Tragedia fronteriza
CRÍTICA DE CLÁSICA TEATRO REAL Obra: «Médée», de Thierry Charpentier. Intérpretes: Véronique Gens, Reinoud van Mechelen, Cyril Costanzo. Dirección Musical: William Christie. Coordinación escénica: Marie Lambert-Le Bihan. Madrid, 6-VI-2024.
Lo que nosotros podemos apreciar hoy en esta ópera, que se representa por primera vez en el Real es precisamente lo que esta música dramática posee y la distingue de otras y lo que hizo que la Academie Royal de musique la admitiera. Los italianismos que algunos reprochan a Charpentier y que había heredado en Roma, por ejemplo, de Carissimi, se inspiraron en procedimientos de escritura de un gran carácter trágico planteados para sorprender al auditorio y crear la tensión dramática reclamada por el texto. Puede decirse, como lo hacía Grove, que estamos ante un compendio de formas vocales e instrumentales y que la atención que Charpentier consagra a los detalles de la instrumentación, del tempo y de la dinámica podrían servir de guía de orquestación del s. XVIII. El acto V es un compendio de alquimia musical tratada con un gran rigor e imaginación. Se compone de tres grandes segmentos delimitados por los ambientes tonales y situaciones dramáticas precisas, que en esta recreación semiescenificada ha tenido un especial relieve gracias a la magistral interpretación de William Christie y sus huestes, que han grabado ya en dos ocasiones la obra. Se emplea la edición musical de Pacal Duc, que respeta, amplia y mejora, regulariza y proyecta el manuscrito.
El foso, ocupado por unos cuarenta instrumentistas, ha sido la principal baza para que le versión cobrara altura y esplendor en un paisaje tan variado y caleidoscópico, desde pasajes de instrumentación muy reducida a los grandes momentos en los que coro y orquesta expresan sentimientos y pareceres a todo gas; que no son pocos. Quedamos fascinados por la permanente irisación de timbres, de acentos, de colores; en un flujo imparable y bienhechor bien conducido en esta versión semiescenificada por Marie Lambert-Le Bihan, que ha tratado de representar la tragedia con un «realismo psicológico moderno». La directora de escena reconoce que se ha acercado a esta forma trágica «con el gozo de investigar este lenguaje en el contexto de una propuesta visual en la que los cuerpos y las luces crean la fuerza de los planos, las perspectivas y los volúmenes». Medea fue en esta ocasión una bien asentada, experta fraseadora, sobria y autoritaria Véronique Gens, quizá en exceso plana de expresión. La voz, de mezzo lírica, ha perdido algo de lustre y el vibrato a veces parece en exceso acusado. Pero dominó la escena con autoridad. Reinoud van Mechelen, tenor lírico-ligero de emisión variable, sorteó su nada fácil parte con discreción, manejando bien el falsete.