“He tenido suerte: nací con el color y el sexo correcto en el lugar correcto”
Escritor y guionista, publica ‘Golpe de gracia’ sobre el odio racial que vivió de niño
En Golpe de gracia (Salamandra) , la novela con la que ha regresado tras seis años de ausencia, Dennis Lehane describe un humilde barrio bostoniano en los 70, en el que sus habitantes, la mayoría inmigrantes irlandeses, lidian con trabajos míseros y vidas sofocadas por el alcohol y las drogas, mientras intentan mantener a distancia a la vecina comunidad negra de trabajadores tan aplastados como ellos.
Hay en ella muchos ecos de infancia en un barrio vecino de quien hoy es mucho más que un exitoso escritor con 15 novelas publicadas, algunas llevadas al cine como Shutter island, Vivir de noche o Mystic river. Lehane es también un consumado guionista y showrunner televisivo, responsable de Black bird, la serie que le dejó el Globo de Oro en 2023 a Paul Walter Hauser y le abrió el camino para un contrato exclusivo con Apple + por el que Lehane cuenta con el respaldo para desarrollar nuevas series, entre ellas una adaptación de Golpe de gracia en la que él tomará las decisiones. Sin embargo, el que recibe a La Van
guardia en su elegante casa en un barrio de clase media de Los Ángeles no olvida su condición de hijo de inmigrantes irlandeses ni lo duro que trabajó para lograr su sueño de ser escritor: “He tenido mucha suerte”, admite. “Nací con el color correcto en el país y en el momento correcto, con el sexo correcto. El talento fue un regalo, el trabajo no, pues para llegar he tenido que partirme la espalda”.
Se ha convertido en un exitoso showrunner televisivo. ¿Qué le llevó a sentarse a escribir una novela cuando puede contar la misma historia en una miniserie?
Son cosas diferentes. Lo cierto es que durante varios años de relativa tranquilidad no podía escribir. Lo intenté tres veces. Me divertí mucho escribiendo guiones, me encanta el aspecto social de la labor del guionista, y pensé que tal vez Después de la caída iba a ser mi último libro, pues lo terminé porque tenía un contrato con mi editor. Me fui a Nueva Orleans a trabajar en mi primera serie como
showrunner cuando de golpe empezó la covid. Estaba al frente de un proyecto multimillonario y sentía que todo se podía ir al diablo. Fue entonces que mi cerebro se dividió como una medida de protección y me senté a escribir
Golpe de gracia. Para preservar la paz interior, una forma de autocontrol. La novela fluyó de mane
ra increíble. Podía escribir en la vieja casa en la que me estaba quedando, en el tráiler, de noche, de día... Todo fluía con naturalidad.
¿Por qué cree que se dio?
Todo se lo debo a Mary Pat. Enseguida supe que ella era especial, y en cuanto la conecté con el verano de 1974 me encontré en un lugar único. Son momentos raros. Me pasó con Mystic river, lo sentí con
La entrega y en menor medida con Desapareció una noche. Sientes que eres el único que puede escribir ese libro. Por ejemplo, por más original que parezca, Shutter island podría haber sido escrito por otra persona. Pero Golpe de gracia no: fue un exorcismo en el que pude sacar todo mi enojo. Pero disfruté, por oscuro que sea el libro.
¿Enojo?
Durante toda mi vida cargué con una frustración que no podía definir ni tampoco entender. No es una novela autobiográfica, no hablo de mi hogar, en donde no hubo ninguna clase de abuso. Todo lo contrario, tenía padres adorables. Por eso no lo podía explicar pero siempre estaba allí. Y al ponerme a escribir Golpe de gracia, todo ese sentimiento surgió de golpe y me di cuenta que era eso lo que me había enojado tanto: el haber presenciado tanto odio y todo ese veneno a una edad tan temprana arrancó algo de mí. Durante los siguientes diez años viví en un mundo en el que había mucha gente racista. No serlo era como ser un espía en territorio extranjero. Esa experiencia me dio todas las herramientas que necesitaba para ser escritor, y este libro es la culminación de muchas cosas sobre las que he estado escribiendo a lo largo de mi carrera.
¿Se refiere a cuando vio la manifestación racista que describe en el libro cuando tenía 9 años?
Sí. Cuando ves una cosa así no hay forma de que te lo olvides, sobre todo como fue en mi caso, que vi gente gritando y sobre todo las antorchas. Uno pierde la confianza en los adultos. Ya no les respeta. Creo que haber estado ahí me transformó por completo, porque vi el peligro en esa multitud, que podría haber terminado mal, y por suerte no ocurrió. Presenciar aquello me desconcertó mucho.
En algún momento Mary Pat se da cuenta que ella heredó el racismo de sus padres y luego se lo transmitió a su hija. ¿Cuándo descubrió que a usted no le pasó?
Desde un principio. Crecí en una comunidad mayoritariamente inmigrante. Mis padres eran irlandeses, mis vecinos polacos e italianos. Todos hablaban sobre los otros grupos de la misma manera que ocurre en Europa. Cuando lo escuchas todo el tiempo y ves que lo dicen sin malicia, que es una idea importada, te lleva un minuto darte cuenta de que cuando hablan de los negros el tono es distinto. Nadie reaccionaba ante a esos comentarios. Veía grafitis en paredes en 1973 o 1974 que decían: “Hay que matar a todos los inmigrantes” y se sentía la presencia
Seis años de sequía “Durante varios años de relativa tranquilidad no podía escribir; lo intenté tres veces”
Experiencia de infancia “Viví en un mundo muy racista; no serlo era como ser espía en territorio extranjero”
Ku Klux Klan Los comentarios sobre inmigrantes europeos no tenían malicia, pero al hablar de los negros...”
Carrera literaria Este libro es la culminación de muchas cosas sobre las que he estado escribiendo”
del Ku Klux Klan. Nunca me pareció que todo eso tenía sentido, al contrario. No lo podía entender.
En una serie todo se prepara con anticipación. ¿Al escribir una novela, sabe hacia dónde va?
Lo voy inventando a medida que escribo. En el caso de Golpe de gracia, estuve revisando mis primeros bocetos, porque se iba a llamar Old calling, que es uno de los planes de vivienda de Boston. Eran solo tres páginas. Y la mayor parte quedó en el libro, con la excepción de Bobby, que apareció de la nada. Tampoco sabía cuál iba a ser el final. Solo que tendría algo que ver con el funeral de Augie Williams.
¿Mary Pat estaba en ese boceto inicial?¿Qué descubrió sobre ella en el proceso de escritura?
Sí. Lo que descubrí, y me sorprendió, fue su vulnerabilidad: las mujeres como ella que conocí en mi niñez eran muy duras, y criaron hijos duros. Pensé que eran fuertes porque se les veía así, fumadoras empedernidas, bebedoras incansables, capaces de darte un puñetazo si les asustabas. Pero eran figuras trágicas, que habrían recibido palizas de niñas y que se casaron con hombres que las molían a golpes. Estaban atrapadas en un ciclo de pobreza. Ciclos que no concluyeron en South Boston para muchas generaciones que crecieron en esos planes de vivienda.
¿Qué es lo que separa escribir un libro de dirigir una serie?
El orgullo que sientes es diferente. Cuando escribes un libro, eres Dios, controlas cada detalle. Pero ser Dios puede ser un gran dolor de cabeza o algo maravilloso si las cosas funcionan, como con Golpe de gracia. Tal vez sea mi última novela, y si es así, estará todo bien. Si escribo otro libro, tendrá que venir así, de un lugar puro. Era algo que necesitaba escribir.c