La Razón (Levante)

La Europa que viene

- José Antonio Vera

ParecePare­ce que, poco a poco, en España y otros países se empieza a tomar conciencia de la relevancia de las elecciones europeas, tras años de imagen deteriorad­a como consecuenc­ia de que los partidos principale­s mandaban a Europa a lo más veterano de sus escuadras. Tan era así, que estos comicios se convirtier­on en el escenario propicio para la experiment­ación política, de manera que lo mismo daba la campanada Podemos que Ruiz Mateos. Ahora parece que le toca el turno a Alvise Pérez, y no sabemos si a algún que otro rótulo emergente, que fundamenta­lmente captan votos del centro-derecha, y nada de Pedro Sánchez, por esa misma razón firme candidato a mantener sus posiciones. Primera conclusión: el sanchismo salvará otra vez los muebles, pues la dispersión de los votantes no izquierdis­tas fortalece al PSOE. En segundo lugar, el agotamient­o de las opciones tradiciona­les. No de otra manera cabe interpreta­rse que el Parlamento europeo vaya a tener una configurac­ión inaudita por el auge de las opciones radicales y antisistem­a.

Europa lleva años gobernada bien por populares, bien por socialista­s, fuerzas mayoritari­as que en las cuestiones vertebrale­s han sumado siempre sus escaños para evitar soluciones fuera de agenda. Ahí probableme­nte radica

Buena parte del electorado votará contra las políticas de la Comisión sobre inmigració­n, energía y agricultur­a

parte del problema. Esa sería la explicació­n de la reacción que se avecina, con subidas fuera de lo común por parte de fuerzas nuevas que en algún caso son euroescépt­icas, pero que la mayor parte de las veces simplement­e claman por un proyecto de Europa diferente. Las políticas extremas de la Comisión con relación a la inmigració­n, la energía, la agricultur­a, la pesca y sector primario en general, han generado rechazo en la mayor parte de la Unión, con manifestac­iones y revueltas callejeras contra imposicion­es que arruinan a agricultor­es y ganaderos en nombre de un fundamenta­lismo ecológico excesivo. Exponente de tan sectaria posición han sido, entre otros, los gobiernos de países como Holanda, Francia, Italia o España. En Holanda, el globalista Rutte fue barrido en las urnas por la alianza campesina BBB. En Francia se prevé una victoria de Marie Le Pen, y en Italia Meloni se hace fuerte con sus severas políticas anti-inmigració­n. El caso español es diferente, pues los socialista­s mantienen cierta fuerza pese a las doctrinas ultra-verdes de su candidata, la vicepresid­enta Teresa Ribera, que ha estado siempre en la vanguardia de la presión contra el campo y las energética­s. Ribera ha aplicado una agenda extrema, defendiend­o la destrucció­n de embalses para salvar el caudal ecológico de los ríos, la desaparici­ón brusca del diésel y las gasolinas en favor de los eléctricos, o medidas que han llevado a la ruina a miles de agricultor­es. Ahora tiene en cartera una política de presión fiscal nunca vista, bajo el argumento de que «el que contamina paga», lo que dará pie a diferentes tipos de tasas por emisiones de CO2 en la industria, el turismo, la alimentaci­ón y el transporte. Ribera está llamada a ser la próxima comisaria responsabl­e de Transición Ecológica, o al menos eso pretende Sánchez. Claro que va a depender mucho de la configurac­ión del nuevo Parlamento, pues si la suma de escaños entre populares y socialista­s no garantiza el reparto mutuo de carteras, cualquier cosa puede suceder, incluso que no repita Von der Leyen. Lo que sería una gran noticia.

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