Cavendish supera a Merckx
► El británico vence en Saint-Vulbas y se convierte en el primer ciclista que gana 35 etapas en la historia del Tour
Mark Cavendish ya es eterno. Si ya era el mejor esprinter de lo que llevamos de siglo, en Saint-Vulbas logró un récord que le hace entrar definitivamente en la historia del Tour. Ya veremos si para siempre o no, pero desde luego van a pasar muchos años hasta que otro ciclista logre todo lo que ha hecho el británico.
A los 39 años, Cavendish sumó su trigésimo quinta victoria en el Tour y superó a Eddy Merckx como el ciclista que más etapas ha ganado en los 121 años de historia de la ronda francesa. Se dice pronto. Con su triunfo de ayer, cerró un ciclo que abrió allá por 2008 y se ha prolongado a lo largo de quince participaciones en una carrera, que según él mismo ha dicho en más de una ocasión, «es más grande que el ciclismo».
Tres años ha tardado en desigualar esa contienda con Merckx, desde que en 2021 consiguió empatarle –su último gran Tour con cuatro parciales–, y ya entonces se había pasado cinco años sin ganar una sola etapa. Como si tuviese delante un muro incapaz de superar. Hasta que, ayer, el muro cedió. El récord estaba vigente desde el 5 de julio de 1975. Ayer estableció un nuevo registro.
Y eso que las primeras sensaciones no eran nada halagüeñas. En la etapa inaugural de Florencia hasta Rimini, el hombre bala del Astana se quedó descolgado en solitario. Su director, Stefano Zanini, no se lo pensó: le puso a todo el equipo para acompañarle en una travesía por el desierto en la que terminó a casi 40 minutos de los primeros. Dando la impresión de ser prácticamente un excorredor, un hombre acabado y de otro tiempo. Cualquiera pensaría que apenas cuatro días después estaría celebrando un hito como este.
«Este es mi decimoquinto Tour. No me gusta sufrir, no me gustan los días malos, pero sé que eso ocurre y que todo lo llevas en la cabeza. Debes mirar hacia adelante y superar las dificultades. He trabajado específicamente para encontrar esta oportunidad», declaraba en meta, casi sin creérselo, entre un aluvión de felicitaciones de compañeros de equipo, rivales y organizadores.
En realidad, Cavendish ya llevaba varios años amagando con la retirada. En 2023, una caída con fractura de clavícula en la octava etapa le privó siquiera de intentar el reto. Y decidió, de común acuerdo con el equipo Astana, aguantar una campaña más para lograrlo antes de irse.
Tuvo que ser en un sprint como el de Saint-Vulbas. Totalmente distinto a los que acostumbraba a ganar cuando era un velocista imbatible. En otros tiempos, Cavendish era el encargado de rematar una maquinaria perfectamente engrasada. Raro era el día en que su equipo no se imponía a los demás en los trenes de lanzamiento, dejándolo a escasos 200 metros para que con su arrancada demoledora acabase ganando. No se consiguen 165 victorias por casualidad. Ni tampoco se logran sin un «treno» solvente alrededor.
Esta vez fue diferente. Una aproximación caótica, sin ningún equipo dominando sobre el resto. Los velocistas peleándose a codazo limpio y la caída de Pedersen en el centro para terminar de desarbolarlo todo. Y Cavendish, que a 500 metros de meta tenía como diez ciclistas por delante, fue ganando el hueco en medio del caos para después hacer un cambio de trayectoria y salir como un misil hasta la línea de meta. Salida de cadena incluida al pasar la línea y comenzar a recibir felicitaciones de todos.
Nada más conseguir el triunfo se dispararon los rumores de que, muy probablemente, no acabe el Tour. Algo que hasta hace poco era muy común en todos los esprinters, pero en este ciclismo actual cada vez se ve menos. De momento, hoy tendrá una oportunidad de dejar la marca todavía más arriba. Una jornada absolutamente plana camino de Dijon. Pase lo que pase, el récord ya no se lo quita nadie.