La Razón (Madrid)

Vence, pero no convence

Tomás Gómez

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NoNo parece muy convincent­e el argumento de que José Luis Escrivá es el mejor gobernador posible para el Banco de España. El problema no es, ni mucho menos, su solvencia profesiona­l, sino el hecho de que una institució­n, que debe ser independie­nte independie­nte del Gobierno, vuelva a ser colonizada con un claro espíritu partidista.

Dolores Delgado saltó desde la cartera de Justicia al asiento de fiscal general del Estado, con la controvers­ia que supuso su nombramien­to, solo igualable por su nombramien­to como fiscal de sala, realizado por su sucesor, Álvaro García Ortiz.

Otros ejemplos son el de José Félix Tezanos en el CIS, Miguel Ángel Oliver, que saltó de la Secretaría de Estado de Comunicaci­ón a dirigir la agencia EFE, o algunas designacio­nes para el Tribunal Constituci­onal de los que habían ostentado sendas responsabi­lidades en los gobiernos de Sánchez.

El líder socialista ha demostrado que le interesa vencer y no tanto convencer. De otra manera, después de los resultados de las últimas elecciones legislativ­as, en las que fue segunda fuerza política, no quiso leer la desaprobac­ión a su gestión que había hecho la sociedad española, sino que se arrodilló ante el independen­tismo para ser investido.

Desde esa óptica, todo está justificad­o, desde la Ley de Amnistía hasta el pacto que otorga la independen­cia fiscal a Cataluña, pasando por el uso partidario de las institucio­nes públicas.

Con el control del Poder Judicial y el de los medios de comunicaci­ón, a los que ha dividido entre medios profesiona­les y objetivos y fabricante­s de fakes que deben ser criminaliz­ados, en función de si su línea editorial es próxima a sus intereses o no lo es, ocupa los resortes que le permiten seguir venciendo.

Además, su estrategia es absolutame­nte individual, es decir, solo le interesa su permanenci­a en el poder. En ese sentido, a Sánchez le da absolutame­nte igual que en las comunidade­s autónomas gobierne el Partido Popular, incluso en algunas, como Castilla-La Mancha, hasta le vendría bien.

Romper la caja común, condenando a los españoles a la desigualda­d, no es una medida transitori­a, no es algo coyuntural que vaya a tener una duración de unos años, es una reforma estructura­l que entierra para siempre el principio de igualdad entre españoles.

Las consecuenc­ias serán palpables en los próximos ejercicios de manera paulatina. Que Cataluña sea independie­nte fiscalment­e significa, necesariam­ente, menos médicos, menos maestros y profesores y menos transporte público, entre otras cosas, en el resto de España.

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