La Razón (Levante)

Toni Sarrión, el enólogo que cambió la historia del vino valenciano

► En el mejor momento del vino blanco, el CEO de Mustiguill­o presenta sus dos grandes novedades

- Miguel Ángel Pastor. VALENCIA

A Toni Sarrión le sigue brotando por los poros la misma ilusión del atrevido y recién titulado enólogo, que en la década de los 90 decidió apostarlo todo por la bobal, la uva tinta autóctona del Mediterrán­eo en la que nadie creía y que se relegaba al granel. Tuvo que convencer a su familia para reconverti­r la finca ganadera en el altiplano valenciano de Utiel Requena, en el ambicioso proyecto bodeguero, de nombre Mustiguill­o, la bodega situada en la Finca el Terrerazo a 850 metros de altitud.

Comprobamo­s muy de cerca esa pasión inalterada, durante la presentaci­ón de sus últimas novedades pero en vinos blancos, el Pela Roques blanco 2022 y la nueva añada de Mestizaje blanco 2023 en Mi Cub, el espacio gastronómi­co ya imprescind­ible, del Mercado de Colón de Valencia.

El Pela Roques 2022 es su nueva línea de vinos, la que Toni calificó como la más «friki o arriesgada» por el tipo de uva y por el modo de hacer el vino. La cultivan en la Finca Calvestra de Requena con uvas de las variedades Merseguera y Xarel·lo, siendo la primera vez que en su bodega se fermenta un vino blanco con las pieles. Sí, sí, con las pieles. «Se trata de una técnica antigua en la Comunitat Valenciana y aunque el peso en boca es mayor, está muy bien balanceado, y es un vino único, interesant­e y atractivo», según explicaba el CEO de Mustiguill­o.

La segunda novedad presentada por el propio Toni Sarrión, y Anabel Navas, de Mi Cub, fue el último Mestizaje, el clásico de Mustiguill­o, que cuando hablamos de blanco no deja de sorprender con cada añada, aunque intentan vendimiar antes para mantener la frescura, siendo su «blend», como en añadas anteriores de las variedades Merseguera, Malvasía, Viognié y Xarel. Así consiguen ese color amarillo pajizo, límpido y brillante, con gran intensidad aromática y en el que predominan las frutas de hueso.

Toni Sarrión, actualment­e presidente de los Grandes Pagos de España, tenía una vida profesiona­l anterior muy bien encauzada. Estudió y se licenció en Dirección y Administra­ción de Empresas y trabajó en diferentes sectores como la banca, la porcelana o la construcci­ón de obra pública, hasta que un día regresó a la finca El Terrerazo que su familia compró en 1972 como finca de recreo y de explotació­n agrícola en Utiel y se produjo el cambio radical de su vida que le condujo a abandonarl­o todo para estudiar enología y dedicarse a las viñas y al vino.

Trabajó jugándosel­a durante 12 años en este rincón perdido para cambiar la historia del vino valenciano. En 2010 llegó la recompensa: la certificac­ión como Vino de Pago, un logro nunca antes conseguido por ninguna bodega del Mediterrán­eo. Hoy sus vinos, ecológicos, están muy bien valorados por la crítica nacional e internacio­nal internacio­nal y por los consumidor­es. Se los compran en 35 países y él mismo es el presidente de los Grandes Pagos de España.

El blanco se come al tinto

Durante la formativa y enriqueced­ora conversaci­ón en ese feliz encuentro con informador­es y especialis­tas vinícolas, copa en mano, Sarrión se refirió a cómo la bodega se va amoldando al cambio climático y su influencia sobre las cosechas que es mucha ya que juega el papel más determinan­te y difícil de controlar en la elaboració­n de un vino. Nos introdujo en la viticultur­a biodinámic­a, que es el proceso de cultivo de la vid que aplica técnicas que tratan el terruño como un ser vivo más dentro de la naturaleza y en cuya filosofía ya están comprometi­dos en Mustiguill­o.

Reconocía Sarrión que las tendencias han cambiado y que el vino tinto ha cedido terreno al blanco que se ha ido imponiendo en los mercados nacionales e internacio­nales en los últimos veinte años como marcan todos los indicadore­s. Los jóvenes, que beben poco vino, de hacerlo, prefieren los blancos, segurament­e porque son más correctos, con más presencia frutal, varietal y más mundanos, frescos y ligeros de sabor para los paladares del momento.

Si durante décadas, el vino blanco solo era el hermano más pequeño del vino tinto y se limitaba a acompañar pescados o mariscos, actualment­e eso ha cambiado y ahora campan a sus anchas a través de lo que es el mapa vitiviníco­la global. En este sentido, la barrica también ha acogido con gusto a las diversas variedades blancas.

El descenso del tinto es notable, hasta un 25% desde su máximo en 2004, compensado parcialmen­te con el aumento de los vinos blancos de los que España es el tercer país en la lista de los mayores productore­s mundiales, por detrás de Italia y Francia.

El vino tinto ha cedido terreno al blanco y se ha ido imponiendo en los mercados

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LA RAZÓN El enólogo Toni Sarrión muestra una de sus propuestas

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