La Razón (Madrid)

«Desde el Mundial solo me han hecho tres controles, son pocos»

Álvaro Martín Doble campeón del mundo de marcha Una de las cabezas visibles de la lucha contra el dopaje, defiende más ayudas para los atletas jóvenes y hasta ha dado charlas en una cárcel. En París buscará completar el círculo

- Francisco Martínez.

ÁlvaroÁlva­ro Martín (Llerena, Badajoz, 29 años) puede presumir de ser dos veces campeón del mundo, en 20 y 35 kilómetros marcha. Lo logró en Budapest en 2023. También tiene dos oros Europeos, 2018 y 2022. Y dos carreras universita­rias, Políticas y Derecho. El próximo verano buscará completar el círculo en su cuarta participac­ión en unos Juegos, en París, donde además de los 20 kilómetros, se estrena la prueba mixta, un relevo en el que hombre y mujer hacen una maratón caminando rápido. La marcha ha sido maltratada los últimos tiempos, incluso estuvo bajo amenaza de desaparece­r del programa olímpico. De esa pelea, de la lucha contra el dopaje, de la que también es cabeza visible; del camino a París e incluso de la charla que dio en un cárcel habla en esta entrevista.

¿Qué tal la toma de contacto con el nuevo relevo mixto de los Juegos [el 10 de marzo en Valencia]?

Nosotros habíamos hecho de manera extraofici­al bastantes pruebas para sacar todos los datos posibles, puesto que estamos trabajando también con los servicios de la UCAM en tema de fisiología y nutrición, pero esta era la primera prueba oficial. Tiene su magia, es una prueba distinta, más parecida al 20 que a los 50, aunque la distancia del relevo sea la maratón, 42 kilómetros y 195 metros.

El problema ha sido que hasta hace poco ni se sabía cómo iba a ser esta nueva prueba...

Venimos de una época muy dura para la marcha. El año pasado por estas fechas estábamos fuera, pero fuera me refiero a de los Juegos Olímpicos de 2028.

¿Temían de verdad que fuera a desaparece­r del programa?

Sí, sí. El antecedent­e fue reducir los 50 y cambiarlos por los 35, por una cuestión de que los 50 duran casi cuatro horas y ocupan mucho tiempo en la televisión, que es al final la que manda casi en el Comité Olímpico Internacio­nal. El invento de hacer relevo mixto no nos cuadraba, porque dura casi tres horas, que es media hora más que los 35. Nuestra disciplina tiene que evoluciona­r, se pueden modificar las distancias, eso no pasa nada, la cuestión es el cómo lo han hecho. Si en 2021 dicen: mira, en París van a ser el 20 y el 35 kilómetros, y para 2028 habrá un relevo mixto, pues tienes ahí unos cuatro años para poder desarrolla­r la distancia, pero es que ha sido a falta de un año y además sin contar con los marchadore­s, con ningún marchador, y sin criterios deportivos. De eso nos quejamos. Pero dicho todo esto, nos sentimos orgullosos de que en Los Angeles 2028 va a haber marcha, y prácticame­nte en Brisbane 2032, porque es Australia y tienen buenos marchadore­s, solo por una cuestión de sacar medalla lo van a defender, así que hasta 2032 estamos salvados.

Usted fue una de las caras visibles de los muchos atletas que firmaron una carta para tomar medidas contra la Agencia Estatal Antidopaje (CELAD) y su funcionami­ento. ¿Cómo se gestó?

La gente se escandaliz­a porque están saliendo muchos casos de dopaje en el atletismo español últimament­e, y veníamos de unos años en los que no salía ninguno.

El año pasado por estas fechas la marcha estaba fuera de los Juegos Olímpicos de 2028»

«Salen atletas porque hay entrenador­es que lo hacen por amor al arte y perdiendo dinero»

Entonces, ¿qué pasa? ¿Que antes no se dopaban y ahora sí o que antes no se hacían bien las cosas y ahora se están empezando a hacer bien? Es muy doloroso ver esto. En verano, Rober Aláiz [fondista] se pone en contacto conmigo: «Tenemos que hablar del tema antidopaje porque las cosas se están haciendo muy mal en España». Y yo le dije que habláramos después del Mundial. En diciembre redactamos un escrito, yo junto con Rober Aláiz y Gonzalo García [mediofondi­sta]; necesitába­mos que se sumasen el máximo de atletas, y digo atletas, que me hubiese gustado que se sumasen también de otros deportes, porque la CELAD no es solo atletismo, y como estábamos esperando lo sacamos un mes más tarde y ya se había destituido a Terreros [exdirector de la CELAD], que era una de las cosas que pedíamos. La situación era ya desesperan­te, quiero decir, el dopaje no lo vamos a eliminar; hay gente que dice que sí, pero no lo vamos a eliminar, es como decir que se deje de matar o de robar, lo podrán minimizar, pero no lo vas a eliminar. Ahora bien, lo que dependa de las autoridade­s antidopaje tiene que funcionar de la mejor manera posible, con eficiencia y transparen­cia, y no estaba funcionand­o. Dicho esto, he visto que ya han destituido al número tres, porque no era solo cargarse a la cabeza de la agencia. Me alegro de que Silvia Calzón, la nueva directora, con la que me reuní, y con el secretario de Estado, lo haya hecho. Me aseguraron que iban a hacer movimiento­s y de momento estamos contentos, aunque queda mucho camino.

¿A usted le controla la Agencia Mundial Antidopaje?

A mí las dos, la española y la internacio­nal, y puede haber casos en los que solo sea la española o la internacio­nal. Pero me han hecho pocos controles, también te lo digo, no puede ser normal.

¿No le ha hecho muchos la internacio­nal o la española?

Ambas. Solo he pasado desde Budapest, desde agosto, tres controles... Deberían hacerme muchos más, y estoy tirando piedras contra mi tejado, que vienen a las 6 de la mañana a casa, pero joder.

Es un atleta con mucha conciencia social, ¿de dónde le viene?

Yo soy de pueblo, de un pueblo de 6.000 habitantes. Mi padre, aparte de ser funcionari­o, antes era peri

to agrícola y ahora es ingeniero agrícola; aparte, tiene un olivar y me acuerdo que de pequeño nos llevaba allí a trabajar. Venir de un pueblo e ir a la ciudad te hace ver las cosas de manera muy diferente. Yo tengo un sentimient­o más de comunidad que de sociedad, esto lo he estudiado en Ciencias Políticas: comunidad es algo más cercano y estamos más unidos, mientras que la sociedad... Somos la sociedad española porque en el DNI pone español y ya está, pero si se cae el vecino de al lado tú puedes pasar de largo y te da igual. En ese sentido, me gusta ser más participat­ivo, tener iniciativa­s en cosas, sobre todo en el deporte.

Renunció, por ejemplo, a Atleta Español de 2022 porque no estaba de acuerdo con el reparto de ayudas, aunque no le afectaba.

Soy consciente de que la Federación no quiere putear consciente­mente a la gente, pero sí creo que las cosas se pueden hacer mejor y aunque a mí no me afecta, me preocupa, porque yo quiero que el atletismo español siga si yo estoy compitiend­o o no, y veo que hay ciertas generacion­es que se están hipotecand­o. No podemos vivir a corto plazo, tenemos que mirar a largo; se está volcando todo ahora para París, pero París se acaba y llega Los Ángeles... También el Gobierno vende mucho: «Vamos a ganar más medallas en París [que el récord de 22 de Barcelona 92]». Bueno, y si lo conseguimo­s, ¿qué viene después? Le pasa lo mismo a mi Federación, vive mucho de la generación actual, pero las generacion­es que vienen, ojo porque no están tan bien cuidadas.

Le da la impresión de que es generación espontánea...

Aunque se intentan aplicar programas, al final todo sale porque hay un entrenador que vive por amor al arte al atletismo, le tiene mucho cariño y mucho cuidado y le cuesta dinero hacer lo que hace, y por un atleta que por «h» o por «b» tiene suerte y sale de la nada. Ahí no está la Federación detrás, pero una vez salen tienes que cuidarlos para que lleguen. Ese es el camino difícil y es donde creo que está fallando la Federación.

¿Siempre ha sido profesiona­l?

Yo digo que he sido profesiona­l porque he podido dedicarme plenamente a ello. He tenido la suerte de que he estado viviendo diez años en el Centro de Alto Rendimient­o de Madrid, a lo mejor de otra manera, como está el sistema actual, si no estás en Madrid no puedes dedicarte plenamente al atletismo. Además, mi disciplina requiere estar mucho tiempo de concentrac­ión en altitud y eso vale muchísimo dinero. Veo un chaval de 17 años que me dice que quiere dar el salto a nivel absoluto, y me pregunta que cuánto dinero creo que se tiene que gastar, para concentrac­iones y demás; pues échale al año que van a ser 5.000 o 6.000 euros, sin hablar de fisioterap­ia, si necesita un psicólogo o un nutricioni­sta... Al final es muchísimo dinero, y el problema es que no te garantiza que llegues. Lo que se reparte no son ayudas, como las llaman, son premios. Se ha dado el caso de que a los Juegos de Tokio fueron dos atletas a competir y no tenían ayuda de la Federación Española, se la dieron después. Llegar a clasificar­te a unos Juegos es muy, muy, muy difícil y cuesta mucho dinero, y tú le das la ayuda después, cuando ya es muy fácil porque he conseguido «x» resultados. Lo difícil, y donde de verdad deberíamos estar apretando, es en detectar los casos en los que hay que ayudar para decir, oye, mira, es que tenemos una María Vicente que si la ayudamos y está un año trabajando profesiona­lmente en esto, va a llegar, va a llegar a conseguir grandes resultados.

Dio una charla en una cárcel, ¿cómo fue?

En derecho penal está la pena por el delito y la reinserció­n, porque no tiene sentido meter a alguien en la cárcel «x» años y saber que cuando salga va a volver a cometer el mismo delito. Los presos con los que yo traté eran casi todos de tema contraband­o de drogas y gente que al final se veía casi abocada a ello: mira, yo no tengo salida laboral, tenía que mantener a mi familia y me dijeron: «Cárgame todo este tabaco de Portugal e intenta meterlo»; le pillaron y ahí está. Tenemos una imagen muy de película, de sitio frío con gente muy mala, y al final pues evidenteme­nte hay mucha gente que tiene que estar ahí por el delito que ha cometido, pero hay gente normal. Por ejemplo, uno de los programas que es a través del ajedrez, porque muchos tienen la cabeza frita por el tema de la droga, y es intentar activar esas conexiones neuronales. Si con el deporte puedes hacer que al menos uno salga y no vuelva a cometer el error de delinquir, pues merece todo el esfuerzo.

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