capaz de desplegar lo mejor de sí mismo. Si acaso, se mostró mejor el Almería, consciente de sus limitaciones y de sus escasas opciones ante un rival de tanto empaque: cerró la salida de balón del Girona, cuyo juego se empantanó así, en un pispás.
Dovbyk, su faro en la punta del ataque, apenas vio el balón.
En el Power Horse Stadium se vivió un partido sin identidad, sin orden ni relato, también sin goles. No se presenciaron acciones de peso en ninguno de los marcos, y la única que se produjo se saldó con la expulsión de Aleix Garcia, ya a diez minutos del final: se iba
Ramazani, nada que ver con el sustituido Embarba, cuando entregó a Melero en la frontal del área, donde lo tumbó Aleix Garcia.
No hubo debate para la roja directa, de la misma manera que siguió sin haber debate en aquel tramo final. Tan inofensivo
se mostraba el Almería como indolente el Girona, que parecía tener suficiente con el empate: un punto y a liderar el torneo, a la espera de la próxima jornada.
En la banda se desesperaba Míchel, el artífice de este super Girona, que removió el banquillo como quien sacude el árbol.
Retiró del campo a Valery, Pablo Torre y un encogido Yan Couto. Retiró, incluso, a Dobvyk, suerte de Håland a la ucraniana, y lució su fondo de armario. Entraron Tsygankov, Stuani, Sávio, Jhon Solís, menudo banquillo, y el Girona se verticalizó para la última media hora.
Todo lo que no había hecho hasta entonces intentó hacerlo ahora, acaso comodón, acaso demasiado autocomplaciente.
Savinho se gustó, trajo todo lo que no había traído Valery, se combinó con Miguel Gutiérrez en el carril izquierdo, pero Miguel tampoco tenía el día. En
ocasiones se precipitaba, y en los últimos instantes, cuando más apretaba su equipo, escogió la peor de las opciones: disparó cuando tenía un hombre libre en el punto de penalti, y Míchel, en el banquillo, se maldijo.
–Pero ¿qué haces, tío? –se le leyó al técnico en los labios.
Mostró rasgos confusos el Girona, que no pudo con el colista, 43 puntos separan al uno del otro, y dio un traspié cuando la temporada empieza a hacer cuesta arriba. Es líder, lo es eventualmente, pero tantas trabas generan suspicacias.
¿Ha tocado techo y se agota, o simplemente un día es un día?
“Creo que esto que hemos logrado es un punto positivo, portería a cero y con un jugador menos, aun así nos costó enchufarnos”, decía su guardameta, el argentino Gazzaniga, el mejor hombre del Girona en Almería, empeñado en cerrar así el debate.c
Consciente de sus limitaciones, el Almería cerró la salida de balón del rival y el Girona se empantanó