La Razón (Madrid)

Todavía no sabemos quiénes, pero nosotros hemos ganado

- Jesús Rivasés

Pío Cabanillas Gallas (19261991), personaje irrepetibl­e, fue un político que fusionaba la ambigüedad gallega y la sutileza florentina, que llegó a decir «no sabemos quiénes, pero vamos a ganar». Fue en vísperas de un incierto y confuso congreso de UCD, el partido que, con Adolfo Suárez primero y Leopoldo Calvo Sotelo al final, pilotó la Transición. Cabanillas fue varias veces ministro con UCD y antes de Informació­n y Turismo, apenas diez meses, con Franco. Fue destituido, acusado de llevar el destape a los cines. Años después, con Aznar, su hijo Pío también se sentaría en el Consejo de Ministros. El día después de las elecciones europeas del domingo, Cabanillas diría que, al menos en España, «todavía no sabemos quiénes, pero hemos ganado». Quizá también se tarde en saberlo. El PP de Feijóo, que ya sabe que no todo es tener más votos que el adversario, y en el PSOE de Sánchez retuercen los datos hasta el extremo para autoconven­cerse primero y luego convencer a la parroquia que los comicios han sido un éxito. Vox celebra su cosecha, como el outsider nihilista de Alvise. Yolanda Díaz tardó en dar la cara y deja sus cargos en Sumar, pero sigue de vice del Gobierno, mientras Irene Montero (Podemos) contempla el fracaso de su rival desde su bien retribuido escaño europeo. La Unión Europea, que es lo importante hasta para quienes pretenden demolerla, debe preservar la mayoría de conservado­res, socialdemó­cratas y liberales que le darían otros cinco años de estabilida­d, no exenta de sobresalto­s. Tiembla Francia en vísperas de unas elecciones, a finales de mes, que Le Pen puede ganar. Y fuera de la Unión Europea no hay vida ni económica, ni política, ni de seguridad y el euro es la última línea roja.

Pedro Sánchez es inescrutab­le, frío y calculador. Las fantasías, con un propósito, se las deja a Tezanos, gurú especializ­ado en anunciar lo que no va a ocurrir, pero que algunos se creen y les lleva a votar al PSOE. El inquilino de La Moncloa, si alguna vez lo barajó, no adelantará ahora elecciones porque los resultados del domingo le anuncian un fracaso seguro. Eso sí, el embrollo catalano-indepe, que vuelve al primer plano, puede estropearl­e los planes. Feijóo y el PP no se salen del mapa, pero van por delante. Han mejorado lo que podían mejorar mientras estén ahí Vox y, ahora, el esperpénti­co ultra Alvise. El PP, no obstante, gana en todas las provincias –en algunas con gran ventaja– excepto en Cataluña, País Vasco, Navarra y Canarias y podría ser suficiente en unas generales, aunque por ahora todavía no sepamos quiénes hemos ganado, diría Pío Cabanillas.

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