La Vanguardia (1ª edición)

India y China pugnan por liderar el sur

Los países en vías de desarrollo descartan un mundo de bloques y no se casan con nadie

- Xavier Mas de Xaxàs Barcelona

Unos 120 países forman el mundo que no es occidental. Representa­n a m·s de la mitad de la humanidad y, en su mayoría, comparten un pasado colonial. Fueron víctimas de la explotació­n y del racismo y durante varias décadas compartier­on una misma estrategia antioccide­ntal y anticapita­lista.

Hoy, sin embargo, no podemos hablar de un sur global, aunque la mayoría de estos países estén al sur del ecuador. No forman un colectivo. No comparten los mismos intereses económicos, ni las mismas tradicione­s políticas, ni los mismos objetivos de desarrollo ni las mismas preocupaci­ones por su seguridad.

Durante la guerra fría a estos países se los llamó el tercer mundo, luego pasaron a ser países en vías de desarrollo, y si hoy los llamamos Sur Global se debe en parte a los geoestrate­gas del norte occidental y en parte también a India y China, los dos gigantes que pugnan por liderarlos. Agruparlos en una sola categoría ayuda a pastorearl­os.

La competició­n en Nueva Delhi y Pekín por el favor del sur va en aumento. Es un pulso crucial para el futuro de las relaciones internacio­nales.

India aspira a reformar el orden que surgió de la Segunda Guerra Mundial y que Estados Unidos lidera. Institucio­nes base como el FMI, el Banco Mundial o el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no funcionan en beneficio de los intereses de un sur, ahogado por la deuda soberana y diversos conflictos endémicos.

En lugar de reformar estas institucio­nes, China pretende eliminarla­s. No las necesita para el mundo que prefiere, es decir, uno basado en las relaciones bilaterale­s, dominado por la fuerza económica y el poderío militar, y sin un marco de valores universale­s.

China intenta liderar el sur a través de “iniciativa­s globales” sobre desarrollo, seguridad y valores. El pasado marzo lanzó la iniciativa Civilizaci­ón Global para enfatizar que si el mundo debe ser “una comunidad con un destino común”, cada país debe interpreta­r los derechos humanos a su manera. Asistieron 130 países, la mayoría m·s interesado­s en hacer negocios con China que en discutir sobre el respeto a la dignidad del hombre.

India organizó en septiembre la reunión del G-20. El presidente chino, Xi Jinping, sin embargo, no fue. No quiso participar en

la puesta de largo de India ante la comunidad internacio­nal. En noviembre, el primer ministro Narendra Modi organizó una conferenci­a que llamó “la voz del Sur Global”. Participar­on 125 países, incluidos siete de Europa oriental, pero China no fue invitada.

El ministro indio de Asuntos Exteriores, Subrahmany­am Jaishankar, dijo que Occidente no

es siempre el malo de la película y afeó que China, después de haberse convertido en la gran f·brica del mundo gracias al capital y la tecnología occidental, utilice ahora esta fortaleza económica como un arma a su favor. Modi quiere que India sea “el hombro” sobre el que los países en vías de desarrollo salten para alcanzar un desarrollo m·s alto y, al mismo tiempo, “el puente” que los una con los países del norte.

Mientras la retórica de China es claramente antioccide­ntal, la de India es m·s moderada. Después de haber sido un puntal del movimiento de los No Alineados durante la guerra fría, adem·s de cliente de la industria militar de la Unión Soviética, hoy se acerca a Estados Unidos. Es evidente que, siguiendo la hoja de ruta

china, también quiere captar m·s capital y tecnología occidental, pero, al mismo tiempo, necesita una mayor complicida­d con Washington en temas de seguridad. De esta forma pretende contrarres­tar la influencia de China en Pakist·n y el sudeste asi·tico.

Que India quiera liderar el Sur Global al tiempo que fortalece su relación con Estados Unidos y la Unión Europea no es una con

tracción, sino una muestra del pragmatism­o que domina las relaciones internacio­nales.

Hasta el m·s pequeño de los países tiene margen de maniobra para decidir con quién pacta. Los estados del Sahel, por ejemplo, se han desvincula­do de Francia, la antigua potencia colonial. Vietnam busca su identidad acerc·ndose a Estados Unidos, no a China, a pesar de que también es un país comunista y capitalist­a.

El mundo de bloques ha sido sustituido por uno a la carta porque la ideología ha perdido peso y el sur se emancipa de todo, hasta del propio sur.

No hay una solidarida­d sursur. No la ha habido, al menos, desde la crisis del petróleo de 1973 y la creación de la OPEP unos años antes, el cartel que trabaja para que el precio del barril sea siempre el m·s alto posible, aún a costa del desarrollo del sur.

Tampoco hay una solidarida­d uniforme en el sur con la crisis clim·tica. India y Sud·frica insisten en quemar carbón porque necesitan m·s energía para crecer, y esta es la m·s barata para ellos y muchos otros países. Los productore­s de petróleo, por su parte, no renunciar·n tampoco a exprimir los pozos sin una fuerte compensaci­ón.

India aún no tiene ni el poderío económico ni la influencia política de China para dominar el sur, pero gracias a una economía de bajo coste y alta tecnología, así como a una diplomacia pragm·tica y menos belicista, va camino de conseguirl­o.c

India aspira a reformar el orden internacio­nal, pero China quiere eliminarlo

No hay solidarida­d sur-sur, al menos, desde que nació la OPEP para encarecer el petróleo

 ?? Manish Swarup / AP ?? Xi Jinping y Narendra Modi van cada uno por su lado en su afán por estrechar las manos del Sur Global
Manish Swarup / AP Xi Jinping y Narendra Modi van cada uno por su lado en su afán por estrechar las manos del Sur Global

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