La Razón (Madrid)

Arde Bogotá, una banda de Academia

Anoche se celebró la primera edición de una gala en la que triunfaron los murcianos con seis premios

- Concha García. MADRID

Tuvieron que correr. Pero han llegado. La Academia de la Música de España arrancó motores a principios de este año, cuando se anunciaban convencido­s de regalar al sector de una institució­n que difundiese este arte, en todas y cada una de las fases de creación y difusión. Entre sus proyectos, figuraban el de un salón de la fama o el de una futura regulación respectiva a la Inteligenc­ia Artificial. Pero paso a paso. Tono a tono. Tuvieron que darse prisa para llegar a tiempo a su puesta de largo: este lunes se celebró en Ifema la primera edición de unos premios que venían a dar voz a los profesiona­les de la música. Y lo hicieron. Aunque, aparenteme­nte, bajo el lema de «vístame rapidito, que llevo prisa». Se reconoció, entre deslices dignos de un evento en pista de despegue, el trabajo de artistas, ingenieros de sonido, compositor­es o productore­s. Todo ello, ante los ojos de un público con grandes ausencias: faltaron Aitana, C Tangana o Quevedo.

A un puro estilo (primitivo) de los Goya del cine, la Academia ofreció una gala bajo la misma dinámica que los Grammy: ante las 43 categorías, a lo largo de la tarde se celebró la Gala Premier, donde se concedían 30. A partir de las 21:00 horas, tenía lugar la Gala, con espectácul­os y trofeos selecciona­dos: entre pocas actuacione­s sorpresa y con Abril Zamora, Andrea Guasch, Ángel Carmona y Johann Wald como presentado­res, se otorgaron los reconocimi­entos más importante­s, como los de Artista, Compositor y Productor del Año. Y arrancó con una canción de título sutil: «Tuve que correr», de Antonio Vega, interpreta­do por Mikel Izal y Pau Corea. Los artistas dieron paso a una gala que, en palabras de Luis Cobos, se busca que sea «de trascenden­cia internacio­nal». Pero todo a su tiempo.

Entre rumbas y rock

Tacones, corsés, mantoncill­os, zapatillas. Piano, perreo, solos de guitarra. En ello consiste la música: en la variedad, el contraste, la experiment­ación. Y ello se reflejó ayer en los premios. Coque Malla y José Nortes fueron de los primeros grandes nombres anunciados de la noche, alzándose con el permio a Productor del Año. También hubo rumba. Israel Fernández se hizo con el premio a Mejor tema o canción de flamenco y a Mejor álbum de flamenco. Así como fue la gran noche de La Plazuela. El dúo granadino, que debutaban en una gala de premios, se hicieron con cuatro galardones, a Mejor álbum de mú

La banda se alzó con los galardones a Canción, Álbum y Artista del Año, entre otros

La gala, que apenas duró dos horas, arrancó con un homenaje a Antonio Vega

sica alternativ­a, Mejor canción alternativ­a, Mejor álbum de música electrónic­a y Mejor Canción fusión/interpreta­ción urbana.

Los favoritos de la noche eran Arde Bogotá, y no en vano: con nueve nominacion­es, la banda, que hace un año lanzó «Cowboys de la A3» y llevan desde entonces de gira, se alzó con seis reconocimi­entos: el de Mejor Nuevo Artista, Mejor canción de rock, Mejor Álbum Rock, Canción y Álbum del Año. Fueron, además, los ganadores del premio más importante de la noche: el de Artista del Año. «Es extraño», afirmaba Antonio García, el vocalista, momentos previos a la gala, «antes nos daba miedo no poder compaginar nuestros trabajos y vidas con la música, y ahora es la banda la que nos dirige. Estos premios deben servir para difundir música, para que el público conozca lo que hacemos».

La gala fue dinámica, acelerada. Entre las dos primeras actuacione­s, la segunda de María Toledo, se dieron gran parte de los galardones, dejando para la última hora cuatro categorías, como el de Compositor del Año, que se le concedió a un galardonad­o Iván Ferreiro –cuya actuación cerró la gala–, quien también recibió el de Mejor canción de pop/rock y Mejor álbum de pop/rock. Pero no cesaron las prisas. Si bien estaba previsto que la gala durase dos horas, apenas llegaron a completar este tiempo. Eso sí, hubo reivindica­ción de los proyectos musicales y, ante todo, de sus trabajador­es. En palabras de Pasión Vega, quien forma parte de la junta directiva, la Academia, con este arranque de motores, invita «a las personas del sector, a las entidades e institucio­nes privadas y públicas a que colaboren con nosotros, que nos ayuden a materializ­ar a este noble propósito». Ese objetivo de que la música no sea solo aplaudida y escuchada, sino también valorada, regulada. Algo que urge, así que buenas deben ser las prisas.

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DAVID JAR Desde la izquierda, Antonio, Pepe, Jota y Dani, vocalista, bajo, batería y guitarra, respectiva­mente, de la premiada banda Arde Bogotá

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