La Vanguardia (1ª edición)

Diez años de silencio

El hermetismo sigue siendo absoluto sobre el estado de salud del Káiser cuando se cumple una década de su accidente de esquí

- To Lóp z Jordà Ba c ona

Aquel domingo 29 de diciembre del 2013 el tiempo se detuvo para Michael Schumacher. Se paró el reloj a las 11 de la mañana en la estación invernal de Méribel, en los Alpes franceses, al sufrir un accidente esquiando. Las graves heridas postraron al K·iser en una cama. Ha pasado ya una década de la fatídica caída; diez años de un hermético silencio sobre el estado de salud del mayor campeón de la historia de la Fórmula 1.

El expiloto germ·nico, que hacía poco m·s de un año que se había retirado de la competició­n (su última carrera fue en noviembre del 2012, en Brasil), esquiaba fuera de pistas y se golpeó la cabeza con una roca. Según desveló un documental emitido por la cadena francesa RMC Story, la contusión se habría agravado por una c·mara que llevaba en el casco. El parte médico fue demoledor: “Traumatism­o craneoence­f·lico, hematomas intracrane­ales y edema cerebral difuso”.

En esta década de silencio, muy pocos han sido los detalles que han trascendid­o sobre el proceso de recuperaci­ón y el estado real del siete veces campeón del mundo de F-1 (1994-1995, 20002004), cuya privacidad ha sido celosament­e protegida por la familia y su servicio de prensa. La prioridad ha sido blindar a toda costa su intimidad. Ni en Suiza, donde reside –supuestame­nte–, ni en Alemania, su país, han prosperado las indagacion­es. Ni una imagen, ni una filtración ni un parte médico del estado de salud se han hecho públicos en estos diez años. Bajo la amenaza permanente de querellas, la prensa germana, como la suiza, apenas ha informado sobre Schumacher.

“Oficialmen­te, Michael reside en Suiza; dónde est· no se sabe... Supuestame­nte vive en su mansión en Gland [junto al lago Leman, en el distrito de Nyon], pero nadie lo ha visto, ni a su familia. Nunca se ve a nadie, nunca se sabe nada. Es como un residente suizo fantasma…”, relata a La Vanguardia el periodista suizo Maïque Pérez, de Blue TV, que había cubierto la informació­n de F-1 durante seis temporadas, hasta el 2013. es un misterio”, sintetiza el periodista.

El hermetismo en todo lo que se refiere a Schumacher ha sido absoluto. “En parte se entiende porque en Suiza hay muchísimo respeto por la vida privada de los ciudadanos; por eso eligió este país para vivir cuando era piloto en activo. Michael se podía permitir jugar a fútbol en un equipo de una aldea y nadie le molestaba, iba a pasear a la ciudad m·s cercana, se le veía por los mercados… Es lo que buscan los famosos que trasladan su residencia a Suiza, mantener una intimidad que no encuentran en España, en Italia o en Inglaterra”.

De ello también se deduce que en el país helvético el interés por los entresijos de los Schumacher es mínimo. “La gente en Suiza no es chafardera, no interesan los amores, las intrigas y desgracias de los famosos”, comenta Pérez.

A pesar de esta supuesta indiferenc­ia popular, las medidas de protección de la privacidad de Michael han sido impenetrab­les. “Es impresiona­nte hasta qué punto han podido proteger esa intimidad, han logrado disuadir a los paparazzi y evitar filtracion­es del servicio doméstico…”, señala el periodista suizo.

De la privacidad del germ·nico cuidan dos mujeres: su esposa, Corinna, y su fiel exagente de prensa Sabine Kehm, portavoz de la familia. Ambas han aplicado un escrupulos­o protocolo para proteger al expiloto de las miradas curiosas y evitar deslices de las pocas personas que tienen acceso a él, solo tres, según se le escapó a la exmujer de Flavio Briatore, Elisabetta Gregoraci, en el 2020.

Toda prevención es poca. Por ejemplo, a los conductore­s de la ambulancia y al personal médico que trasladó a Schumacher del hospital de Moutiers al de Grenoble les requisaron los móviles para que no pudiesen tomar fotogra“Schumi

Su amigo Jean Todt ha sido el último en decir que “ya no es el Michael que conocimos; su vida es diferente ahora”

El neurólogo suizo Erich Riederer aseguró en un documental que “Schumacher está en un estado vegetativo”

fías. O en el centro de Grenoble, donde estuvo ingresado el K·iser medio año (hasta junio del 2014), la seguridad privada custodiaba la habitación de cuidados intensivos donde permanecía ingresado.

øQué se ha sabido de Schumacher en estos diez años? De fuentes de la familia, casi nada. Su hijo Mick, que fue piloto de F-1 dos temporadas discretas (20212022, con Haas), tenía vetadas las preguntas sobre su padre. Y la hija, Gina-Maria, se dedica a la equitación, a la doma vaquera, a caballo entre EE.UU. y Europa. Así que la única informació­n que circula sobre el expiloto hace referencia a las publicacio­nes de la prensa alemana, según la cual Michael recibe cuidados diarios de un equipo profesiona­l de médicos y terapeutas en su mansión suiza. Aunque algunos medios aseguraron que se trasladó a su finca de Villa Yasmin en Andratx (Mallorca), Corinna lo negó apresurada­mente.

Como casi todo. A cada publicació­n, un desmentido. Cuando no, una demanda de intromisió­n en el honor. Como la que le cayó a la revista alemana Bunte por difamación, por publicar en diciembre del 2015 que Schumacher “podía caminar un poco con la ayuda de sus terapeutas”.

La querella, al menos, supuso el desbloqueo informativ­o, ya que en el juicio, en el 2016, tuvo que declarar el abogado de la familia Schumacher, Felix Damm, quien, por imperativo legal, aportó algo de luz al negar la informació­n. “Michael no puede caminar”, aseguró, corroboran­do lo que todo el mundo intuía, y algunos habían deslizado: que Schumi estaba inmóvil, en estado vegetativo. “La

informació­n de que el señor Schumacher podía caminar “es irresponsa­ble, porque dada la seriedad de las lesiones su privacidad es muy importante. Por desgracia también les dieron falsas esperanzas a muchas personas involucrad­as”, añadió Sabine Kehm. La revista tuvo que indemnizar a la familia con 50.000 euros por daños y perjuicios.

Aunque quienes m·s se han ido de la lengua fueron algunas de las restringid­as visitas a Schumacher. Como el expresiden­te de Ferrari, Luca Di Montezemol­o, quien dijo: “Es terrible ver a Michael en esta situación”. Su amigo Jean Todt, antiguo jefe de Ferrari, comentaba a L’Équipe el pasado 13 de diciembre que “simplement­e ya no es el Michael que solía ser. Su vida es diferente ahora... Desafortun­adamente, el destino lo golpeó hace diez años. Ya no es el

Michael que conocimos en la F-1”. O la referida Elisabetta Gregoracci, que soltó en pleno programa de televisión, en la versión italiana de Gran Hermano, que Schumacher “no habla, solo se comunica con los ojos”, y que “solo tres personas pueden visitarlo”. “Y yo sé quiénes son”, remató la exmodelo, que desveló que el expiloto y su mujer se habían trasladado a vivir a su mansión de Andratx, donde “han montado un hospital en casa”.

En esas mismas fechas del 2020 trascendió también una opinión externa de un neurociruj­ano de Zurich, Erich Riederer, cuyo testimonio recogía el documental inédito Michael Schumacher, en quête de vérité (Michael Schumacher, en busca de la verdad), emitido por la televisión RMC Story. Según el especialis­ta suizo, los médicos franceses que atendieron a Schumacher en el hospital de Grenoble aquel 29 de diciembre del 2013 “tardaron demasiado” en intervenir. “Los neurociruj­anos dicen siempre ‘el tiempo corre’, es decir, que hay que actuar r·pido. En mi opinión, tardaron demasiado hasta que se alivió el cerebro. Si dejas pasar el tiempo, destruyes sustancias cerebrales”.

Sin ser conocedor directo del estado de salud del expiloto, Riederer afirmaba sin tapujos que Schumacher “est· en un estado vegetativo, lo que significa que est· despierto, pero no responde”, por lo que dudaba de que volviese a ser el de antes. “Realmente, no lo creo. Est· respirando, su corazón late, quiz·s pueda sentarse y dar pequeños pasos con ayuda, pero no m·s. Creo que eso es lo m·ximo para él”, explicó el neurociruj­ano en el documental francés.

Estas opiniones fueron de las últimas pocas que se refirieron al heptacampe­ón, que cumplir· 55 años el 3 de enero. El K·iser y su familia prosiguen su lucha en silencio, en una carrera también contra el olvido, para evitar desaparece­r del imaginario colectivo y que su figura se diluya en la amnesia de la historia, sepultado por las gestas y los récords de las nuevas generacion­es. En estas últimas temporadas, los pilotos de F-1 lucían la inscripció­n Keep fighting (Sigue luchando), que también da nombre a la fundación creada por la familia Schumacher para mantener vivo el recuerdo del expiloto y compartir su espíritu de lucha.c

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Méribel, fuera de pista. El golpe le causó un edema cerebral difuso (acumulació­n de sangre) y hematoma intracrane­al
VINCENZO PINTO / AFP / archivo El accidente Schumacher (en la imagen, del 2004, con Ferrari) esquiaba en la zona de Saulire, en la estación de Méribel, fuera de pista. El golpe le causó un edema cerebral difuso (acumulació­n de sangre) y hematoma intracrane­al
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Vladimir Rys / Getty

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