El PSOE pierde, pero Sánchez aguanta el golpe a costa de vaciar a Sumar
► Moncloa cree que desactiva el «plebiscito», pese a dejarse dos millones de votos
La historia de Pedro Sánchez está ligada a las elecciones europeas. En 2014, los socialistas con Elena Valenciano a la cabeza se daban un batacazo en las urnas: 23% de los votos y 14 escaños. El entonces secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, tomaba la decisión de asumir como propia la derrota y abrir una nueva etapa en el liderazgo del partido en la que los militantes, a través de unas primarias, eligieran a la nueva dirección. En esas primarias, Sánchez derrotó a Eduardo Madina y se hizo con las riendas del PSOE por primera vez. Diez años después, la «baraka» del líder socialista sigue vigente, aunque ya muestre síntomas de desgaste.
El PSOE y Pedro Sánchez aguantan el golpe, pese a perder dos millones de votos. Retroceden un escaño (20) y casi tres puntos (30,19%), pero colman sus expectativas. Unas expectativas muy contenidas, no ambicionaban ganar, sino lograr el «empate técnico» con el PP, una distancia de uno o dos escaños, lo suficientemente estrecha como para desactivar el plebiscito a la figura del presidente del Gobierno que había planteado Alberto Núñez Feijóo. «No hay plebiscito. Veníamos de diez puntos de diferencia», dicen en Ferraz.
Las elecciones europeas se suelen tornar la mejor oportunidad para trasladar un castigo al Gobierno, Gobierno, sin que este aviso en las urnas tenga un efecto directo sobre la gobernabilidad. Sin embargo, tras los escándalos del «caso Koldo» o polémicas por la actividad profesional de su mujer o la aprobación de la Ley de Amnistía el castigo al Gobierno ha sido contenido. De hecho, en la recta final de la campaña, los socialistas pasaron a instrumentalizar políticamente la causa judicial de Begoña Gómez.
Parte de la capacidad de resistencia del PSOE obedece a una exitosa campaña de «voto útil» a su izquierda. Los socialistas aguantan a costa de Sumar, que sufre un varapalo importante y no logra el cuarto escaño para IU, lo que anticipa marejada en el espacio de Yolanda Díaz. Una estrategia ciertamente cortoplacista, porque si bien permite a Sánchez salvar los muebles frente a Feijóo esta vez, obliga a recalcular el rumbo en el medio plazo, ya que condena las opciones de revalidar la coalición en el futuro.
Fuentes gubernamentales aseguran que la legislatura empieza ahora. Con permiso de cómo se resuelva la gobernabilidad en Cataluña, que podría agendar una nueva cita con las urnas en otoño y prorrogar más allá de lo previsto el ciclo electoral. Después de casi un año desde las generales y tras un semestre de marcado acento electoral –con comicios gallegos, vascos, catalanes y, ahora, europeos–, el 9J marca un punto y seguido que clarifica el horizonte más inmediato. En Moncloa, que pospusieron la aprobación de los Presupuestos por los comicios catalanes, tienen previsto lanzar de manera inminente el paquete de medidas de regeneración democrática, hacer un último intento por renovar el CGPJ y retomar los contactos con los grupos para sacar adelante las cuentas públicas.
El Gobierno lleva casi desde su arranque peleando por trasladar una imagen de proactividad y conjurándose contra la percepción de que el mandato estaba agotado casi antes de empezar. Después de meses de parálisis legislativa. El Ejecutivo apenas ha logrado aprobar un puñado de leyes, entre las que destaca, la Ley de Amnistía. Una contrapartida a los siete diputados de Junts por su apoyo en la investidura de Pedro Sánchez cuyo impacto también se mide en estas elecciones con resultado insuficiente. En el Ejecutivo sostienen que esta cuestión ya está amortizada, tras exprimirla al máximo el PP como resorte de su labor de oposición y, sobre todo, tras la contundente victoria de Salvador Illa. De hecho, el resultado del PSOE vuelve a apoyarse en su posición mayoritaria en Cataluña.
El Gobierno lanzará de manera inminente el paquete de regeneración democrática