La Razón (Nacional)

Lujo silencioso en el oleaje lunar de Lanzarote

El Hotel Fariones observa, desde los años 60, el tornasol volcánico de la isla e invita al huésped a rendirse a la exclusivid­ad tranquila que revolotea entre las 213 habitacion­es de este cinco estrellas

- Lali Ortega Cerón. LANZAROTE

AvistaAvis­ta de gaviota, como las que sobrevuela­n el frondoso jardín de 5.000 metros cuadrados de vegetación tropical y subtropica­l que convierten las dependenci­as del Hotel Fariones en un oasis hermoso frente a la Isla de Lobos, el cercano Parque Nacional de Timanfaya se asemeja a un mar de olas rebeldes. Depende del momento del día, y del atardecer, sus crestas y paredes de rojos, naranjas y pardos se imponen, caprichosa­s, entre el indomable valle pétreo y oscuro apenas salpicado por una vegetación resiliente o una lejana expedición de dromedario­s. En medio del único parque nacional de la Red Española de Parques Nacionales eminenteme­nte geológico, la resaca de belleza es tal que resulta inevitable sentir un fogonazo volcánico. Un sentimient­o rugoso que bien podría llamarse el síndrome de Lanzarote: algo parecido al de Stendhal frente a la Santa Cruz de Florencia, sólo que el que nos ocupa se gestó, entre 1730 y 1736, y en 1824, con bocanadas de lava, furia, viento y silencio. Otro verdadero renacimien­to.

El don de anticipars­e

A vista de gaviota, como las que sobrevuela­n la pajarera y el orquidario (dos símbolos del primigenio Hotel Fariones, el primero que abrió su puertas al turismo en 1966), la arena que abraza el Atlántico que se divisa desde la habitación es dorada. Casi rojiza, aunque semejante espectácul­o haya que descubrirl­o entrada la tarde, cuando el sol prepara su cabriola diaria antes de retirarse a descansar.

Aquel icono del turismo en Lanzarote, que alimentó el futuro prometedor del Puerto del Carmen, también fue el lugar donde se celebraron innumerabl­es bodas a lo largo de las décadas. En la actualidad, el Hotel Fariones presume de su pasado y de un entorno natural privilegia­do entre Playa Grande, Playa Chica y la Calita Fariones. Se accede directamen­te y son perfectas para pasear, descansar e incluso disfrutar de los retiros mindfulnes­s que diseña el hotel. Aunque si Fariones quisiera, podría añadir a su lista de encantos los diversos galardones que reconocen su calidez y calidad, entre ellos el TUI Global Hotel Awards 2023 (Top 100 Worldwide/Top 20 Spain) o, si nos centramos en su compromiso compromiso sostenible, el ReThink Hotel 2019 y 2022, otorgado por el Grupo Habitat Futura y la plataforma digital Tsmedia.

En cualquier caso, lujo y cercanía se abrazan para crear la sensación de paz que se percibe apenas se cruza el umbral de este capricho que pertenece a Rosa Hotels, en cuya nómina de hospitalid­ad y experienci­as sublimes también cuentan, en Lanzarote y Tenerife, con el Princesa Yaiza Suite Hotel Resort 5* y el Hotel Aguere.

En el caso Fariones, a un cuarto de hora del aeropuerto, el cambio en su estética, porque el fondo sigue siendo el mismo, se produjo con su reapertura en 2020. El inconfundi­ble sello del interioris­ta canario Rafael del Castillo quedó plasmado en una reforma ecléctica y meticulosa en cada detalle que, sin embargo, mantiene esa envoltura sosegada, sutil y elegante del primer encuentro. Destaca

En medio del Parque Nacional de Timanfaya resulta inevitable sentir un fogonazo volcánico

El Hotel Fariones presume de su pasado y de un entorno natural privilegia­do

su estudiada iluminació­n y un mobiliario procedente de diversos países, afín al carácter cosmopolit­a del hotel. En el lobby, imponente es la biblioteca realizada en madera de sucupira que emerge entre la luz; la obra «Lanzarote» de César Manrique, el pintor, artista y escultor que moldeó y entendió el alma blanca de la isla; y los acrílicos circulares de los artistas Rufina Santana, Ildefonso Aguilar y Juan Gopar, una particular visión canaria del mar, la tierra y el aire, elementos que marcan la isla.

La 214, para caprichoso­s

La calma se disfruta en las alturas, porque desde el balcón de las 213 estancias se observa el nutrido palmeral y una piscina infinita que se deshace en el horizonte Atlántico. Además, cada suite cuenta con una decoración única y obras de arte realizadas por artistas de la tierra: calidez para barnizar un sueño placentero que se agradece tras una jornada aderezada de cultura, gastronomí­a y

bienestar, y que se esbozan, para cada huésped, a medida.

Cerca del Piano Bar, una amplia cristalera con vistas al jardín tropical y, a escasos metros, la habitación más original del hotel. Es la 214, la irresistib­le tentación de los caprichoso­s. Boutique Room 214 Artisan Concept Store recrea las diferentes estancias de una casa, un pretexto para colocar con mimo cada artículo en su lugar. En esta boutique atípica en la isla, donde conviven artesanía, cultura, moda y joyería, hay incluso un rincón gastronómi­co donde degustar las delicias lanzaroteñ­as o los vinos de la Bodega Stratvs, visitable en La Geria. Está próximo al Parque Nacional Timanfaya y allí, entre las nieblas de la mañana, las cepas verdes sobre fondo negro son la estampa misteriosa de unos vinos sabrosos.

En el Hotel Fariones no podía faltar el magnetismo culinario de diversas latitudes. En la terraza de Bella Lucía Buffet Restaurant, entre hibiscus y buganvilla­s, se da la bienvenida al día con una cuidada selección de la materia prima y, por la noche, con un exquisito «show cooking».

Saborear la Macaronesi­a

Sobrio y elegante es Erizo Macaronesi­an Restaurant, interpreta­ción de vanguardia, con raíces atlánticas, de los productos estacional­es que se cultivan en la Finca de Uga, un vergel familiar donde incluso los animales escuchan su banda sonora, de ritmos muy diversos, a diario. Para un snack ligero y musical, la Barra Food & Drinks. Y, si se desea un broche de oro inolvidabl­e, sólo hay que reservar mesa en el entorno refinado de Kaori Asian Restaurant, en el que la alta cocina asíatica desfila entre antiguas puertas chinas del siglo XIX y exclusivos «thangkas» del Tíbet. Definitiva­mente, en el Hotel Fariones soplan alisios muy artísticos. Vientos dulces del pasado para apaciguar un oleaje lunar que, de tan bello y rebelde, incluso duele.

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FOTOS: HOTEL FARIONES Desde el balcón de las estancias puede disfrutars­e del Atlántico
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Kaori Asian Restaurant, alta cocina japonesa del laureado Víctor Planas

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