Mazón y Page se dan una tregua en la pugna por el Tajo-Segura
►Los presidentes exhiben sintonía durante la firma de un convenio sanitario y exigen un pacto nacional del agua
EntreEntre risas y con buenas palabras es posible hablar de cualquier cosa. Incluso sobre de quién diseñó el trasvase Tajo-Segura que lleva décadas generando una enemistad evidente entre dos autonomías limítrofes. El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y el de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, coincidieron ayer en reclamar al Gobierno central el inicio de una nueva etapa en la que el agua sea tratada como lo que es, un bien que no pertenece a nadie.
Porque con matices, ambos piensan lo mismo. Aunque no coincidan ni siquiera en quién ideó el trasvase Tajo-Segura.
Mientras Page insistió en que se inició durante el franquismo, por lo que nadie podía protestar, Mazón le puntualizó que su diseño lo aprobó el socialista Indalecio Prieto. Y más, mientras Page lamentó que su autonomía no tenga posibilidad de utilizar desaladoras, Mazón tuvo que precisar que el agua de estas plantas no puede usarse, por ejemplo para regar cítricos.
Con todo, hay voluntad de acabar con la eterna pelea que se dirime con demasiada frecuencia en los tribunales porque, como dijo Page, «el agua es de todos». Con esto, admitió Mazón, es suficiente para intentar acordar.
El manchego defendió que es necesario que se articule una estrategia nacional para que «no pesen más los votos que los metros cúbicos». Mientras que el alicantino insistió en que la Comunitat Valenciana únicamente reclama que se actúe con criterios técnicos y con voluntad de diálogo en un asunto «complejo».
El agua fue la única nota discordante entre los dos presidentes autonómicos, pues en el resto de cuestiones, incluso en financiación, no mostraron discrepancias. «Me conformaría con que en una negociación nadie consiga mediante chantajes privilegios fiscales porque la financiación no es para Mazón ni Page, sino para las personas».
Por su parte, el jefe del Consell insistió en la necesidad de una reforma urgente del sistema de financiación «para tener las mismas herramientas y condiciones que nos permita garantizar los servicios públicos de nuestros ciudadanos». De esta manera, se refería a la firma del acuerdo que reunió ayer a los dos presidentes en Requena.
Por la sanidad
La Comunitat Valenciana y Castilla-La Mancha firmaron ayer un convenio de colaboración que busca romper la barrera sanitaria formada por la frontera entre ambas autonomías.
El acuerdo suscrito facilita que los ciudadanos de cinco municipios de la comarca valenciana del Valle de Ayora sean atendidos en el hospital de Almansa, y los de 22 localidades de Cuenca en el de hospital de Requena. Además, se cerró un acuerdo de cooperación en materia de innovación, docencia, formación e investigación sanitaria.
Ambos destacaron que este convenio está marcado por el sentido común y defendieron la necesidad de una tarjeta sanitaria única para toda España que evite ineficiencias. Es decir, se trata de tener un sistema sanitario nacional, aunque la gestión sea autonómica.
«Una radiografía se tiene que poder ver en toda España», defendió García-Page. Se trata, remarcó, de uno de los pocos defectos generados por la descentralización de la Sanidad.
«Cada uno ha generado su mecanismo tecnológico». Así, reclamó un Plan de armonización técnica de los servicios públicos, en especial en el ámbito de la salud.
Por su parte, Mazón, explicó que esta medida tendrá más de 13.778 beneficiarios directos e instó al Ministerio de Sanidad a avanzar en asuntos como la homologación de las historias clínicas o la receta electrónica. «Echo en falta una coordinación real, la verdadera soberanía empieza a estar en lo técnico».
Además, mostró su voluntad de poder alcanzar un acuerdo similar con otras regiones limítrofes como Aragón o Cataluña.
«No se trata de más competencias o más soberanía, sino de construir España centrándonos en cómo y para qué vamos a mejorar la calidad de vida de nuestros ciudadanos», indicó el presidente valenciano, para quien el hecho de que haya 17 sistemas informáticos distintos para atender la sanidad «es una barrera para la calidad asistencial» pues, en la práctica, supone que las historias clínicas no estén homologadas y la receta electrónica no esté plenamente instalada.