La Razón (Nacional)

España y Rudy, adiós agónico

► La selección cayó en el todo o nada ante Canadá. El capitán se retira con una trayectori­a que incluye los seis oros que ha ganado el equipo nacional

- Mariano Ruiz Díez. MADRID

España se despidió de los Juegos y Rudy dijo adiós a una carrera memorable con una dolorosa derrota ante Canadá que terminó rumiando en el banquillo. El equipo de Scariolo tuvo el mérito de pelear hasta el final ante una selección superior y hacerlo con argumentos inesperado­s: el tesón infinito de Pradilla (10 puntos y 6 rebotes en 11:40) y la inspiració­n en ataque de Brizuela (17 puntos, 16 de ellos en el último cuarto). Llegó a tener Llull un triple, de esos que mete de vez en cuando, para llevar el partido a la prórroga, pero no hubo milagro. La selección no estará en los cuartos de final en París y su capitán se despidió del equipo nacional con 266 partidos y (me pongo en pie) dos platas y un bronce olímpico; dos oros mundiales y cuatro oros una plata y un bronce europeos. Una leyenda a la altura de los hermanos Gasol o Navarro.

Canadá, de la mano de Jordi Fernández, es todavía una selección más armada que la que ganó la medalla de bronce el verano pasado en el Mundial. Ahí está por ejemplo Nemharb, que fue una pesadilla para la defensa española. Lo que fue el partido se vislumbró en el segundo cuarto, aunque ya hubo pistas antes. De la puntería del partido ante Grecia no hubo ni rastro. Se fallaron los seis primeros lanzamient­os de tres y si los norteameri­canos no se escaparon antes fue porque la defensa de España, cuando entraron los jugadores de rotación, y el rol de dinamitero de Llull funcionaro­n. Con Díaz, Rudy y Garuba en cancha, Canadá se atascó y el escolta aportó los puntos que llegaban por cuentagota­s.

La selección se puso por delante gracias a que al escaso cupo de virtudes se sumó el rebote ofensinos vo (19-21), pero fue un espejismo. Los problemas que había teniendo Brown para generar juego en el primer cuarto se multiplica­ron. Y sin la clarividen­cia de Brown, el ataque de España es un sindiós entregado a la inspiració­n individual. Y aún así estuvo cerca de la victoria. La defensa de Canadá es hiperactiv­a, meten muchas mapartido y su imponente físico les permite acosar al rival hasta el último rincón de la pista. Dort y Brooks fueron una pesadilla para los exteriores de Scariolo. Cuando al acierto de Nemharb se añadió el despertar de Gilgeous-Alexander, el panorama se empinó mucho. Brooks empezó a recordar al jugador que ejecutó a España en el decisivo para acceder a cuartos del pasado Mundial y la selección acumuló no menos de media docena de tiros sobre la bocina acuciada por la defensa canadiense. Los chicos de Scariolo estaban sufriendo y lo que mejor les podía pasar es que el descanso llegara cuanto antes. El parcial era inquietant­e y revelador, 30-19.

La selección rozó la hazaña ante un equipo superior con Brizuela y Pradilla como factores clave

España, que ya había probado con defensas zonales, volvió a insistir para alterar los biorritmos canadiense­s. Se mejoró atrás con las variantes propuestas desde el banquillo, pero es que el problema gordo estaba en el otro lado de la pista. Con Willy borrado del partido por las faltas, la defensa de Canadá seguía siendo una pesadilla. Brown, Llull, las pérdidas... no había un ataque fluido. Solo el esporádico acierto exterior arrojaba algún rayo de luz. Lo justo para seguir peleando antes de adentrarse en el último cuarto.

Scariolo recurrió a Brizuela para intentar que algo cambiara y lo hizo. El escolta empezó a fabricarse

canastas y Canadá se encontró con un elemento enfrente que jugaba como los suyos. Darío empezó a anotar de forma compulsiva. Sumó y sumó sin que la defensa canadiense acertara a frenarle y España llegó al último minuto con todas las opciones abiertas. Con Brizuela jugándosel­as todas y con Pradilla como acompañant­e de Aldama en el juego interior, España estaba ahí. Un triple de Barrett y los tiros libres de GilgeousAl­exander abrieron un abismo. El cuarto rebote ofensivo de Pradilla y un triple de Llull a falta de 3.1 fueron insuficien­tes. No hubo milagro. Rudy dijo adiós con una derrota agónica.

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AFP Rudy se lleva las manos a la cabeza después de la derrota ante Canadá

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