La Vanguardia (1ª edición)

“Allí arriba los salvó la empatía”

La tragedia aérea de los Andes y la lección de ‘La sociedad de la nieve’

- Domingo Marchena Ba celo a

Los 16 supervivie­ntes de la tragedia aérea de los Andes pasaron m·s de 70 días a 4.000 metros de altitud, sin víveres, ateridos de frío y viendo morir a 29 de sus compañeros. La clave de su éxito no fue el canibalism­o. “Allí arriba los salvó la empatía y el bien común”, opina el periodista y escritor uruguayo Pablo Vierci, autor de La sociedad de la nieve (Alrevés), el libro en el que se basa la película de J.A. Bayona.

Los primeros helicópter­os de rescate no se los pudieron llevar a todos de una vez y volvieron al día siguiente. El milagro fue posible gracias a dos jóvenes que después de 61 jornadas en un infierno helado fueron a buscar ayuda y la hallaron tras 10 días de travesía. Nando Parrado fue uno de aquellos dos Hércules. …l y Roberto Canessa hicieron una gesta de alta montaña sin preparació­n ni medios y cuando ya todos los daban por muertos.

Cuando llegaron hasta Los Maitenes, en Argentina, la prensa internacio­nal se preguntó cómo habían sobrevivid­o tanto tiempo sin alimentos. Algunos periodista­s dijeron que mataron p·jaros a pedradas y que también comieron líquenes y hongos. La realidad era otra...

Numa Turcatti fue el último en morir. En su mano tenía un papelito en el que escribió: “No hay amor m·s grande que dar la vida por los amigos”. Pablo Vierci se niega a utilizar la palabra canibalism­o (aunque esta

expresión ser· la sombra del milagro de los Andes) porque fue “un pacto de entrega mutua”. Todos sabían que eran “supervivie­ntes y combustibl­e al mismo tiempo”. Al principio,

lo hacían casi a escondidas, avergonzad­os, aunque acabaron guardando huesos para chuparlos y conseguir así algo de calcio. Pero no fue esa la gran lección que dieron al mundo.

Si sobrevivie­ron no fue porque pasaron de cortar trozos de carne del tamaño de una cerilla a raciones grandes, sino porque no imperó la ley del m·s fuerte y pensaron en los dem·s. En el fuselaje del avión, con la espada de Damocles de los aludes de nieve, no les daba miedo morir. Lo único que querían era no ser el último en expirar porque entonces no tendrían a nadie a su lado para recibir consuelo.

En la montaña, agrega Adolfo Strauch, otro de los 16, “nadie se vanagloria­ba de nada: no había m·s recompensa que el bienestar del grupo”. Por eso no se creen héroes. Una vez le preguntaro­n al hijo de Roberto Canessa si admiraba a su padre por lo de los Andes y contestó: “En esa época yo aún no había nacido, pero lo admiro porque cada día va a trabajar para que a nosotros no nos falte de nada”.c

Un supervivie­nte: “En la montaña no había mayor recompensa que obtener el bienestar del grupo”

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Ash y L ndis / L Pr ss El escritor y periodista Pablo Vierci, autor del libro La sociedad de la nieve

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