El reto de educar con pantallas y no crear dependencia
► Los pediatras piden reevaluar la conveniencia de educar con ordenadores y tablets. Las tecnológicas insisten en que hay más beneficios que contraindicaciones, pero subrayan la necesidad de hacerlo con responsabilidad
SeptiembreSeptiembre es el mes de la vuelta al cole. Con una cada vez mayor presencia de los ordenadores y tablets en las aulas, con una necesidad de alfabetización digital y con una cada vez mayor preocupación por las horas que los menores pasan delante de una pantalla, el quid de la cuestión es cómo educar con pantallas sin generar una dependencia de las mismas.
El último informe PISA (de 2022), asegura que, de media, en los países participantes de la OCDE, uno de cada tres estudiantes manifiesta distraerse en clase de matemáticas con sus dispositivos móviles, y uno de cada cuatro se distrae con los dispositivos de los compañeros.
Pero, tal y como aclara la doctora María Salmerón, coordinadora del grupo de trabajo de la Asociación Española de Pediatría (AEP), no es lo mismo «el uso de smartphones en horario escolar, que son propiedad de los alumnos o sus familias, de la digitalización de la enseñanza, es decir, el uso de medios digitales con fines educativos».
Estudiar en digital
En cualquier caso, los pediatras creen que se debería analizar y reevaluar la conveniencia del uso de medios digitales en la enseñanza porque, defienden, el uso de la pantalla en la enseñanza no ha demostrado hasta la fecha mejoras en el aprendizaje respecto a la lectura en papel o la escritura a mano, haciendo referencia a un análisis sistemático en The Australian Educational Researcher.
Sin embargo, Carlos Alonso, responsable de educación en HP España, asegura que los últimos estudios científicos sobre el impacto de las pantallas en los niños «sostienen que el uso de dispositivos tiene riesgos y beneficios, pero no consecuencias especialmente negativas». «La clave está en el uso que se hace de los dispositivos y de la tecnología. Y es lo que tenemos que trabajar todos juntos como sociedad», subraya.
Por eso, defiende que el uso de la tecnología en las aulas «brinda la oportunidad a los profesores y educadores de acceder a grandes cantidades de información, recursos y nuevos entornos en los que educar al alumnado. Presenta nuevos escenarios en los que los docentes pueden trabajar el desarrollo de nuevas competencias basados en metodologías activas cada vez más necesarias en un mundo digital y globalizado, como la capacidad de resolver los problemas de formas más creativas, trabajando en equipo y pensar de forma crítica».
Eso sí, tal y como determina Javier Martín, responsable de educación de Lenovo, una de las claves es hacer una introducción progresiva del uso de los dispositivos y nuevas tecnologías en el mundo educativo. «Se empezaría desde la educación primaria, que comprende desde los 6 a los 12 años, etapa en la que es más importante que nunca que aprendan a equilibrar el tiempo que pasan frente a una pantalla con activida
des al aire libre, deporte y aprendizajes prácticos», explica.
Cuestión de equilibrio
Desde la AEP se considera que se puede implementar el uso de aplicaciones en las aulas con una finalidad concreta, «siempre y cuando hayan sido avaladas por estudios científicos que se hayan llevado a cabo con una muestra suficiente de usuarios y con un grupo control para determinar si aporta una mejora en el aprendizaje respecto a lo ya existente».
Mantener el equilibrio en las etapas educativas se antoja como clava, y reto, en este punto. Algunas de las recomendaciones de Lenovo, por ejemplo, para fomentar un uso responsable de la tecnología en las aulas y por parte de los alumnos pasan por «la supervisión y el apoyo, ya que es muy importante educar sobre la salud digital y hablar sobre la importancia de mantener un equilibrio entre el tiempo que usamos dispositivos y el tiempo sin pantallas».
Igualmente, reconocen que se debe establecer una normativa clara que defina tiempo de uso de tecnología en el aula. Pero, tal y como recuerda Martín, «es también importante fomentar la alfabetización digital, donde se enseña a los alumnos a evaluar la calidad de la información que encuentra y a identificar fuentes fiables. Además, también es importante aprender a integrar la tecnología de manera significativa, y utilizarla como una herramienta para enriquecer el aprendizaje y no como un sustituto». «Implementar estas recomendaciones puede ayudar a los alumnos a desarrollar buenos hábitos, lo que es esencial para su formación personal y académica».
En este punto coincide el responsable de HP. «Es crítico para ello que el centro disponga de un plan estratégico en el que se recapaciten y se recojan aspectos tan importantes como la innovación docente, la digitalización con sentido, las metodologías activas, la importancia de los espacios innovadores, la capacitación del profesorado y por supuesto sin olvidarnos de la futura empleabilidad e integración y en la sociedad por parte de esos alumnos», de manea que ese bienestar digital de los estudiantes y las familias, y la creación y mantenimiento de una escuela segura, se provoque también desde «la reflexión y la autocrítica» a dicho plan estratégico.
Limitar el uso
Lo que sí está claro, para HP, es que desde el centro educativo existe una responsabilidad en materia de ética, seguridad, normativa, funcionamiento y obviamente la sostenibilidad. «Es aquí donde les podemos ayudar a hacer las cosas adecuadamente más allá de las decisiones de uso que cada centro pueda llevar a cabo. Y cuando se habla de centro educativo, universitario o no, se extiende evidentemente a los gobiernos y a las consejerías de educación quienes tienen un papel crítico en estas decisiones», sostiene. «A veces la simple decisión entre la adquisición de un tipo de ordenador u otro es mucho más importante de lo que parece, ya que puede generar situaciones no planteadas en un inicio, por ejemplo, en términos de seguridad o uso correcto. Y es en esas conversaciones donde podemos ayudar».
Desde Lenovo se muestran partidarios de limitar el uso de la tecnología. «Es muy importante porque constituye una estrategia eficaz para evitar la sobreexposición a las pantallas, especialmente a ciertas edades», manifiesta Martín. «Los niños y adolescentes son especialmente susceptibles a los efectos negativos y restringir el uso puede ayudar a fomentar y equilibrar el tiempo que pasan en actividades no digitales, como el juego, la lectura y la interacción social».