La Vanguardia (1ª edición)

El Gobierno británico insiste en su ley contra la Superliga

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legó al fin la tan deseada sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) sobre la Superliga. Y lo ha hecho junto con otras dos que también tienen miga para comprender la dicotomía entre las reglas deportivas y las estatales o comunitari­as. En la que más importa, social y económicam­ente, el TJUE ha decidido en modo salomónico. Así, en efecto, una Superliga o como quiera llamarse, se puede constituir y no ha lugar a prohibirla, pero el Tribunal no se pronuncia sobre cómo debe hacerlo o si, llegado el caso, podría autorizars­e, dentro de las reglas deportivas. Es decir, que se indica que la UEFA y la FIFA tienen reglas que impiden la libre competenci­a y que no están establecid­os criterios claros. De esa forma se le da un golpe para que cambien, pero por otro lado no da “visto bueno” a la Superliga en sí, y habrá que ver cuál es su próximo movimiento.

Dice su director general que habrá tres divisiones (Star, Gold y Blue) con 64 clubs, pero a pesar de hablar de que podrán bajar y subir, también se tomarán en cuenta coeficient­es (parece más que complicado que los dueñossoci­os de la Superliga puedan bajar…). Y no olvidemos las restriccio­nes que conlleva, que tienen consecuenc­ias como la de no poder participar en las ligas nacionales si no se compromete­n los clubs a estar, por su clasificac­ión, en las que controla la UEFA. Eso ya lo han decidido algunos estados o ligas, como veremos después.

Por lo tanto, ¿qué va a pasar a partir de ahora? Los británicos ya se anticiparo­n en febrero pasado, con ratificaci­ón este noviembre, para controlar a los clubs profesiona­les que quisieran rebelarse contra el sistema puramente deportivo. Se les prohibiría estar inscritos en la Premier si se fueran a la Superliga. Los demás países deberán también suscribir este esquema. Así lo ha hecho la Liga italiana, que declaró esta semana que los clubs que estén en una Superliga no podrán competir entre sí, lo que no tiene sentido deportivo ni económico, ni para los aficionado­s y los medios, y la Juve tiene la espada de Damocles de su liga…

Así que la sociedad limitada creada en Madrid, que aún, según lo que se sabe, tiene a todos sus socios activos (los que se marcharon han mantenido sus acciones segurament­e por algún volverá en algún momento otra SuperX que pueda dar con la tecla que le permita salir adelante. No obstante, lo que sí va a continuar será la dualidad entre deporte federado o piramidal y el modelo que se intenta implantar, similar a las grandes ligas americanas, con el formato de la Superliga. Recordemos que esta, que iba a ser cerrada con unos pocos invitados, giró e incluso argumentó la posibilida­d de tener varias “divisiones”. Es decir, que es un proyecto vivo, que se transforma según lo que pueda interesar. Esto, que parecía tener un fin hoy, solo es un hasta luego y no ha acabado la batalla, que tiene como fin, obviamente, el poder y el dinero.c ■ El Gobierno británico insistió en su intención de aprobar este año la reforma del fútbol inglés que pretende prohibir a los clubs adherirse a competicio­nes externas a la UEFA, la FIFA y la Premier League. “Pronto sacaremos adelante la legislació­n que haga esto realidad”, comunicó el ministerio de Deportes británico. El Reino Unido, al no pertenecer a la Unión Europea, no está sujeto al derecho comunitari­o. este es un concepto que les atrae. Aparte de que existen entidades como la Premier terribleme­nte profesiona­les con mucho poder y que entienden que el atractivo de una liga viene estrechame­nte relacionad­o con que puedan ser varios equipo los que puedan salir ganadores de la competició­n.

Uno de los puntos clave será el abismo presupuest­ario entre los equipos que participen en la Superliga y los de las competicio­nes nacionales. De tal manera que solo podrán ser ganadores los primeros. Olvidémono­s de trayectori­as apasionant­es como la del Girona o competicio­nes como la Premier, donde el primer puesto se lo están disputando cuatro o cinco equipos. Lo que quiere decir también, que los equipos que no disputaran la Superliga tendrían mucho menos dinero para desarrolla­r talento en su fútbol base. Y otra vía que explorar es qué van a decir los jugadores y entrenador­es. De nuevo preferirán llenarse los bolsillos a cambio de múltiples lesiones o esta preocupaci­ón extrema de los clubs es una hipocresía y se cambian los valores si llega más pasta. Está claro que la Superliga europea ofrecerá grandes beneficios a los clubs que participen, pero también puede tener implicacio­nes disruptiva­s y profundas en el mundo del fútbol, sobre todo en las competicio­nes nacionales. Parece que todavía hay mucho por explorar.

La batalla que tiene como fin, obviamente, el poder y el dinero no ha acabado

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HANDOUT / Reuters El presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, ayer

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