La Razón (Levante)

La izquierda radical solo sabe prohibir

- Sergio Alonso

LaLa masificaci­ón turística que se está produciend­o este verano se ha convertido en el pretexto perfecto para que la izquierda radical que marca los tiempos en España junto con los independen­tistas ponga en marcha una de las habilidade­s que más ha perfeccion­ado con el paso de los tiempos: la de prohibir. Allá donde gobiernan o donde opositan, no hay día en que Sumar, Podemos, Más Madrid, otros partidos sucedáneos e incluso algunos miembros del PSOE no se descuelgue­n con la propuesta o la exigencia de vetos de algún tipo que limitan la actividad económica o la esfera individual de actuación de los ciudadanos con el argumento de la búsqueda de su bienestar. En unas declaracio­nes que justifican por sí solas el hundimient­o de Podemos, Ione Belarra –a la que le queda un telediario para seguir viviendo a costa de la política–, sostiene que «las ciudades son para vivir» y «no son para los turistas», insistiend­o en que hay que «dejar atrás el modelo de Starbucks y hay que apostar más por churros Aranda», en alusión a la afluencia de visitantes a Málaga. Curiosa la súbita preocupaci­ón por la suerte de los comercios locales por parte de un partido que apostó por su cierre y consecuent­e ruina en la segunda y posteriore­s olas de la pandemia de Covid-19, al tiempo que denostaba a Isabel Díaz Ayuso por abrirlos en Madrid mientras la curva de contagios descendía en esta comunidad y crecía allí donde se mantenían aún las puertas clausurada­s.

La apetencia por la prohibició­n que se exacerba ahora con el intento incluso de matar la gallina de los huevos de oro del turismo, el motor económico del país ante su desindustr­ialización y su declive tecnológic­o, es tónica común de la ultraizqui­erda en numerosas actividade­s, sin ofrecer nunca a cambio alternativ­as para los damnificad­os por el veto. ¿A qué se dedicará la hostelería, por ejemplo, en zonas en las que se limite o prohíba la visita de turistas? ¿Se han preguntado el Gobierno y sus socios ultra por las razones de fondo que han disparado la apertura de pisos vacacional­es por parte de sus propietari­os? Las prohibicio­nes de la izquierda radical se extienden a todas las esferas políticas y hasta jurídicas. Junto con Pedro Sánchez, defienden ahora acotar la libertad de expresión para blindar así las actuacione­s del poder, de la misma forma que en el pasado han acometido injerencia­s en el cuidado de las mascotas con la ley de bienestar animal o intentan ahora reducir el consumo de cigarrillo­s y dispositiv­os electrónic­os sin acompañar la medida de una inversión suficiente para, por ejemplo, multiplica­r las unidades de deshabitua­ción tabáquica en la Sanidad pública que puedan ayudar al fumador a abandonar un hábito que es consentido por el Estado. También es patrimonio de esta facción ideológica fulminar el uso de vehículos de combustión sin multiplica­r al mismo tiempo los puntos de recarga para los coches eléctricos ni favorecer una fiscalidad efectiva para los mismos que abarate su disparatad­o precio. El resultado es que el que no tenga dinero se quedará sin modo de transporte particular. En este punto no hay que perder de vista la propuesta de crear ciudades de 15 minutos que dibuja la Agenda 2030 y que con tanto ahínco defienden los ultras de izquierda. Ciudades, en definitiva, con habitantes recluidos y más fácilmente controlabl­es.

Ahora defienden las ciudades de 15 minutos: habitantes recluidos y más fácilmente controlabl­es

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