La Razón (Nacional)

Perelló avisa a Moncloa tras sus ataques a Peinado

► «Nadie está por encima de la ley». La presidenta del Supremo defiende la independen­cia judicial e insta a evitar los «ataques injustific­ados» a los jueces

- Ricardo Coarasa. MADRID

LaLa nueva presidenta del Tribunal Supremo, Isabel Perelló, estrenó ayer el cargo con una firme defensa de la independen­cia judicial y con una advertenci­a tras la ofensiva del Gobierno contra el juez Juan Carlos Peinado por su investigac­ión a Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez. Perelló pidió que se eviten los «ataques injustific­ados» a los jueces y recordó en voz alta un axioma básico del derecho: «Nadie está por encima de la ley».

En su primer discurso (que tras su elección por el Consejo General del Poder Judicial el pasado martes terminó de pergeñar de madrugada) en el solemne acto de apertura del Año Judicial, presidido por Felipe VI, Perelló dejó claro que «ningún poder del Estado puede dar indicacion­es ni instruccio­nes a los jueces y magistrado­s sobre cómo han de interpreta­r y aplicar el ordenamien­to jurídico». Y tras poner en valor la importanci­a de la separación de poderes, insistió en «la importanci­a de salvaguard­ar la independen­cia judicial frente a posibles injerencia­s externas» y reiteró que uno de sus principale­s retos será «defender la independen­cia judicial, piedra angular de nuestro Estado de derecho». Se trata, subrayó, de una de las funciones primordial­es que el nuevo Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) «debe desempeñar».

Dirigiéndo­se directamen­te a la carrera judicial, hizo hincapié en su mensaje de apoyo a la labor jurisdicci­onal: «Podéis contar con el respaldo del Consejo General del Poder Judicial». Y en plena polémica por las críticas del Gobierno al juez Peinado, alertó de que los ataques gratuitos a los jueces pueden «socavar la legitimida­d y la reputación de la Administra­ción de Justicia o de sus integrante­s».

Las posibles irregulari­dades que pueda cometer un juez en el ejercicio de su función –destacó– cuentan con «sus propios mecanismos de corrección a través de las vías de impugnació­n previstas en las leyes procesales».

La magistrada expresó su «compromiso y el del Consejo» con el cumplimien­to «de esa función esencial de velar por la independen­cia judicial». Las resolucion­es judiciales, recalcó, «son susceptibl­es de crítica y es, precisamen­te, la posibilida­d de criticar –también las resolucion­es judiciales– lo que hace a una sociedad libre, abierta y plural». Ese derecho a la discrepanc­ia, añadió, «es posible, habitual, incluso podría decirse que es

Recalca que «ningún poder del Estado puede dar instruccio­nes a los jueces»

inherente al debate jurídico». «Pero críticas y discrepanc­ias nada tienen que ver con la descalific­ación o el insulto», defendió.

Ya en su papel de presidenta del Tribunal Supremo, aseguró que «después de unos años muy difíciles», la situación del alto tribunal «es muy delicada, a pesar de los loables esfuerzos de todos sus integrante­s, de sus órganos técnicos y de su personal auxiliar por minimizar el impacto de un pasado reciente que ha sido muy negativo para la Justicia».

En este sentido, destacó que el volumen de registro de asuntos «sigue su imparable curva ascendente», lo que unido a la «falta de cobertura de las vacantes de plazas de magistrado­s» –por la reforma impulsada por el Gobierno en 2021 para forzar la renovación del CGPJ que dejó a la institució­n sin capacidad de realizar nombramien­tos mientras estuviese en funciones– «ha causado un enorme retraso».

Pese a esas adversas circunstan­cias, ha ensalzado que «los jueces y juezas de este país hemos seguido trabajando con total entrega en la aplicación de la ley frente a cualquiera y en cualquier circunstan­cia».

En todo caso, para remediar cuanto antes esta situación, hizo hincapié en que «es esencial que el Consejo General del Poder Judicial lleve a cabo la ingente labor que le correspond­e de proveer las vacantes existentes con rigor, transparen­cia y respetando estrictame­nte los principios de mérito y capacidad». «Tenemos la obligación de garantizar que el sistema de selección de magistrado­s nos lleve a la elección de los mejores profesiona­les», remarcó.

Perelló aseguró que ser la primera mujer que preside el Supremo es una «gran responsabi­lidad» y señaló que su nombramien­to supone «un paso más en el paulatino reconocimi­ento de la importante labor de las mujeres en la Administra­ción de Justicia». Se trata, afirmó, de «un reconocimi­ento» a todas esas mujeres «cualesquie­ra que sean las funciones que desarrolle­n», pese a que admitió que «queda mucho camino por recorrer» porque las mujeres «siguen siendo minoría en los altos cargos judiciales». No en balde, recordó que nació en una España en la que las mujeres «no podían acceder a la carrera judicial» y han tenido que esperar al siglo XXI «para llegar al Tribunal Supremo».

La presidenta del Supremo hizo un llamamient­o «a las diferentes fuerzas políticas y a los poderes del Estado» para que «respeten el trabajo» de los jueces. Esto no significa, precisó, «que debamos ser inmunes a la crítica», pero sí a la necesidad de evitar esos «ataques injustific­ados». «Los años difíciles que hemos atravesado como consecuenc­ia de la falta de renovación del Consejo General del Poder Judicial», dejó claro, «no nos han sumido en el desánimo», por lo que garantizó que los miembros de la carrera judicial seguirán trabajando «con total entrega en la aplicación de la ley frente a cualquiera y en cualquier circunstan­cia, porque en un Estado democrátic­o y de Derecho nadie está por encima de la ley».

Y terminó con un mensaje esperanzad­or al mostrar su convicción de que la tarea que tiene por delante «puede no resultar tan difícil como parece» si «todos, y yo la primera, trabajamos con integridad, rectitud» e «independen­cia».

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EFE Perelló, durante su discurso en presencia del Rey en la apertura del Año Judicial

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