La Razón (Levante)

División en Cañaveral por la placa de los «caídos»

► El sacerdote local defiende que no quitarla hubiera acarreado una multa inasumible para la parroquia: «La ley dice lo que dice»

- Andrés Bartolomé.

En abril de 2018, la Asociación para la Recuperaci­ón de la MemoriaHis­tórica de Extrema dura pidió al Ayuntamien­to de Cañaveral (Cáceres) la retirada de una placa en la fachada de la iglesia, en cumplimien­to de la Ley de Memoria Histórica. Ya había precedente­s cuando en 2015 la asociación consiguió quesea tendiera idéntica reclamació­n en Piornal y Navaconcej­o. Porque, defendía, una inscripció­n así «hiere la sensibilid­ad democrátic­a».

La placa de Cañaveral es otra más de las que tienen su origen en un decreto franquista :« En losmuros de cada parroquia figurará una inscripció­n que contenga el nombre de José Antonio y en su caso los nombres de sus caídos». Con la llegada de la democracia muchas fueron trasladada­s a los cementerio­s. Después, la Ley de Memoria Histórica provocó el desmantela­miento e incluso la eliminació­n de la mayoría. La que se encontraba en la fachada de la iglesia de Santa Marina del municipio de la Vía de la Plata fue demolida el 9 de abril a instancias del párroco, Miguel Ángel Morán Manzano, por requerimie­nto del ayuntamien­to del P SO E apelando ala Ley de Memoria Democrátic­a. Lo que ha molestado especialme­nte a algunos vecinos es que la placa fuera reducida a escombros. Aunque el sacerdote asegura a LA RAZÓN que la feligresía «ha sido muy comprensiv­a », otros no lo ven así, e incluso creen que una carta que publicó en la web parroquial –«a los tres días, no la pude hacer antes, pero se tenía que dar una explicació­n»– es motivo de mayor enojo. «Eran hombres del pueblo que murieron en combate para defender a la Iglesia, entre otras cosas. Ante la protesta ha publicado un comunicado cobarde y mentiroso. Porque habla de “retirada”, cuando la han destrozado», denuncian. Así, la cañaverali­ega Julia Flores cree que «se tenía que haber quitado de otra manera. Las leyes son las leyes, pero malamente lo han hecho».

Su marido, Ubaldo Hernández, dice tener« implicació­n sentimenta­l », porque conoce a familiares y descendien­tes de los protagonis­tas en la relación conmemorat­iva. Exige «honor a los caídos del bando nacional. El que murió en la guerra no tiene más honra funeraria que esa; hay quienes no saben dónde están enterrados, si los quemaronco­n gasolina o fueron a una fosa común. Es una falta de respeto. Se habría podido descolgar, dársela a quien la solicitara o taparla con cemento para que dentro de 3.000 años la encuentre otra civilizaci­ón y tenga una página de la historia. Pero se ha optado por destruirla de forma poco ortodoxa. Y después el párroco escribió que la ley está para cumplirla. Estoy seguro de que si los Evangelist­as no se hubieran saltado las leyes de Roma, hoy no existía la Iglesia católica». Considera Hernández que se ha «mutilado la historia» y atestigua «comentario­s de unos y otros; los que están a favor se han quejado de que a ellos no seles han hecho placas, pero ya han tenido tiempo desde que se implantó la democracia hace 50 años, ¿no?».

Otra vecina que prefiere guardar anonimato asegura que le« hubiera gustado que se hiciera de otra forma». Y no desea «entrar en polémica», aunque piensa que «la tenían que haber puesto en otro sitio, pese a que el responsabl­e lo habrá hecho sin intención».

El párroco, antiguo rector del Seminario Diocesano de Coria que lleva dos años en Cañaveral, remite a la carta, «donde se dan todas las razones», pero explica a este diario que, dentro de la restauraci­ón de« toda la parte del aparroquia afectada por el terremoto de Lisboa de 1755» se aprovechó para acometer la tarea pendiente, porque «la ley es la ley». Afirma haber pedido a los trabajador­es que« se sacar ala placa entera, pero me dijeron que detrás había mortero de cemento, que se endurece muchísimo, y era imposible; ante el requerimie­nto municipal lo teníamos que quitar sí o sí y optamos por que se sacara lo más rota posible para que nadie pudiera llevarse un trozo». Miguel Ángel Morán asegura que «la gente está muy conforme, por mayoría aplastante; después están las opiniones de cada uno. Yo también tengo la mía, pero no lavo ya decir como pastor ». El religiosoe­specialmen­te se apoya en un argumento: «Era el segundo requerimie­nto. Me decían que podría haber una multa de hasta 150.000 euros. Como responsabl­e de la parroquia no puedo asumir eso. La rehabilita­ción de la portada y de las puertas nos ha costado 13.000 euros, con un gran sacrificio. Imagínese una sanción de 15.000, que es la mínima» [en realidad, el baremo de las infraccion­es graves –«incumplimi­ento (...) de la retirada de simbología de exaltación de la dictadura franquista»–, va de 2.001 a 10.000 euros de sanción, y si se estipula como muy grave–en ambos casos« cuando entrañe des crédito, menospreci­o o humillació­n de las víctimas o de sus familiares»– oscila entre 10.001 y 150.000 euros, según el artículo 63 de la ley].

Lo que ya no tiene remedio es la placa. En lugares como La Roda (Albacete), donde se quitó también en virtud de la normativa legal, el ayuntamien­to se va a encargar de restaurar la pieza para ubicarla en la cripta de la misma iglesia del Salvador donde se encontraba. En Cañaveral, donde los partidos de izquierda y de derecha conviviero­n en sintonía durante la Guerra Civil, según el investigad­or local Jesús Chaves, el recuerdo en piedra ya es pasado. Su sacerdote ha tenido en cuenta que «más allá de las multas, el incumplimi­ento puede tener un impacto negativo en la reputación de la Iglesia como entidad que respeta el orden establecid­o».

«Eran hombres del pueblo que murieron en combate para defender a la Iglesia»

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La iglesia de Santa Marina de Cañaveral y la destrucció­n de la placa
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