Caeleb entrega el cetro a Léon
► Marchand logra su cuarto oro un cuarto de hora después de la derrota de Dressel
A las 20:30, los hombres más rápidos sobre la piscina disputaron su pelea de gallos, los 50 metros. Aunque sus sensaciones en semifinales no eran las mejores, todo el mundo esperaba una resurrección de Caeleb Dressel, el héroe de Tokio 2020 al completar un triplete inédito: 100, 50 y 100 mariposa, lo que no pudo hacer ni el zar Popov. Ganó el mejor, el australiano Cameron McEvoy, seguido del único capaz de mirarlo a los ojos, el británico Ben Proud y de Florent Manaudou, campeón en dLondres y cuatro veces seguidas medallista en la prueba.
El velocista francés, con su hermana Laure –cuádruple medallista olímpica– sin poder contener la emoción en los pupitres de los periodistas, encabezó una jauría en la que se apiñaron seis nadadores en doce centésimas. En medio del pelotón, Dressel. Descabalgado en los «trials» de los 100 libres, aún le queda el 100 mariposa de hoy. Pase lo que pase, el rey ha muerto. Así que viva, mil veces viva, el nuevo rey de la natación mundial: Léon Marchand.
A las 20:45, la final de los 200 estilos se anunciaba como una formalidad para él. Lo fue. Solo su flirteo con la línea que marcaba el récord del mundo, que se escapó por un puñado de centésimas, le dio algo de emoción a su triunfo anunciado. El chino Shun Wang tocó la pared al final del largo de mariposa. Una anécdota. Al salir del primer viraje, Marchand le sacaba la cabeza. Cuando empezó la braza, el mejor estilo del tolosano, la carrera estaba plegada. El escocés Duncan Scott remontó hasta la segunda plaza para dejarle al asiático el bronce.
En una piscina menos lenta, el francés habría batido los cuatro récords mundiales
En su cabalgada solitaria hacia el cuarto oro, los mismos que el famoso actor Johnny Weissmuller –«Tarzán de los monos»– sacó en los Juegos de París de hace cien años, Marchand debió maldecir la lentitud de una piscina que le ha impedido batir cuatro plusmarcas mundiales cuando estaba en la forma de su vida. O quizá le da igual porque los récords se pueden batir en cualquier momento y siempre llegará alguien para mejorarlos. Esta semana de ensueño, sin embargo, es para la eternidad.